Perspectivas sobre la Pobreza: Vives, Soto, Robles y Giginta
1- ¿Cuál es la percepción del pobre que tienen Vives, Soto, Robles y Giginta?
Vives:
Vives no se centra en cómo deben intervenir las autoridades públicas con los pobres, sino en el comportamiento que estos deben tener. Considera que la limosna atenúa la pobreza y propone límites para esta.
Atribuye a las autoridades públicas la responsabilidad sobre los mendigos.
El remedio que propone Vives para la pobreza es su supresión, imponiendo la obligación al trabajo.
También considera que los forasteros deben ser expulsados a sus lugares de origen. El mandato del trabajo se establecerá mediante asignaciones o la realización de obras públicas municipales. Quienes no tengan trabajo deberán ser alimentados por colectivos.
Asegura que, si se lleva a cabo todo lo que propone, el honor de la ciudad aumentaría, los delitos y robos disminuirían y los ciudadanos estarían más tranquilos. Todo esto sería un instrumento para la nueva ciudad renacentista. Las autoridades intervienen.
Soto:
Sus críticas se dirigen a los reformadores de la pobreza, considerando que actúan más por rechazo que por caridad y misericordia hacia los pobres. Soto rechaza las ideas de Vives.
Para Soto, no son admisibles las medidas restrictivas de la mendicidad. Defiende la libertad del pobre para buscar socorro donde estime oportuno.
Los poderes públicos solo deben encargarse de la distinción entre “Falsos y Verdaderos Pobres”. Para ser pobre, hay que carecer de lo necesario para el sustento propio y el de la familia. Soto no se opone a la limosna por caridad, ya que es una cuestión de conciencia en el ámbito religioso, aunque debe conducirse en virtud de criterios materiales de pobreza.
No se debe restringir el derecho a la mendicidad, aunque puede prohibirse fuera de las localidades de origen, siempre que cada localidad mantenga a sus pobres.
Por último, Soto rechaza el encierro de los pobres en instituciones de beneficencia.
Robles:
Se muestra a favor de las medidas de control de la mendicidad. Nadie puede pedir en la calle sin haber sido examinado como pobre. Solo los pobres acreditados podrán mendigar en las calles, y menos fuera de su localidad. Está a favor de la ampliación de competencias estatales y de la división de la vida política y religiosa. Considera que las autoridades civiles deben encargarse del control de la mendicidad y las administraciones de los hospitales y el socorro de los pobres. Robles dice que la pobreza se aborda a través de la obligación al trabajo, porque no considera la mendicidad una cuestión de caridad, sino un problema económico y político. El trabajo es un instrumento básico para la supresión de la mendicidad. Robles pretende suprimir la mendicidad mediante un eficaz sistema público de ayudas, cuyos recursos se obtendrían por dos vías:
- Públicas: Donativos
- Privadas: Donativos de la Iglesia. Los políticos tienen que ocuparse de recaudar, controlar y administrar las limosnas.
Giginta:
Realizó un examen de la pobreza del S.XV. Impulsó para dar solución a la mendicidad: “Las casas de la misericordia”. No se trata de encerrar a los pobres, ya que hay libertad de ingreso y abandono. En las casas de la misericordia, los acogidos recibían lo que necesitaban para su mantenimiento. Defiende la idea de fusión de establecimientos asistenciales en dos hospitales, uno para mendigos y otro para enfermos.
Giginta pide, además, que los gobernantes y los ricos empleen sus bienes para el alivio del desamparo de los pobres. Pretendía utilizar las casas de la misericordia para la reforma de los pobres, estableciendo obligaciones religiosas diarias y proponiéndoles una educación en un oficio, ya que, mediante la realización de este, se evita la mendicidad. Estas se financiaban por fundaciones benéficas, el trabajo de los acogidos y porcentajes de entradas de museos. Las casas de la misericordia trajeron consecuencias positivas como la eliminación de la exhibición de enfermedades, la multiplicación de la fuerza del trabajo, la regulación de salarios, el arrebato del ocio a los pobres y la reducción del desorden social.
Giginta mostró una decidida orientación hacia la intervención civil de la beneficencia.