La Conciencia Moral: Guía y Criterio de Actuación
La Conciencia Moral Humana
a) Su Peculiar Índole
Podemos entender la conciencia moral como el conocimiento moral de las acciones. Además, podemos ver diferentes características, como que tiene función de guía y de criterio de actuación; se manifiesta como un juicio peculiar, en el querer voluntario y en el sentir afectivo y como voz de alerta sobre la corrección o incorrección moral. Además, implica 3 dimensiones: la intelectiva, la volitiva y la afectiva, es decir, a la totalidad de la persona.
b) La Dignidad de que Goza
La naturaleza de la conciencia se puede entender como una voz interior que actúa como brújula moral. Aun en una sociedad materialista, se reconoce esta voz que nos guía en cuestiones importantes. La conciencia no es solo libertad de pensamiento, sino que afecta decisiones vitales y existenciales, y representa una dimensión objetiva que indica si nuestras acciones son correctas o no.
La conciencia no es subjetivismo, sino que tiene un componente objetivo. Nos habla sobre lo que percibe y se basa en nuestras acciones. Todos tendemos a juzgar moralmente a los demás y a nosotros mismos. Lo importante es reconocer que ciertas acciones son intrínsecamente malas, como lo comprenden incluso las sociedades más primitivas sin necesidad de educación moral formal.
La conciencia nos conecta con lo absoluto, permitiéndonos trascender y reflexionar sobre nuestra vida y más allá.
Sin conciencia, no podríamos aprender de nuestros errores ni ser sujetos morales. Este aprendizaje es diferente al instintivo, característico de los animales, aunque los humanos también aprenden a veces por instintos.
La conciencia garantiza nuestra moralidad y dignidad constitutiva, que debe ser respetada. Es esencial que nuestras acciones reflejen una moral digna. Moralmente, somos definidos por nuestras acciones, y es crucial respetar la conciencia individual, ya que nuestras decisiones provienen de nuestro interior. La conciencia guía a cada persona y no dicta lo que deben hacer los demás.
Autoridad y Fiabilidad de la Conciencia Moral
a) Autoridad y Fiabilidad
La conciencia es una guía fundamental para la acción moral, revelando el orden moral natural y ayudándonos a distinguir el deber. Actúa como un amigo que no solo dicta acciones, sino que también advierte. Es crucial obedecer a la conciencia con sinceridad, aunque es posible equivocarse al interpretar sus dictados.
La conciencia puede errar, así que es necesario mantener una objetividad realista, asegurándonos de que nuestras creencias coinciden con la realidad. Aunque debemos confiar en la conciencia, debemos hacerlo con cautela, porque la conciencia puede fallar, pero la verdad no.
En el cristianismo, la dirección espiritual implica recibir orientación moral, pero sin que otra persona dirija directamente nuestra conciencia. La verdad y el amor deben estar unidos, ya que la moralidad depende tanto del actuar correcto como del conocimiento y la aspiración a la verdad.
La objetividad en la conciencia es esencial para evitar la indiferencia moral, que caracteriza a la sociedad actual. Necesitamos contrastar nuestros juicios con la experiencia y el conocimiento general. Las dudas son valiosas porque fomentan la reflexión, esencial para la corrección y el aprendizaje.
La certeza no siempre indica verdad. Personas como Hitler y Putin creían estar en lo correcto, pero estaban equivocados. Es crucial buscar la verdad más allá de nuestras creencias personales. La soberbia, caracterizada por la falta de reconocimiento de errores, es peligrosa.
Los dilemas morales requieren sopesar los pros y los contras de las acciones para tomar decisiones informadas. En resumen, la conciencia es una guía valiosa, pero debe ser manejada con objetividad, reflexión y apertura a la verdad.
b) Verificación y Distorsiones de la Conciencia Moral
Para reconocer nuestros errores, necesitamos claridad y a menudo la ayuda de otros, ya sea una persona querida o alguien que consideremos irrelevante, ya que la verdad no depende de quién la diga. La verdad, independientemente de su fuente, nos permite descansar, aunque pueda ser dura. Las mentiras, en cambio, tienden a ser agradables al oído y al corazón.
No aceptar ciertas verdades que nos revela la conciencia conduce a la ignorancia. El grado de negligencia en nuestros actos se evalúa a través de nuestras biografías y psicologías únicas. Conocernos a nosotros mismos es esencial, ya que solemos opinar sobre los demás sin comprendernos del todo.
Familiarizarnos con lo bueno es crucial para apreciar su valor. Las personas que se esfuerzan por algo tienden a valorarlo más, mientras que aquellos que obtienen todo sin esfuerzo no aprecian las cosas buenas.
Von Hildebrand describe cómo la conducta moral y el conocimiento moral están interrelacionados, culminando en lo que él llama «ceguera moral«. Esta ceguera total puede surgir cuando ignoramos todo lo que no respalde nuestras posturas. Ignorar algo a fondo implica creer que lo conocemos muy bien, por eso se dice que la ignorancia lo conoce todo.