Un recorrido por la literatura infantil y juvenil: canon, historia y ejemplos

Un recorrido histórico por la Literatura Infantil y Juvenil universal

El cancionero infantil, los cuentos de hadas, los mitos y las leyendas… forman un primer estadio de lo que hoy se considera literatura infantil y juvenil (LIJ). Su pervivencia y su fuerza aún en el momento presente determina que continúen considerándose como el fundamento necesario sobre el que se asienta el intertexto lectoliterario de las personas adultas. Todo ello a pesar de la importancia que están adquiriendo en nuestros días una serie de formas de comunicación literaria que hace solo cien años eran impensables.

En lo que se refiere a la escritura, podemos decir que a lo largo de los siglos encontramos una serie de producciones que pudieran resultar atractivas para los más pequeños, y que serían claros precedentes de la LIJ: así, por ejemplo, las fábulas de Esopo (en las que hablan animales y de las que se desprende un claro sentido moralizador y pedagógico), o incluso algunos pasajes de la Biblia. Ya en nuestro ámbito cultural específico, autores como Don Juan Manuel (El conde Lucanor) o Ramon Llull (Doctrina pueril) compondrán obras de carácter básicamente didáctico y moralizante pensadas para los infantes.

El primer libro ilustrado dedicado íntegramente a los más pequeños, con fines pedagógicos, es publicado en 1658: Orbis Sensualium Pictus de Jan Amos Comenius: un visionario de la pedagogía, convencido del poder de las ilustraciones como apoyo fundamental para la enseñanza y el aprendizaje de los más pequeños, cuya obra fue publicada en cuatro idiomas.

Algunos ejemplos de LIJ en diferentes países:

  • Francia: Charles Perrault (Cuentos del Pasado), Saint-Exupéry (El Principito).
  • Inglaterra: Daniel Defoe (Robinson Crusoe).
  • Reino Unido: L. Carroll (Alicia en el país de las maravillas).
  • España: Valle-Inclán (La cabeza del dragón), Benavente (El príncipe que todo lo aprendió en los libros), Eduardo Marquina (La muñeca irrompible).

¿Qué entendemos por el canon (literario)?

Según Isabel Tejerina, un canon literario escolar se podría definir como «un repertorio limitado y accesible de aquellas obras que todos los niños y jóvenes debieran conocer y disfrutar». Tradicionalmente se establecen dos criterios:

  • La calidad literaria de las obras seleccionadas.
  • Su utilidad pedagógica.

Además se debe tener en cuenta el valor de esta selección como patrimonio común e intergeneracional de una sociedad.

Teresa Colomer agrupa en cuatro los aspectos que se deben tener en cuenta a la hora de establecer lo que es un buen libro de LIJ:

  • La calidad literaria.
  • Los valores educativos.
  • La opinión y el gusto de los niños y jóvenes.
  • El itinerario de aprendizaje literario.

J. Ballester nombra las líneas básicas que se debe seguir en la elaboración del canon escolar. Considera que este debe ser lo más amplio posible; y así, debería incluir:

  • Obras de la literatura clásica universal.
  • Textos más próximos en el tiempo y el contexto del alumno.
  • Textos que se encuentren en las fronteras entre los diferentes discursos artísticos (cine, vídeo, pintura, música…).

Ballester se refiere también (aunque sin definirlos) a los llamados textos paraliterarios.

En relación con el canon de la LIJ podemos entender el concepto de paraliteratura referido a aquellos textos en los que la apariencia literaria no es sino una envoltura que el autor emplea para transmitir a los jóvenes lectores conocimientos de otros tipos.

También podrían considerarse dentro del canon literario escolar las adaptaciones de obras clásicas universales destinadas inicialmente a un público adulto: El Quijote, las fábulas de la mitología clásica…

Por otro lado, el canon debería mantener una cierta estabilidad, pero eso no significa que tenga que ser inamovible: al contrario, está sujeto a posibles cambios que puedan contribuir a enriquecerlo y, sobre todo, a adaptarse a las necesidades de cada grupo de alumnos.

El canon es un instrumento para la formación: el criterio de la función educativa se añade de forma natural al de una selección basada en criterios filológicos. En este sentido, el canon es el referente para estructurar los contenidos de un currículum escolar.

Como indica Rosa Giner, cuando el canon se elabora con criterios didácticos:

  • Estimula la participación receptiva, las aportaciones del lector y la apreciación de los aspectos artísticos y creativos de las producciones literarias.
  • Orienta la apreciación de cualidades estéticas y de valores culturales y el conocimiento de convencionalismos del código literario.
  • Consolida los componentes de la competencia literaria y estimula la creatividad expresiva del individuo.
  • Desarrolla las capacidades y habilidades receptoras, como pauta para la educación literaria.
  • La lectura de un canon formativo contribuye eficazmente a la integración del lector en la sociedad a la que pertenece y le capacita para comprenderla e interpretarla.

Canon literario, canon curricular y canon formativo:

Para la elaboración de un canon escolar, se debe conjugar el criterio literario con el curricular (que viene determinado por el marco legislativo). El resultado de las lecturas realizadas por cada individuo determinará su canon formativo personal (concepto asimilable al de la biografía lectora personal).