Teoría de la Reproducción Social: La Escuela y el Capital Cultural

Inversión de Capital en la Escuela

La primera idea central de la teoría de la reproducción social es que las personas en general, y la clase trabajadora en particular, ocupan un papel central en el proceso de producción. Bajo esta perspectiva, se considera a los humanos como un factor productivo más, similar a las máquinas, el dinero o la tierra. Además, se incluye la perspectiva de las propias acciones humanas en el proceso formativo: las destrezas que se adquieren a través de la formación son una inversión en un tipo de capital, en este caso, capital formativo o humano. Las destrezas que las personas adquieren les sirven para tener mejores trabajos y poder progresar socialmente.

Como consecuencia, la segunda idea es que la inversión individual en formación, sumada a la inversión de las empresas en capital humano formado, generan un progreso económico enorme a través de la competencia. Así, la formación, desde la escuela, se ocupa de que los papeles sociales se ejerzan de manera progresiva. La sociedad que invierte en la educación de sus individuos, probablemente se garantice un desarrollo económico mayor al de las sociedades que solo invierten en capital convencional, como maquinaria o servicios. El capital humano se diferencia del convencional porque el rendimiento es mucho más a futuro. Formar un enorme número de ingenieros es un proceso que lleva muchos años, pero que asegura una buena masa de trabajadores de los sectores productivos punteros para quizá varias décadas. La inversión más potente en capital humano se debe hacer, bajo lo que postula la teoría, a través de políticas globales de formación.

Capital Simbólico

Desde la perspectiva de la reproducción social, la escuela no cumple una función de movilidad social, sino que controla y selecciona los individuos que realizan los estudios, controlando el proceso de reproducción y legitimando al sistema. En la formación influye todo el espacio social que se tiene desde que se nace, no sólo las horas que se dedican formalmente al aprendizaje dentro de un aula.

La dominación y su reproducción necesitan la legitimación, para ello los dominantes despliegan un poder simbólico que está esparcido por todos los campos. El capital simbólico se refiere comúnmente al prestigio o reputación. Bourdieu habla del “racismo de la inteligencia” que ejerce la clase dominante, al presentar su capital heredado e incorporado como un don natural. Los que no poseen el capital cultural acaban pareciendo que son biológicamente menos aptos, se considera inferior al de abajo porque es menos inteligente.

Habitus

El habitus es un concepto extensamente desarrollado por Bourdieu. Podemos ejemplificarlo de la siguiente forma:

  • Se constituye, sobre todo, como “formas de hacer determinadas cosas”.
  • Tiene un origen esencialmente familiar, adquiriéndose por una especie de ósmosis que le lleva a uno a hacer las cosas de una forma que se asemeja a la de los que tienen a su alrededor.
  • No es un sistema normativo ni un código, es más bien un estilo de pensamiento y comportamiento, un conjunto de habilidades.
  • Es aprehensible por el resto, es decir, “se nos nota”, sobre todo delante de personas que no tienen el mismo habitus que nosotros.

Bajo esta óptica, la escuela es un enorme campo donde una clase premia ciertos capitales y no otros, y la única forma de que los no miembros de esa clase progresaran sería comportándose con un habitus que no tienen y es difícil que adquieran. De hecho, arriesgarse a comportarse como los de otra clase, con su habitus, le puede llevar a uno a quedar en completo ridículo, lo que hace que los estudiantes de clases bajas ni siquiera se atrevan a mostrar de lo que son capaces.

Escuela Unificadora

Baudelot y Establet estudian el sistema escolar francés, que se presenta bajo la figura de la “unidad”. La representación de la escuela como una realidad homogénea y coherente se organiza alrededor de dos temas: la unidad de la escuela y la escuela unificadora, ambos estrechamente ligados.

  1. La unidad de la escuela significa que, a pesar de la diversidad de sus órganos, la escuela está organizada de acuerdo con un plan de conjunto único, todas sus piezas concurren al único objetivo de formar y educar. La formación es continua, se pasa de un grado a otro de forma continuada. Esta representación se proyecta en dos imágenes: la línea en grados y la pirámide escolar. A la zona de arriba de la pirámide solo llegan algunos y, según los autores, al pico no se llega por aptitudes e inteligencia, sino por factores exógenos.

La escuela unificadora es una idea burguesa profundamente arraigada: la ideología de la escuela dice que todos van a la escuela porque la escuela es unificadora y realiza un ideal de progreso humano y social, pero la escolaridad general y obligatoria tiene para los autores un origen completamente distinto y una función diferente. En la escuela se homogeneizan las diferencias sociales de fuera, tanto lingüísticas como de otro tipo, a través de la enseñanza de valores.

Efecto Pigmalión

El efecto Pigmalión se conoce como la influencia que una persona puede ejercer sobre otra, basada en la imagen que esta tiene de ella. Sus creencias podrán influir en el rendimiento del otro, de esta manera se buscará que sus expectativas sean ciertas y se hagan realidad con conductas que tiendan a confirmarlas.