Interpretación y Diseño: El Usuario como Intérprete Activo
“hermenéutica”, “hermeneuiein”: la expresión de un pensamiento a través del lenguaje. El término se relaciona con el dios griego Hermes, «arte de la interpretación”.
Los objetos culturales son interpretados de diversas maneras. Hay interpretaciones prioritarias y dominantes.
Consideraremos cinco casos básicos:
Objetos diseñados para ser unívocos que pueden, sin embargo, ser interpretados de diversas maneras.
No dependen del diseñador sino de los usuarios y su formación, experiencia, expectativa e interés. Lo que funciona aquí es la imaginación, fundamental para el usuario y el diseñador.
Objetos que proporcionan significados varios contradictorios entre sí, es decir, excluyentes o paralelos.
Se da cuando se presenta un sacacorchos con forma de mujer.
Es muy común hoy día y se basa en la representación icónica.
Se puede buscar la contradicción de estos significados. Esto lo explotaron los diseñadores surrealistas. Lo que se busca es producir una “fricción” entre las dimensiones del diseño, generando la experiencia de su mutua repulsión.
Objetos que proporcionan varios significados armonizados entre sí, es decir, inclusivos.
Como una silla que se pueda convertir en escalera. Consiste en integrar funciones que reclaman formas diferenciadas que deben metamorfosearse entre sí.
El del equipo de música que integra radio, casete y lector de CD. El problema de diseño consiste en unificar las diferentes funciones en una única forma global.
Objetos que proporcionan varios significados exotéricos, es decir, que al destinatario le resultan obvios.
El sofá con forma de labios de Mae West, diseñado por Salvador Dalí. Adecuadamente situados en su contexto, reconstruyen la cara de la artista.
Objetos que proporcionan varios significados esotéricos, es decir, que no son obvios y requieren iniciación.
Es el del diseño modernista. Una silla es reconocida y usada como tal, pero los insectos que definen la forma de la mesa de las libélulas de Emile Gallee no son obvios, sino que presuponen el conocimiento del arte simbolista del último tercio del siglo XIX.
El diseñador debe definir lo que desea que el usuario interprete.
El usuario es activo ya en la percepción.
Es más activo aún en el uso.
En el Siglo XVI hubo una separación de las artes y las artesanías.
Desde finales del s. XVIII hubo una museificación creciente del arte.
El papel social del público residía en la pasividad. Pero en el New Beetle entramos, lo acomodamos, manejamos y transformamos.
La importancia creciente del destinatario como intérprete activo tiene gran sentido en una sociedad como la nuestra, que proporciona el espejismo del diseño como coparticipación. El virtuosismo, explotando todas las propiedades del medio informático, se ve en la confección personalizada de objetos para la práctica deportiva.
El diseñador debe comprender al público, conocer al usuario incluso mejor de lo que éste se conoce a sí mismo. El diseño debe satisfacer sus necesidades de la mejor manera posible. El diseñador debe ponerse a sí mismo en el papel del usuario-intérprete.
El acto de interpretar un producto es en gran medida el acto de interpretarse a sí mismo.
El diseñador proporciona pistas tanto para la correcta interpretación del objeto como para la construcción de sí mismo por parte del usuario.
Que los objetos sean interpretables conduce a la sostenibilidad cultural.
Todos estos objetos siguen hablándonos, superando la distancia temporal. Esa es la dinámica de la obra simbólica.
La diferencia reside más en las intenciones comunicativas.
Para referirse a esto, Hans-Georg Gadamer usó el término “clásico”. Lo clásico no es lo modélico, ni lo mesurado y proporcionado, ni un periodo en la historia de los estilos. Las sillas de Michael Thonet de mediados del siglo XIX son clásicas. Nuestra cultura del diseño industrial tiene muchos clásicos en este sentido. El MoMA de Nueva York tiene una colección permanente de objetos que todavía funcionan en nuestros hogares.
Cada vez aspiramos menos a lo clásico porque nuestra cultura se basa en el usar y tirar.