Obras mas importante de azorin
Azorín, cuyo verdadero nombre era José Martínez Ruiz nace en 1873 en Monóvar, Alicante. En 1896 se establece en Madrid, donde colaboró en periódicos y revistas, fue crítico y traductor. A partir de 1904 adopta el pseudónimo de Azorín y colaboró en ABC como articulista. Y protagonizó ligeras incursiones en la política sobre todo entre 1917 y 1919 fue partidario del conservador Juan de La Cierva. Cuando estalló la guerra en 1936 huyó de España y se exilió en Francia. Terminado el conflicto, regresa y prosigue con su trabajo como periodista y escritor.
En 1967 muere en su casa madrileña a los 93 años.
Ensayista y re-escritor de clásicos españoles
Azorín siempre unió el respeto por la tradición y la tendencia hacia la novedad, el amor al aislamiento y la atención por todo lo que le rodeaba. Además de estos rasgos también dominan en sus obras los conflictos típicos de la sociedad moderna, es decir, la lucha entre arte y vida, realidad y ficción, la fugacidad a la que todo hombre está sometido etc.
Se caracteriza sobre todo por una estética noventayochista, en especial en los ensayos, su forma de expresión favorita. El escritor español concebía el mundo exterior como una idea que la humanidad tiene de las cosas y por eso llega a declarar que el arte es superior respecto a la vida, y la ficción literaria mejor que la realidad misma. En general, le gustaba la sencillez y la concisión expresiva. que transmite a través de su predilección por las personas, las cosas y los lugares humildes. Lo minúsculo, lo imperfecto, ocupa el primer rango para él, mientras que lo grande queda en un segundo plano, como de decoración.
También destaca su preferencia por las difuminadas fronteras entre lo real y lo ficticio, y su apego a la pintura y a los pintores que menciona en diferentes obras ( Velázquez, El Greco..) y por último su gusto por la descripción a través de matices semánticos y fónicos de las palabras. ( Ej: Grises azules, grises verdes(…) Gris de oro en las piedras). Destacan entre sus ensayos sus famosos artículos sobre “La generación de 1898” o “Un pueblecito: Riofrío de Ávila” (1916).
En segundo lugar , hay que destacar la afición que tenía Azorín por re-escribir los clásicos españoles, y es que decía que los clásicos tenían que evolucionar a la vez que las generaciones, por eso personalizó y actualizó desde su punto de vista varios de ellos. Destacan “Las Nubes”, una continuación inédita de la Celestina en la que Melibea acaba renegando el amor de Calisto, o “El Licenciado Vidriera” una reinterpretación de la vida de Don Quijote convirtiendo en “excusas” las aventuras del Quijote para criticar el retraso de España y la pérdida de ideales que ha sufrido la Humanidad.
Las novelas y los cuentos
Azorín se caracterizaba por su libertad creadora, es decir, la mezcla de géneros literarios y tanto sus novelas como sus cuentos son prueba de ello. En muchos casos, sus novelas parecen ensayos por un lado, y por otro, antologías de poemas en prosa, además la descripción y la reflexión filosófica prevalecen sobre la trama de la obra, que es muy delgada, y los breves capítulos a menudos son textos independientes dominados por una gran cantidad de figuras retóricas.
Una de sus primeras obras, “La Voluntad” (1902), supone una ruptura con los moldes narrativos decimonónicos y cuenta la vida de un joven escritor, Antonio Azorín y las enseñanzas que le da su maestro Yuste, quien resumen el mensaje pesimista de Schopenhauer y Nietzsche. Sigue narrándose en “Antonio Azorín” (1903) que concluye con la búsqueda de una solución a los conflicto entre el yo y la realidad sugiriendo la literatura como la clave para ello. La trilogía termina con las “Confesiones de un pequeño filósofo” (1904) que más que una novela es una serie de semblanzas autobiográficas del autor. Estas, junto a “Don Juan” y “Doña Inés” forman parte de su primera etapa como novelista.
La segunda parte de su producción la forman nueve novelas publicadas entre 1928 y 1944 y todas ellas se caracterizan, desde “Félix Vargas” (1928), por la falta de trama y versan, de forma metafórica y obsesiva, sobre los trabajos de un escritor o sobre la compleja relación entre el artista y el mundo que lo rodea. Además , añade un sinfín de referencias eruditas a obras literarias, históricas, filosóficas, etc.
Tras una pausa de doce años, Azorín regresa a la novela con “El Escritor” (1942) y “El Enfermo” (1943) donde recobra cierto gusto por la trama y también publica “Capricho”, que trata un tema muy difundido del s XX: la ausencia de una visión certera y única de la realidad y el subjetivismo total que predomina en los hombres.
Las tres últimas novelas salen a la luz en 1944 y giran alrededor de mujeres independientes, enigmáticas y melancólicas, que prefieren la meditación y la lectura a la pasión amorosa. Aunque la que mejor resume su interpretación de la vida es “La isla sin aurora”, que cuenta el viaje de tres escritores a través del Pacífico que consiguen al término de sus aventuras encontrar la meta fundamental: el equilibrio y la sabiduría.
Respecto a los cuentos de este autor, giran alrededor del contraste arte/vida y del misterio que envuelve al mundo y se colocan en la frontera entre poema en prosa, ensayo, y narración. Lo más significativos son “Blanco en azul” (1929) y “Cavilar y contar” (1942) además de los relatos que hablan de la nostalgia de España en su destierro francés “Españoles en París” o “Pensando en España”
Producción teatral
Casi todas sus piezas de teatro se publicaron en un reducido pero intenso período: la segunda mitad de los años 20. Azorín muestra atención por las novedades que llegan de Europa, y por ejemplo, defiende que la puesta en escena juega un papel muy importante en el texto teatral, influencia francesa. Pero al mismo tiempo nunca reniega de sus convicciones y aboga por una postura antinaturalista en la escritura y en la realización dramática; inserta sus temas preferidos, como son la relación real/ficticio, o el enigma de la muerte. No alcanzará la cumbre en su producción dramática hasta que se aleja de la comicidad y hace hincapié en el miedo del fluir del tiempo que conduce a la muerte. Destacan “Old Spain!” (1926), la trilogía de “Lo invisible” (1927) o “Angelita” (1939).