Teoría Lingüística: Principios, Corrientes y Disciplinas

Criterio de Autoridad/Razón/Uso

Existen tres modelos teóricos dentro de la lingüística no teórica. La gramática tradicional (siglos V-XIX) tiene dos tendencias: la filológica (interpretación de textos) y la logicista (fijar la estructura del pensamiento). La gramática tradicional defiende las lenguas clásicas y está subordinada a otra disciplina (lógica). De esta manera se define la lengua como la expresión de las categorías del pensamiento. Para ellos, la lengua sería un reflejo del pensamiento, que sería lo mismo que decían los logicistas: lo que dicta la actuación del investigador es el principio de la razón, que es la que determina la lengua.

A partir de ahí, se atenderá a los dos planos (lengua y pensamiento), pero además habrá un tercero: la realidad. Tantas categorías haya en la realidad, tantas habrá en el pensamiento. Tanto la gramática especulativa como la modista entienden que la realidad se refleja como un espejo en el pensamiento y el pensamiento como un espejo en la lengua. En principio, se piensa que el pensamiento es común a todos los hombres. Las lenguas, por tanto, tienen una estructura universal, lo que se sostenga para una será válido para todas.

La orientación filológica define la lengua como el uso escrito de los mejores autores, poetas y escritores. Este sería el principio de autoridad: se selecciona un registro de la lengua y se desprecian otros. La gramática comparada es del siglo XIX, en ella aparece el sánscrito. Empiezan a comparar textos encontrados con los que ya se tenían. Con esto aparece el principio de rigor. Una ley fonética es el enunciado de una regularidad en la comparación lingüística en la correspondencia de lenguas, por ejemplo, español – hacer, gallego – facer.

La Lingüística como Ciencia Formal

Para que algo sea considerado ciencia debe cumplir dos requisitos: tiene que existir un objeto de trabajo claramente acotado y no compartido, diferente al de cualquier ciencia existente, y un método de trabajo adecuado al tratamiento del objeto previamente acotado. Solamente se coordinan estos dos parámetros en la obra de Saussure «Curso de Lingüística General» (1916).

Las ciencias formales son constructos teóricos que no se aplican a la explicación de la realidad, es decir, están construidos a espaldas de ella. Aquí es evidente que se sitúan las matemáticas y la lógica; en las dos trabajamos con axiomas (unidades o enunciados que un lingüista asume). La lingüística de Copenhague y Hjelmslev hará lingüística formal. Hjelmslev: «Progresión de la clase al componente, no del componente a la clase como análisis o especificación, no como síntesis y generalización». Escuela de Copenhague. Es una lingüística tremendamente complicada, donde cambian los conceptos; lo que pretendía su fundador era crear un álgebra de lenguaje, ya que considera que la lingüística se tiene que adaptar a las matemáticas. Será la disidente del estructuralismo.

Russell, por su parte, distingue tres fases: elaboración, comprobación y rectificación de la hipótesis de trabajo. Chomsky y el generativismo consideran a la lingüística en sentido estricto, donde se presta atención al código y al lenguaje. Plantea una dicotomía: competencia – actuación. La actuación es un terreno concreto y actual, mientras que la competencia es abstracta y potencial. La lingüística generativista va a tener como objeto la competencia, va a ser una lingüística mentalista enteramente racionalista, frente a la hipótesis de Coseriu, que ponía énfasis en el criterio social de Saussure.

Los criterios con los que va a trabajar Chomsky van a ser los que oponen lo sistemático y lo psíquico. Chomsky es quien formula la teoría estándar de la gramática generativa. Aparece la definición de competencia: lo que concierne primariamente a la teoría lingüística es un hablante/oyente ideal de una comunidad lingüística del todo homogénea, que sabe su lengua perfectamente y al que no afectan condiciones sin valor gramatical, como son las limitaciones de memoria, distracciones, cambios del centro de atención o interés y errores, al aplicar el conocimiento de la lengua al uso real.

Complementariedad e Interdisciplinariedad

Cuando hablamos de lingüística, es importante hacer una distinción entre la lingüística general y la teoría del lenguaje, y entre la lingüística general y la lingüística particular. Los dos primeros conceptos son diferentes, aunque algunos autores los utilizan indistintamente. Mientras que la lingüística general trabaja con generalidades y sus unidades de trabajo (constantes empíricas) se formulan con datos precisos que tienen que ver con la experiencia, la teoría del lenguaje trabaja con universalidades y con unas unidades (llamadas esencias) que son hipótesis que se formulan a espaldas de la realidad. Entre estos dos terrenos, hay un cierto grado de complementariedad; esto es, las hipótesis formuladas en teoría del lenguaje habrán de ser comprobadas, pero también es cierto que ningún investigador se enfrenta al estudio de las lenguas sin ninguna teoría de fondo.

En cuanto a la lingüística general y la lingüística particular, la diferencia radica en la extensión del campo de estudio: de una sola lengua histórica (español) mientras que la lingüística general toma, por su parte, como punto de partida las lenguas particulares de diferentes lenguas (campo más amplio).

Una vez diferenciados estos conceptos, para poder trabajar cómodamente en lingüística es necesaria su parcelación en diversas disciplinas. La primera de estas divisiones se realiza entre las disciplinas nucleares (morfología, fonología, semántica, sintaxis) y las disciplinas no nucleares (psicolingüística, sociolingüística, etnolingüística), ya que estas últimas se salen del marco de estudio y conectan con otras ciencias (interdisciplinariedad). Esta división la propuso Moreno Cabrera como lingüística interna (frente a lingüística externa).

Dentro de las disciplinas nucleares que ya hemos mencionado no se puede hacer una división tajante, ya que unas disciplinas dependen de otras y sus límites se entrecruzan, como sucedió en morfología y en sintaxis hasta que no se pudo delimitar la unidad sintagma como punto de separación entre ambas disciplinas. A su vez, las disciplinas no nucleares (lo que se conoce como lingüística aplicada) han de basar su orientación práctica a partir de teorías promulgadas por la lingüística; es decir, consiste en la aplicación, mediata o inmediata, de los conocimientos adquiridos en el estudio y análisis de las lenguas que se utilizan en una variante concreta: enseñanza y aprendizaje de lenguas.