El lenguaje como expresión semántica de la conciencia
TEMA 3: LA EDUCACIÓN COMO ACCIÓN
Si la educación es acción y no un ser, el estudio de su naturaleza debe dirigirse al ámbito de la actuación humana. Deberá considerarse primero la actuación humana, para pasar luego a esa particular actuación que es la educación. Este criterio, además, deberá ser radical y esencial para que pueda orientar el análisis posterior de la variedad concreta. La consideración teleológica parece ser la mejor perspectiva de consideración de la actuación humana, por ser la finalidad el elemento que le confiere racionalidad.
En este caso hay que armonizar fin objetivo y subjetivo, y para ello es preciso ante todo distinguir uno de otro. El estudio de la educación o de cualquier actuación humana, en sí misma considerada, atiende lógicamente al fin objetivo, a la teleología propia de dicha actuación.
ACTUACIÓN HUMANA:
Se puede obrar bien y, al tiempo, hacer algo mal. La diferencia entre acción y actividad se da en la finalidad. En la acción, lo que se procura no es nada ajeno a ella misma; el que mira, mira por algo. Por otra parte, la actividad acaba en algún momento, no se puede estar construyendo durante toda la vida.
Se puede distinguir entre actividad y acción con las siguientes carácterísticas:
- La finalidad de la actividad es exterior a la actividad; la de la acción se cumple con ella misma
- La actividad es procesual; la acción es instantánea
- La actividad concluye en un producto final; la acción en ella misma
- En la actividad, alcanzar el fin es cesar de actuar; en la acción, es actuar
- Una actividad supone la manipulación; una acción lo deja intacto
Cada acto humano se mezcla de ambas, que son así dimensiones de toda actuación humana. Pero según lo dicho, mirar es principalmente una acción, y construir una actividad.
LA ACTUACIÓN EDUCATIVA: ENSEÑAR Y APRENDER
En la actuación educativa participan la acción y la actividad. Se puede aprender algo por uno mismo, pero se hablaría de descubrimiento. En la educación, son 2 sujetos implicados. El educador es tal porque enseña algo al educando mediante un proceso que culmina en la lección. La actividad de enseñar debe propiciar una buena instrucción en el aprendiz. La integración de ambas partes constituye la actuación educativa en su plenitud. Esta plenitud es lo cotidiano y ordinario que debe hacer el maestro que encuentra una respuesta en el discípulo.
La educación es una ayuda; la actividad debe causar una acción en el aprendiz. Enseñar un saber para que promueva una acción formativa en el aprendiz, no está al alcance de todos.
LA ACTIVIDAD DE ENSEÑAR: LA DOCENCIA
La enseñanza es una actividad transitiva o transeúnte y culmina en su producto, que es la lección. Puede pensarse que, si fuera posible traer todas las cosas a la presencia del que aprende, tal vez no harían falta signos, y, por lo tanto, sobraría la actividad docente en educación.
Entre la triple dimensión lingüística, que es la semántica, la sintáctica y la pragmática, es esta última la de preferente consideración en la enseñanza, donde no debe olvidarse que «el signo no sólo es signo de algo, sino signo para alguien». La dimensión pragmática del lenguaje en la enseñanza se traduce en un uso retórico del lenguaje. Realmente, cuando se entiende así la retórica, se la está confundiendo con la sofística, que sí responde a ese concepto.
El discurso retórico se diferencia del científico porque éste pretende informar, mientras que aquél pretende también, y al tiempo que informa, persuadir. El cientificismo presente en la cultura actual ha perjudicado notablemente a la concepción de la enseñanza, sobre todo, mediante su exigencia de un lenguaje puramente denotativo. La reducción de la enseñanza a presentación de información objetiva ha llevado a valorar la actuación docente según esos cánones.
LA ACCIÓN DE APRENDER: LA FORMACIÓN
Es evidente que hay aprendizajes que no son formativos, y es obvio que a la educación no le interesan. Formación es el nombre propio de la acción educativa en el que aprende. Psicológicamente, acción formativa es el aprender que requiere actuación intelectual, . La lección enseñada será realmente educativa, no sólo cuando posibilite el conocimiento, la comprensión intelectual, sino también cuando promueva el acto de la voluntad. En las actividades discentes, ‐un ejercicio, un examen, etc.‐ sólo muy indirecta y débilmente puede manifestarse la acción voluntaria. Tras todo esto, se entienden algunos efectos de la reducción de aprendizaje a mera actividad. Algunos son:`Reducir la educación a enseñanza sin tener en cuenta la libertad del educandoReducción de la lección a presentación de datos, hechos o conceptosLa consideración funcional de la personalidad del educandoLa pérdida de la noción de hábitoEl olvido del fundamento ético de la actuación educativa