Modelo conservacionista de desarrollo
I. CAMBIO CULTURAL, DESARROLLO Y SUSTENTABILIDAD AMBIENTAL
A. DESARROLLO DE UNA CULTURA SOBRE EL USO DE LOS RECURSOS NATURALES Y LA CALIDAD DE VIDA *
1. Hacia nuevos paradigmas del desarrollo
Se debe reconocer que para mejorar la situación ambiental, se necesita construir nuevos paradigmas que contribuyan a redefinir el desarrollo, adoptando una modalidad distinta, cuyo estilo esté conciliado con la naturaleza. Parece de toda lógica rechazar la sola simpleza de agregar el adjetivo de sustentable al desarrollo. Al plantear la necesidad de un desarrollo sustentable, sin que éste vaya acompañado de cambios estructurales profundos, se está sugiriendo en el fondo que se perpetúe el actual desarrollo. Ello permitiría mantener viva una noción y sus prácticas, que debían haber sido condenadas por sus efectos devastadores para el medio ambiente.
Sobre la base de los documentos de Nicolo Gligo “Rol del Estado y de los sectores privados frente al desarrollo de una cultura en el uso de recursos naturales de la calidad de vida del hombre”, presentado en el Primer Congreso Mundial de Profesionales de la Agronomía. Santiago de Chile, 1994, y “¿El fin de la historia o la historia sin fin?”, presentado en la conferencia internacional “¿Hacia dónde va el mundo?”, organizada por la Fundación para la Democracia y el Medio Ambiente de la República Federal de Alemania, Berlín, 1992.
Se puede hablar en su nombre, ya que ninguno posee identidad propia, social o cultural. De esta forma, suele plantearse un discurso en extremo normativo, pero sumamente irreal, que por absolutizarse, produce el efecto contrario, esto es, una mayor insustentabilidad.
¿Cuáles son, entonces, las simientes que se necesita hacer germinar y cultivar para provocar este difícil cambio?
2. Vías para el cambio cultural
Para acercarnos a un cambio cultural profundo que permita revertir la creciente insustentabilidad ambiental de la modalidad de desarrollo prevaleciente en el mundo, es necesario transitar a través de un cambio valórico en que nuestros fines de desarrollo se identifiquen con las necesidades axiomáticas fundamentales del ser humano.
Supone, además, desarrollar un sentido de enfoque integral, holístico, que permita comprender la totalidad, la interacción, que supere
Está meridianamente claro que, incluso en un mismo sector de la economía, coexisten distintos actores sociales cuya relación con los recursos naturales es generado por múltiples factores, como son la necesidad de supervivencia, la rentabilidad de su explotación, los sistemas de propiedad y de tenencia, la estabilidad y la vulnerabilidad ecosistémica, las incertidumbres y los riesgos, etc. Así, en la agricultura —aunque es tarea difícil—, podemos acercarnos a una tipología de actores sociales de heterogénea conformación y de diferentes racionalidades, no exentas, muchas veces de conflictos entre sí.
Ello equivale a transitar por el camino político en función de la dictación de leyes, reglamentos y normas generadas de las instancias de concertación.
3. Cambio cultural y desarrollo científico
La rápida evolución de la ciencia y sobre todo de la tecnología abren una serie de interrogantes para el futuro. Todo lo anterior pone en tela de juicio los valores de la
ciencia y del progreso científico. Ello plantea, en consecuencia, el desafío de humanizar las ciencias, lo cual necesariamente obliga a preguntarse cómo poder incorporar al conocimiento científico nuevas orientaciones axiológicas que son extrínsecas a éste, y luego, cómo llevar a cabo estas intromisiones sin deformar la verdad.
En este punto de inflexión, el cambio de la cultura ambiental debería ser capaz de modificar los paradigmas científicos para signar las ciencias en función de la supervivencia del planeta como ente viviente.
B. NATURALEZA Y CRECIMIENTO, AMBIENTE Y DESARROLLO: EL SALTO CUALITATIVO *
La creciente complejidad de la temática del medio ambiente, el dinamismo conceptual que posee el tema, las notorias diferencias en las definiciones de él, y sobre todo su aporte cada vez más importante en las estrategias de desarrollo, conducen a una reflexión en torno a la evolución y utilización de esta dimensión.
Versión revisada del artículo de Nicolo Gligo “Naturaleza y crecimiento, ambiente y desarrollo: el salto cuantitativo”, publicado en la sección editorial de Ambiente y desarrollo, vol. 9 a 14.
Aparecíó entonces el medio ambiente como algo claramente distinguible, con significado, cuantificable, mensurable. El medio ambiente, concebido así, se configuró como la síntesis de elementos concretos resultantes de la desagregación de determinados recursos de la naturaleza.
En este desafío la incorporación de la dimensión ambiental presupone que el proceso de desarrollo sea sustentable en el largo plazo y logre para las distintas sociedades un medio ambiente adecuado. ¿Por qué el medio ambiente como dimensión se empezó a plantear en forma explícita sólo hace unas décadas?
En la medida que estos procesos impactan a la sociedad agotándose los recursos, perdíéndose la capacidad natural de recuperación ecosistémica, o superando la capacidad de asimilación de residuos, el costo se convierte en un factor de presión política. En las últimas décadas, esta presión se ha incrementado por la creciente dimensión del costo ambiental y por la desigual distribución social de los afectados.
El desafío fundamental es de hoy; la atención por la supervivencia de esta generación eclipsa cualquier preocupación por lo que pasará en el futuro.
¿Hasta dónde se ha avanzado para hacer claridad sobre la problemática ambiental en nuestros países? ¿Por qué esta problemática ha sido en muchas ocasiones manipulada pese a los esfuerzos e intenciones tanto a nivel regional como interno?
Hay una tendencia moralizante en los que propician el cambio de
actitud ambientalista. La realidad objetiva hace que las relaciones del hombre con el medio natural sean cada vez más complejas; por ello lo que es necesario transformar no es la ética ciudadana sino las estructuras y relaciones sociales que condicionan los comportamientos de los miembros de la sociedad en relación a la naturaleza.
Sin dejar de desconocer la utilidad y necesidad de los estudios técnicos, no cabe duda que la problemática ambiental es mucho más que eso.La dimensión social es parte de la evolución de la propia naturaleza; la humanidad es la consecuencia de infinitos procesos de adaptación y creciente complejidad de las estructuras bioenergéticas. El problema ambiental es el resultado de la modalidad específica que ha adoptado la especie humana. No es un problema metafísico, no es el destino previamente fijado, sino que es una crisis producida por la propia adopción de formas de “desarrollo” que generan la situación ambiental.
La real comprensión de lo que el medio ambiente significa y, sobre todo, de cómo se le está utilizando, permitirá hacer proposiciones correctas y efectivas para hacer más eficiente y menos manipulada esta incorporación.
En este sentido, es mucho lo que se puede hacer a través de las organizaciones de la comunidad; es la sociedad la que debe sufrir diariamente por la agudización de los problemas ambientales y es ella, en consecuencia, la que debe expresarse y hacerse sentir para que éstos se solucionen. Por ello es que a futuro la educación ambiental toma especial relevancia para que la sociedad pueda, con conocimiento de causa, hacer los balances de su situación y, de esta forma, hacerse sentir en los organismos de expresión ciudadana.
Son varios los desafíos que la inserción de la temática plantea.
¿Cuáles serán los criterios para valorizar socialmente estos elementos? ¿Cuáles son los esfuerzos para evaluar económicamente los recursos? ¿Qué programas se adoptarán para confeccionar inventarios patrimoniales? ¿Cómo contribuirá al tema la elaboración de cuentas patrimoniales? ¿Cuál es el valor social de recursos potenciales futuros en especial de bancos genéticos?
¿Cuáles son las racionalidades de ellos para el tratamiento de sus recursos? ¿Qué costos ambientales se consideran “externalidades”?
¿Cómo demostrar que la interacción ecosistemática se puede traducir en el uso más eficiente del ambiente?
Es necesario tener cuidado para que las ramas no impidan ver el bosque.
Extracto revisado del artículo de Nicolo Gligo “Política, sustentabilidad ambiental y evaluación patrimonial”, publicado en Pensamiento Iberoamericano, Nº 12, Madrid, Julio-Diciembre, 1987, pp. 23 a 39.
Estos conceptos permiten conocer las condiciones específicas en la que se encuentra el sistema y las transformaciones del mismo por unidad de tiempo. El estado del sistema es el modo de existir en función de sus componentes o arquitectura y de sus procesos o funcionamiento o fisiología.
Definir los tiempos de la sustentabilidad en función de los horizontes de estrategias de desarrollo de largo plazo es optar por una razonable definición práctica.
La cuestión de los plazos, ya expuesta cuando se esbozó una definición de sustentabilidad ambiental, es básica para prever aceleraciones de procesos que podrían tender a alterar la estabilidad.
Obviamente, una sociedad que no posee o le es muy costoso adquirirlo, tendrá menos posibilidad de efectuar transformaciones sustentables.
En este caso deberá, por ejemplo, dominar la tecnológico que le permita evitar la erosión, como cultivos en curvas de nivel.
D. EL DEBATE EPISTEMOLÓGICO EN LA INTEGRACIÓN DE LA DIMENSIÓN AMBIENTAL *
Generalidades
Una de las preocupaciones importantes de los últimos años ha consistido en otorgar a la regíón de América Latina y el Caribe un planteamiento sobre el desarrollo que avance claramente por sobre los esquemas exclusivamente basados en el crecimiento económico. Ello no ha sido ni es fácil, ya que, sin lugar a dudas, la modalidad de desarrollo predominante adoptada por los países de la regíón tiene marcados déficit de equidad y de sustentabilidad ambiental.
La tarea es compleja.
1. Las categorías de análisis
No obstante el esfuerzo histórico para tratar de enriquecer los debates regionales, y reconociendo los avances obtenidos en los últimos años, persisten las dificultades nacidas de la utilización de categorías de análisis tradicionales —en su mayoría provenientes de la economía—, que impiden la integración eficiente de otras disciplinas.
Su construcción ha debido enfrentar serios problemas operacionales derivados de la ausencia de categorías de análisis sobre desarrollo integral y de la utilización de las ya tradicionales categorías económicas.
También es indispensable entender la jerarquía de las causalidades, lo que presupone dominar claramente el comportamiento de las leyes naturales para poder establecer los márgenes de modificación ambiental permisibles dentro de estrategias de sustentabilidad de largo plazo.
2. La comprensión del problema
El modo más rudimentario de examinar la dimensión ambiental se basa en el esfuerzo por incorporar análisis económicos a procesos ambientales y al uso de los recursos naturales. Esta posición lleva implícito un marcado reduccionismo y, además, está signada por la contradicción casi ontológica que plantea el crecimiento económico y el incremento de la sustentabilidad ambiental de las transformaciones.
Por ello, la búsqueda de soluciones supone la necesidad de explorar formas de encarar el problema de manera interdisciplinaria. Se concluyó, en definitiva, que no se podía innovar ni adentrarse en la temática de la sustentabilidad ambiental del desarrollo sin tener un sustento basado en las ciencias naturales, que permitiera facilitar los esfuerzos interdisciplinarios. Hasta entonces, no se habían llevado a cabo iniciativas de este tipo, sino que se había tratado de interpretar la problemática ambiental en el marco de las leyes de la economía, lo que nunca llevó a resultado positivo alguno por los distintos enfoques y niveles de abstracción de las ciencias.
El temor por la complejidad que significa abordar seriamente el tema ha llevado a algunos a evitar su serio análisis, rotulando cualquier intento de interpretación basado en la información existente, con el peyorativo apelativo de “denuncia” de los
2Véase Osvaldo Sunkel y Nicolo Gligo (comps.), Estilos de desarrollo y medio ambiente en la
América Latina, serie Lecturas, Nº 36, México, D.F., Fondo de Cultura Económica, 1981, 2 vols.
sectores “ambientalistas” o “ecologistas”. Estas denominaciones no se compadecen con los avances alcanzados sobre el tema.3No obstante, las descalificaciones se nutren a veces de la verificación de los déficit reales sobre información ambiental que existen en la regíón.
La falta de interés por generar mayor cantidad de información, que además sea más confiable, no tiene una explicación neutra. Cuanto menos información se tenga hay menos posibilidades de crear conciencia en la opinión pública y por ende, de repercutir en los estamentos políticos para que se realice una gestión ambiental adecuada. No obstante, dada la situación de agotamiento de los recursos naturales y deterioro ambiental, en la actualidad, esta problemática debería enfocarse de manera inversa: habría que insistir en la necesidad de realizar estudios científicos que demostraran que no existe ni deterioro ni agotamiento.Los artilugios que normalmente se utilizan para calcular el producto interno bruto o los índices de inflación muestran lo débil que es la información para servir de base a la gestión económica en los países.
Ahora bien, la economía y la ecología merecen algunos comentarios.
3. El conocimiento de la economía
Es indudable que enfrentar la profundización y la mayor incorporación del medio ambiente en el desarrollo exclusivamente con las armas de la economía “tradicional” lleva al fracaso, pues no hay respuestas en las ramas tradicionales de la economía para la problemática ambiental. Aquí se inscriben los estudios del Club de Roma (Los límites del crecimiento) y una pléyade de pensadores destacados, como Boulding, Ehlirich, Meadows, Dubos, Mesarovik, Assimov, Brown, y Tinbergen.
Sin embargo, los esfuerzos basados en la economía para lograr una visión holística en la cual incorporar la temática del medio ambiente y de los recursos naturales, adquieren fuerza en la denominada Economía Ambiental.
Sus dos principales ramas, corrientemente aceptadas — la economía de la contaminación y la economía de los recursos naturales— han avanzado en temas tan importantes como la determinación de los valores de existencia y opción, las tasas de explotación, el valor de la preservación, planteamientos que en general se traducen en esfuerzos para superar la circularidad económica tradicional, como son examinados por Baumol, Oates, Kneese, Ayres, Buchanan, Lerner, Turvey, Peterson, Hotelling, Pearce, y otros investigadores.
Otro error que suele constatarse es el derivado de homogeneizar los territorios, ya sea por la escala y niveles que se trabaja, y por la inferencia que se hace de investigaciones de escasa cobertura.
Esta falta de coordinación ha generado la introducción de modelos de desarrollo agrícola francamente depredadores, que se ha traducido en procesos graves de desertificación, erosión, salinización y agotamiento de los suelos.
Posiblemente es en el conocimiento de la unidad ecológica, el ecosistema, donde debe centrarse el esfuerzo básico. La ecología basada en zonas de vida, en que se incluye el concepto de sucesión, aporta importantes avances para incorporar adecuadamente los resultados de esta ciencia en las estrategias de transformación del medio según Holdridge.
Se hace indispensable pues, incursionar en temas referidos al cambio de estado, las sucesiones ecológicas (según Odum, “la comprensión de las sucesiones ecológicas proporciona las bases para resolver el conflicto entre el hombre y la naturaleza”),4los balances energéticos, los balances de nutrientes, etc., todos los cuales que deben proporcionar las bases para entender los
4E.P. 262-270.
cambios estructurales del ecosistema, su resiliencia y su entropía. No cabe duda de que el conocimiento de los atributos y del funcionamiento de los ecosistemas permite comprender sistemas de mayor artificialización, ya sean agrosistemas, hidrosistemas o urbosistemas.
Un subsidio o un impuesto no pueden cambiar la ley de la gravedad o modificar la segunda ley de la termodinámica.
5. El enfoque multidisciplinario e interdisciplinario
Para superar los enfoques reduccionistas se plantea la necesidad de un enfoque interdisciplinario y holístico, el cual tiene que ir mucho más allá de la economía y la ecología. Sin embargo, por su complejidad, no obstante tenerlo como marco de referencia, se hace necesario establecer directrices y acciones realistas y operativas.
La ecología no nace de la ética, como la economía,5pero se relaciona con ella al introducir el concepto de permanencia de la vida.
El segundo nivel disciplinario que es necesario tener presente es el político. No hay incorporación de la dimensión ambiental si el tema no se asume como sujeto político que otorgue jerarquía y prioridad a la toma de decisiones. Es indispensable ubicar la dimensión ambiental en este contexto, para analizar la viabilidad de las políticas ambientales.
La sociología tiene un papel muy importante en relación con el estudio de las tipologías de racionalidades que poseen los diversos y
5No obstante que actualmente la economía está tan alejada de la ética, no hay que olvidar que en la cultura helénica, la economía formaba parte de la ética. (Véase Aristóteles en su Ethica Nicomachea. )
No se trata de profundizarlas sino de llamar la atención sobre su presencia.
E. LOS DÉFICIT AMBIENTALES DEL PENSAMIENTO ECONÓMICO *
1. Teorías económicas y medio ambiente
En los últimos años, numerosos estudios han tratado de analizar e interpretar la relación desarrollo-medio ambiente. Muchos investigadores opinan que la preocupación por la problemática ecológica es muy reciente debido a la crisis ambiental que se está viviendo en la regíón (García Hurtado y García D’Acuña, 1981; Mansilla, 1981). Sin embargo esta ha existido desde la antigüedad. En la época actual lo más probable es que los sectores dominantes y los centros de decisión hayan recogido las preocupaciones debido a que estos mismos sectores se han sentido amenazados.
Extracto revisado de Nicolo Gligo, “Medio ambiente y recursos naturales en el desarrollo latinoamericano”, en El desarrollo desde dentro. Un enfoque neoestructuralista para la América Latina,. Osvaldo Sunkel (comp.), serie
Lecturas No 71, El trimestre económico, México, D.F., Fondo de Cultura
Económica, 1991, pp. 233-280.
La crisis política que implica el problema demográfico y su presión sobre los recursos creó numerosos estudios en el mundo y, en particular, en América Latina (CEPAL, 1974; Fucaraccio y otros, 1973; Meadows y otros, 1972; Chaplin, 1972). Es posible que muchos de esos estudios generados a través de efectos demostrativos de otras regiones hayan servido para aprehender la problemática ambiental de la regíón a través de esa vía.
Estas críticas llevaron a ciertas conclusiones básicas para los esfuerzos de incorporación de la dimensión ambiental en la planificación y gestión del desarrollo.
Así, aparecen autores que plantean que los sistemas de propiedad condicionan el uso de los recursos y, por ende, son la causa básica de los problemas ambientales.
6Para su crítica véase E. Melnick (1981).
Así aparece el informe al Club de Roma preparado por el Massachusetts Institute of Technology (Meadows y otros, 1972; Mesarovic y Pestel, 1975), que influyó en abrir el debate sobre las perspectivas del desarrollo mundial con crecimiento cero de población y con reducción del crecimiento económico. La respuesta latinoamericana a este planteamiento fue la del Modelo Mundial de la Fundación Bariloche que apuntó a la necesidad de estrategias redistributivas, orientadas preferentemente a la satisfacción de las necesidades básicas en lugar de plantearse límites físicos (Herrera y otros, 1971).7A estas ponencias hay que sumar una serie de trabajos derivados de posiciones neomalthusianas (Brown, 1972; Ward y Dubos, 1972).
(Commoner, 1976). Este concepto es profundizado para asociarlo claramente con las estrategias de desarrollo.
Las principales conclusiones son:
i) El mercado, en muchas ocasiones, no es un mecanismo adecuado para percibir los aspectos ambientales del desarrollo, se manifiesta con un claro desfase temporal. Este hecho introduce la importancia, desde el punto de vista ambiental, de la planificación a largo plazo;
Por otro lado, hay esfuerzos para no internalizar algunos costos derivados del uso del medio físico que bien podrían ser evaluados.
Todos estos bienes no pasan por el mercado o pasan en forma muy tangencial como es el caso de la fauna. Es normal que los propietarios de la tierra consideren que esos recursos ambientales son parte integral del bien que poseen.
Mucho más incómoda es la posición de los teóricos frente al esfuerzo por hacer entrar en el mercado a los recursos que no están en el circuito económico.
Pero, donde se han centrado los esfuerzos es en demostrar que otros bienes, que son cuantificables desde el punto de vista económico, sean considerados en América Latina como externalidades. Ejemplo de esto es toda la infraestructura o el ambiente
creado artificialmente para dar el riego. En muchas ocasiones, se parte de la base de que estos bienes y su mantención corresponde a externalidades para las explotaciones y sus mantenciones son desde el punto de vista privado de costos cero.
Esto resulta lógico si se tiene en cuenta que el productor capitalista trata de obtener el máximo de rentabilidad en la inversión de sus capitales. Por otro lado, el productor que trata de sobrevivir menos piensa en el largo plazo.que no ha sido resuelto a pesar del cuidadoso trabajo de los más distinguidos especialistas en la materia” (Baumol y Oates, 1982).
El economista tomará como sus únicos datos objetivos las inescrutables valoraciones de los individuos.
Esto choca con los problemas inmediatos y agobiantes que está viviendo la regíón y plantearlo carece de sentido político y realista. Este hecho está estrechamente ligado con la tasa de descuento. No cabe la menor duda que una tasa de descuento del valor actual de la demanda futura implica necesariamente introducirse en el terreno de la ética, ética que necesariamente tiene que plantearse hacia las necesidades futuras.
de sus recursos agotables. Indiscutiblemente que los agentes económicos no pueden sustraerse a este dilema moral. Aquí realmente la teoría económica presenta serias limitaciones para poder superar este tipo de problemas morales y éticos.
Sin embargo, estos flujos son el resultado de la utilización del acervo de recursos naturales y medio ambiente, es decir, del patrimonio natural, proceso en el cual éste se altera tanto en forma positiva como negativa. La experiencia muestra que existen procesos de creación patrimonial vis-à-vis a graves problemas de deterioro del patrimonio. Las transformaciones del patrimonio, salvo casos catastróficos, año a año, son casi imperceptibles; en consecuencia, el patrimonio en la planificación de corto plazo aparece como constante. Sin embargo, en el largo plazo la influencia de las variables de flujos pueden ser muy significativas por lo que debieran estudiarse cuidadosamente en todo ejercicio de planificación y de gestión del desarrollo.El desarrollo, concebido en función de la transformación del patrimonio, permite valorar con más profundidad, por una parte, la mayor sustentabilidad de ciertas políticas de largo plazo, y por la otra, las
Bibliografía
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