Semiótica del Texto: Una Aproximación Holística
Gorlée
A pesar de esta confusión, el término **texto** se utiliza y se comprende constantemente, por lo que debe suponerse que, llegado el caso, intuimos de alguna manera si el objeto que tenemos delante puede o no calificarse de texto, comprensión que manifiestamente no necesita una definición formulatoria para producirse. Podemos pues concluir de este complejo transdisciplinario que la mejor manera de analizar el fenómeno texto es mediante una aproximación **holística**, en el marco de la **Semiótica general**: un mensaje en una situación comunicativa, una acción, la manera de organizar un contenido dado, el modelo de un mundo posible, un medio de suprimir información, un campo experimental de análisis gramatical y léxico, la —[311]→ aplicación de un modelo generativo, un flujo de datos lingüísticos, el reflejo del temperamento de un autor, un cuadro de costumbres, un pronóstico de ciertas reacciones en el receptor o receptores.
Brevemente, lo que me propongo es razonar esta decisión metodológica y desarrollar una teoría (aún provisoria y parcial) del texto basada en las ideas semióticas de **Charles Sanders Peirce**. Con todo lo vago, —312→ y quizás demasiado amplio que pueda parecer a primera vista el concepto peirciano de **signo**, me aventuro a sugerir que puede utilizarse con fruto en toda su amplitud si se aplica, primero a la definición y, luego, a la subsiguiente investigación del fenómeno, verdaderamente calidoscópico, del texto. En esta más bien estática definición, se acentúa la sintaxis (estructuras de signos y su relación jerárquica), mientras que el significado y el uso (los aspectos semánticos y pragmáticos) se difuminan y hasta se ignoran. Un texto debe considerarse una unidad **SEMÁNTICA**: una unidad, no de forma, sino de significado.
(Halliday y Hasan, 1976: 1-2)
**Textura** es la propiedad de conexión, resultado del establecimiento de relaciones lexicogramáticas que enlazan entre sí las partes del texto; y el texto deriva su textura del hecho de que funciona como una unidad significativa con respecto a su situación contextual, es decir, a su entorno sociocultural. El texto no necesita ser definido.
(1981: 228)
De Beaugrande y Dressler, 1981). Un enfoque comunicativo como el de Bertinetto, que trata el texto como manifestación del uso lingüístico, va más allá de la Lingüística textual y se acerca a una perspectiva semiótica aunque sin aprovechar conceptos de la teoría de los signos. Van Dijk define el texto, contraponiéndolo a discurso (o expresión verbal), como «la noción abstracta de TEXTO, subyaciente a lo que intuitivamente se conoce por ‘discurso conexo’» (Van Dijk, 1972: 1). En palabras de János Petöfi:
—315→
Para un productor o receptor de un objeto verbal hablado o escrito, un texto es un objeto que, a su juicio, en una determinada situación comunicativa puede/debe ser tratado como una totalidad completa y conexa. Esta opinión se basa en factores extra-textuales que a la hora de la recepción tienen un impacto decisivo en el análisis/interpretación de los factores intra-lingüísticos.
(1986a: 545)
Si el «analizante» puede más o menos libremente decidir qué propiedades hay que considerar «esenciales» en un objeto verbal tal como existe en la realidad, para poderlo calificar de texto, habría que concluir que «ser un texto» está exclusivamente determinado por el propósito del análisis. Por ello, en lugar de continuar con más definiciones inspiradas en la Lingüística, trataré de señalar cómo la concepción semiótica del signo se aplica a la definición y operacionalización de mensajes verbales escritos de todo tipo. El propósito —316→ del presente estudio es estudiar los signos textuales, su papel en la comunicación humana y lo que significan. No obstante, la clase general de textos escritos incluye definitivamente un amplio espectro que desde la poesía y a través de obras religiosas, filosóficas e históricas, llega al periodismo, y luego a los informes de ciencias naturales y sociales y hasta las pruebas matemáticas.
(1982: vii)
Que la lectura del texto pueda ser lineal, a saltos hacia adelante y atrás, o reversible, cobra dimensiones dramáticas en la lectura rapsódica del texto electrónico.
Esta limitación no parece demasiado seria, porque no ha impedido que se escribieran gramáticas adecuadas: la gramática establece la estructura de la oración; el hablante produce una oración en consonancia con esta estructura, proporcionando una determinada secuencia de oraciones.
(citado en Saporta y Sebeok [1959] 1972: 43-44)
(Montague y Schnelle, 1972: 5)
El propósito de una teoría lingüística es proveer un método de procedimiento mediante el cual un texto dado puede ser comprendido a través de una descripción auto-consistente y exhaustiva.
([1943] 1961: 16)
La aparente ceguera de Chomsky ante la Semántica repercutiría fuertemente no sólo en la Lingüística chomskiana «pura» sino también en el análisis lingüístico aplicado (esto es, el análisis lingüístico que utiliza métodos lingüísticos o -en el caso del estructuralismo- métodos «lingüísticos»). Gracias a este engranaje de unos elementos en niveles o planos de integración cada vez más altos, estamos obligados a tratar la lengua como una sola fase del comportamiento humano, estructuralmente integrada en él.
(Pike, 1967: 484)
Incluso introduce la noción y el término hiper-comportema (1967: 130) como unidad mayor y compleja del comportamiento humano, mixto de verbal y no verbal y ejemplificado por Pike en sus análisis de un servicio religioso, un partido de rugby y un desayuno familiar. A pesar de las diferencias que median entre la Antropología funcional de éste y la Antropología estructural de aquél,154 ambos investigadores ponen énfasis en la íntima relación entre el comportamiento verbal y el no verbal, y ambos describen y analizan los signos simbólicos (verbales y no verbales) como entidades enraizadas en la cultura humana y condicionadas por ella. Éste último, del que el método dinámico-procesal de Peirce es el ejemplo modelo, está mejor —322→ equipado para describir el flujo del lenguaje y en el lenguaje, que un sistema como el estructuralista que, con su carácter estático de oposiciones binarias, ha sido diseñado precisamente para detener flujos. 155 A partir de los años sesenta, a medida que surgían, las teorías sobre textos fueron adquiriendo diferentes nombres y etiquetas como «lingüística de textos», «procesamiento de textos», «textología», «gramática de textos», «gramática del discurso», «teoría del texto», «análisis del discurso», «pragmática de textos», «semántica de textos» y finalmente «semiótica del texto», que no por ser la última es por ello menos importante. Según esta visión, la intuición permite al lingüista «identificar, toscamente, éticamente, con un amplio margen de error algo de las características en los datos antes de aplicar sus rigurosos procedimientos émicos a este material para llegar a un refinamiento estructural de aquel material» (Pike, [1954] 1967: 224). Yo he optado por conservar los componentes semánticos por una razón sencilla: después de establecer la estructura de una secuencia lingüística, me interesa poder saber lo que significa -no sólo que esté bien formada-, pues el lenguaje es ante todo un sistema comunicativo.
(Pike, 1967: 225 nota)
Lo que se subraya en la cita -la intuición como paso inicial en el proceso de descubrimiento, intuición de la cual debe arrancar el ímpetu hacia un razonamiento lógico- evoca claramente el concepto peirciano de **abducción**, o razonamiento instintivo, que si bien posee un carácter radicalmente conjetural, constituye un método de razonar en absoluto infalible pero por lo menos plausible. Hay que reconocer que la línea formal de investigación lingüística ha producido nuevos e inteligentes modelos de análisis y de pensamiento; pero mientras ofrecía una válida alternativa a su (en gran medida impresionista) predecesor, la estilística literaria, como respuesta definitiva estaba destinada a fracasar. El otro camino fue el estructuralismo. En la segunda parte de este artículo, que será publicado en el próximo número de la revista Signa, expondré detalladamente la relevancia de la amplia noción, semiósica, del signo de Peirce y su visión del signo textual para elaborar una teoría textual, o textología basada en el ideario peirciano.
Estocolmo: Almqvist & Wiksell. Schmid. Poetica 22-3/4, 436-487. Hamburgo: Helmut Buske. Berlin: Mouton de Gruyter. Hamburgo: Helmut Buske. La Haya: Mouton. Tübingen: Niemeyer. Nueva York: Holt. «Symbolic Argument and Beyond: A Peircean View on Structuralist Reasoning». Poetics Today 13-3, 407-423. Paris: Hachette. Londres: Longman. «Discourse Analysis». Language 28, 1-2. Copenhague: Akademisk Forlag. Oxford, Nueva York, etc.: Pergamon Press. Hamburgo: Helmut Buske. Bloomington, IN: Indiana University Press. Braunschweig: Vieweg. Chicago, IL: University of Chicago Press. «Report: European Research in Semiotic Textology: A Historical, Thematic, and Bibliographic Guide». Folia Linguistica20-3/4, 545-571. Berlin: Mouton de Gruyter. La Haya: Mouton. Hildesheim y Nueva York: Georg Olms. Paris: Payot. Bloomington, IN: Indiana University Press. La Haya: Mouton.