El Desafío Universitario en el Siglo XXI: Cultura, Crítica y Compromiso según Ortega y Gasset
El Significado de Ser Universitario Hoy
Ser universitario en nuestro tiempo implica mucho más que asistir a clases, obtener un título o especializarse en un área técnica. Desde un punto que va más allá de lo académico y bajo la influencia del pensamiento de Gasset, ser universitario trasciende la acumulación de conocimientos técnicos; representa una transformación profunda en la manera de pensar, actuar y comprometerse con el mundo. El universitario debe ser capaz de reflexionar y cuestionar las verdades establecidas, con el fin de buscar soluciones innovadoras y éticas para los problemas contemporáneos, en un centro habilitado para la preparación de nuestras mentes. Más allá de lo técnico o práctico, ser universitario implica un compromiso con el aprendizaje integral, donde disciplinas como la filosofía, el arte o las humanidades son fundamentales para entender el mundo en su área más profunda: la mente de la sociedad.
Un universitario debe ser una persona consciente de su historia, de las ideas que han configurado la humanidad y de su responsabilidad para el futuro. Por lo que las universidades no deben centrarse solamente en crear profesionales, ya que alguien sin cultura pero con formación es una persona que domina el área que estudia, pero carece de una visión integral del mundo: un “especialista bárbaro”.
En mi opinión, ser universitario en nuestro tiempo significa hacer una balanza entre el conocimiento académico y la realidad social. En un mundo globalizado, marcado por crisis ecológicas, desigualdad y avances tecnológicos, el universitario debe tener conocimientos de diversas áreas para enfrentar problemas complejos, ser un líder crítico, ético y consciente, capaz de enfrentar los retos del presente con una mirada integral.
El Papel de la Universidad en el Siglo XXI
El papel de la Universidad en el siglo XXI debe estar orientado a enfrentar los desafíos globales, promover una educación integral y formar personas capaces de transformar la sociedad con un conocimiento que vaya más allá de lo técnico. Debe ser un espacio para la construcción del ser humano en su totalidad, vinculado al contexto social y cultural. La universidad debe fomentar el desarrollo de un pensamiento crítico, creativo y ético. Para ello es necesario incluir asignaturas que fomenten el desarrollo de nuestra mente, para ser capaces de apreciar la realidad y la verdad de esta; para ello, la filosofía es muy importante. Además, debe ser un espacio donde se incite a la reflexión para poder construir un pensamiento autónomo, donde se fomente el diálogo entre distintas visiones del mundo.
Así, se podrán obtener conocimientos de otras culturas y aprender de estas, trabajando como una sociedad que busque el bienestar colectivo. Por lo que las universidades no deben centrarse solamente en crear profesionales, ya que alguien sin cultura pero con formación es una persona que domina el área que estudia, pero carece de una visión integral del mundo: un “especialista bárbaro”. Así que la educación debe estar guiada por un propósito ético y práctico, evitando la desconexión entre la academia y la vida cotidiana. En conclusión, las universidades deben ser instituciones que formen seres humanos integrales, cultos y responsables, capaces de enfrentar los desafíos de nuestro tiempo con un enfoque ético y transformador. En este sentido, la universidad no solo debe mirar hacia el futuro, sino también hacia su misión original: ser el faro que ilumina el camino hacia una sociedad más justa, sostenible y humanista.
Cultura Frente a Barbarie Satisfecha
Prefiero ser una persona con cultura, porque implica vivir una vida plena, consciente y comprometida con el mundo, en lugar de conformarme con la satisfacción inmediata y superficial que caracteriza al “bárbaro satisfecho”. Es decir, ser conscientes de cómo contribuimos al desarrollo de una sociedad más justa, ética y sostenible. Ya que los bárbaros satisfechos suelen caracterizarse por ser personas individualistas que viven exclusivamente en busca del placer y la eficiencia técnica, pero que carecen de profundidad cultural, sentido crítico y una comprensión integral del mundo. Mientras que una persona culta es aquella que es capaz de cuestionar el mundo que nos rodea y buscar respuestas a preguntas esenciales, como el sentido de la vida, el bien común y la justicia, que fomentan su desarrollo personal, obteniendo conocimientos que no se limitan a una sola área.
Una persona con cultura es capaz de apreciar el impacto que tienen sus acciones. La cultura enriquece la experiencia humana al ofrecernos herramientas para entender nuestro lugar en el universo y construir una vida con sentido, mientras que el “bárbaro satisfecho” se conforma con lo inmediato, la persona con cultura busca constantemente mejorar y transformar su entorno. Los seres humanos tienen la capacidad de reflexionar, crear y transformar su entorno, y si no aprovechamos estas cualidades, estaríamos viviendo sin coherencia. La falta de cultura reduce a la persona a un estado de mera supervivencia o complacencia, mientras que la cultura nos eleva hacia una vida más auténtica y consciente. En conclusión, prefiero ser una persona con cultura porque esto me permite vivir una vida plena, consciente y comprometida con el mundo que me rodea. Optar por la cultura no solo es una elección personal, sino también una forma de contribuir a un mundo más ético, justo y humano.
Estar a la Altura de Nuestro Tiempo según Ortega y Gasset
Para Gasset, estar a la altura de nuestro tiempo significa comprender profundamente las circunstancias históricas, culturales y sociales que nos rodean, para actuar de manera consciente y transformadora. Esto implica no solo adaptarse a los retos que plantea la época, sino también elevarse por encima de ellos con una visión crítica, ética y orientada al progreso. En su pensamiento, Gasset destaca que cada individuo vive inmerso en un contexto histórico específico, al que denomina las circunstancias. Estas circunstancias constituyen el marco desde el cual construimos nuestra existencia. Para ello es importante analizar críticamente los problemas, desafíos y valores de nuestra época para participar activamente en su transformación. Es decir, ser personas que puedan influir y moldear su contexto, para poder ser conscientes de lo que ocurre a nuestro alrededor. Según Ortega, es fundamental que tengamos una educación que combine el conocimiento técnico, científico y cultural para no ser bárbaros satisfechos.
Para ello es fundamental tener un pensamiento que nos permita cuestionar las verdades implantadas desde la sociedad, obtener una reflexión sobre los valores que guían nuestra sociedad y obtener un nuevo modelo de conocimiento para así mejorar y comprender la situación en la que vivimos. Desde mi perspectiva, estar a la altura de nuestro tiempo implica asumir un papel activo frente a los retos contemporáneos. En un mundo globalizado y tecnológicamente avanzado es fácil caer en el conformismo o la apatía, pero como dice Ortega, “yo soy yo y mis circunstancias”, y por lo tanto, nuestra existencia cobra sentido solo cuando tomamos responsabilidad sobre nuestra realidad. En conclusión, estar a la altura de nuestro tiempo según Gasset requiere comprender nuestras circunstancias, asumir nuestra responsabilidad histórica y actuar para transformar el mundo. Este compromiso exige una educación integral, pensamiento crítico y una actitud ética y activa frente a los problemas de nuestra época. En palabras de Ortega, el desafío de la vida no es solo adaptarse a las circunstancias, sino elevarse por encima de ellas para construir un futuro mejor. Solo así podremos estar verdaderamente a la altura de nuestro tiempo.