El Estado africano: Centralización y Neopatrimonialismo
Tema 6: El Estado africano: Centralización y Neopatrimonialismo
Para Max Weber, la legitimidad es «una relación psicológica entre los gobernados y sus gobernantes, que genera la creencia de que los líderes e instituciones del estado tienen derecho a ejercer autoridad política sobre una sociedad». Se trata de un contrato social entre gobernantes y gobernados. Las fuentes de legitimidad pueden variar: autoridad tradicional (sucesión hereditaria), carismática (personalidad del líder) y legal-racional.
África poscolonial y legitimidad legal-racional
El Estado moderno importado de Europa y la democracia liberal, de naturaleza débil, fueron los modelos más extendidos en el continente. Sin embargo, en muchos casos, la fachada de legalidad escondía un gobierno personalista y la centralización de la actividad política. Las relaciones entre el Estado y la sociedad civil se realizan mediante el patronazgo y el clientelismo.
El Estado africano poscolonial se caracteriza por una lógica de centralización y un orden neopatrimonial desde las independencias hasta las políticas de democratización y sistemas políticos multipartidistas de la década de 1990.
Neopatrimonialismo
Un estado patrimonialista es aquel cuyas instituciones y estructura se ven involucradas en la persecución de los intereses de una parte determinada de la sociedad que tiene relaciones particulares (de parentesco, económicas, de clan…) con el patriarca o Jefe del Estado. El objetivo de esta estructura es crear una red de influencias y relaciones que garantice al líder y a sus allegados poder y recursos.
- Relación entre la élite de poder y el Estado.
- Estado que concentra los recursos y satisface intereses privados.
- Clientelismo, corrupción y burocracia.
- Burocratización de la administración pública y su potencial antidemocrático.
Por orden patrimonial o patrimonialismo (Weber) se entiende la dominación política tradicional que un príncipe o señor ejerce sobre los súbditos mediante un aparato burocrático integrado por favoritos fieles al soberano.
- Relación de carácter personal.
- Centralismo político.
- Subordinación de la sociedad civil.
El Estado neopatrimonialista es una estructura híbrida donde coexisten e interaccionan instituciones formales e informales. Es decir, procedimientos informales dentro de un sistema político formal como un Estado moderno: El sistema patrimonial de gobierno personalista y clientelismo convive con el sistema legal-racional del Estado moderno. (Relaciones patrimoniales insertas en un esquema distributivo de los recursos estatales, aunque también existen – en el extremo – sistemas predatorios: El aparato estatal al servicio de autócratas).
Sociedad aparentemente regida por el Estado de derecho que en realidad se conduce bajo las normas de las lealtades y las jerarquías tradicionales. Entonces: Los elementos de la autoridad legal-burocrática y la de corte patrimonial se compenetran entre sí.
Legado precolonial y autoridad tradicional
La época precolonial tuvo su legado en el modelo de Estado africano poscolonial: relaciones de parentesco y coloniales (autoritarismo burocrático, división étnica) en los regímenes emergentes tras las independencias. En la década de los años 1960-1970, hay varios casos de interés particular: Nigeria, Senegal, RDC, Liberia, Sierra Leona, Costa de Marfil, Kenia, Zambia, Camerún, Burkina Faso y Tanzania. Se asiste a una existencia de formas de autoridad tradicional en el seno de los Estados modernos.
La conservación del poder en manos de los gobernantes se da a través del clientelismo y la corrupción: procedimiento a través del cual se mantiene el poder mediante la concesión de favores personales relacionados con la distribución de recursos públicos o puestos de trabajo en el sector público. Se distribuyen de forma desigual los recursos relacionados con la gestión de lo público en beneficio mutuo.
Por lo tanto, lo que se da es una concentración del poder político y económico en un pequeño número de individuos. La distribución a los clientes resulta un factor esencial para la estabilización y mantenimiento del poder.
Podemos encontrar un Estado centralizado ‘capturado’ (Gros) que responde a la apropiación del aparato del Estado por uno de los grupos étnicos que componen ese Estado, con un fuerte poder centralizado, y con una élite que frustra constantemente el acceso al poder de los demás grupos étnicos. También, un Estado centralizado ‘fantasma o espejismo’ (Gros) donde existe una autoridad con una limitada eficacia sobre ciertas partes del territorio nacional, generalmente aquellas zonas donde se asienta la autoridad del dictador de turno, normalmente la capital del Estado y sus alrededores.
Características del Estado africano centralizado
- Acumulación de poder en el ejecutivo.
- Sistemas de partido único y apuntalamiento de las élites políticas.
- Sistema excluyente de la participación de la sociedad civil.
- Ausencia de elecciones, limitación de movimientos de oposición política y no respeto de los derechos humanos.
- Influencia externa: Durante la Guerra Fría, apoyo a regímenes autocráticos en zonas de valor geoestratégico y énfasis en la estabilidad.
Entonces: Orden neopatrimonial y legitimidad generada por prácticas clientelares. Concentración de poder y régimen de partido único.
Regímenes personalistas africanos
Como ya hemos visto, los casos de gobiernos personalistas se han repetido en el mapa africano. Se identifican cuatro grandes subtipos de regímenes personalistas africanos (el príncipe, el aristócrata, el profeta y el tirano), tipos ideales destinados a identificar las distintas estrategias de mantenimiento en el poder de los líderes africanos (Jackson y Rosberg, 1982):
- El equilibrio de poder entre las distintas facciones – el príncipe.
- El exclusivismo y la expulsión – el aristócrata.
- El radicalismo ideológico o la legitimidad de la independencia – el profeta.
- El terror y la violencia – el tirano.
Estos gobiernos tienen un patrón común: el gobierno de un líder carismático, cuyo poder está sustentado por la riqueza y la acumulación de poder e influencia; unas instituciones políticas a su servicio, como si fueran privadas, con una ausencia evidente del Estado de derecho; el clientelismo como vehículo para alcanzar la legitimidad, con un estado de competición entre distintas facciones de la élite; y un gobierno ineficiente, sin redistribución de poder, con redes clientelares y una corrupción pandémica.
El Estado poscolonial africano de naturaleza patrimonial se apropia de los recursos políticos y económicos y se convierte en un dispensador de bienes y servicios, que sirven a los intereses particulares de la élite o etnia dominante. El resto de la población no puede esperar nada de ese Estado. Las redes clientelares son excluyentes y asimétricas; se genera una mínima legitimidad. El sistema de partido único a partir de la década de los 1960-1970 provoca que el clan dominante domine las estructuras del Estado y se convierta en el instrumento básico del clientelismo.