Distribución Funcional y Personal de la Renta: Implicaciones Económicas y Sociales

Distribución Funcional y Personal de la Renta

La forma en que se distribuyen las rentas entre los agentes de cualquier sistema económico tiene una influencia decisiva:

  • Tanto en que el conjunto de la población se beneficie del crecimiento económico.
  • Como en la continuidad y estabilidad de ese crecimiento.

Los aumentos sostenidos de la renta media pueden no traducirse en mejoras de bienestar social si no van acompañados de avances en la equidad en el reparto de esas rentas.

Además, un nivel alto de desigualdad puede significar un freno para el crecimiento económico a través de diferentes canales. Existen claras evidencias en cuanto a que niveles elevados de desigualdad suelen tener un efecto negativo sobre el crecimiento económico y la estabilidad política. El que una parte importante de la población tenga rentas bajas puede originar niveles de endeudamiento más altos de los que sería aconsejable, especialmente en casos en los que el marco regulador permita un fácil acceso al crédito.

De la misma forma, la difusión del cambio tecnológico puede verse afectada, ya que depende de un nivel mínimo de demanda doméstica, que podría no alcanzarse si el segmento de hogares con rentas más bajas no posee los recursos suficientes. Así pues, el mantenimiento de amplias diferencias en la distribución de la renta puede llegar a representar un coste muy elevado para cualquier sociedad.

Cuando la distribución de las ganancias económicas deja fuera a una gran mayoría de hogares, las perspectivas futuras de cohesión social se pueden deteriorar muy fácilmente. Al mismo tiempo que el crecimiento de esas diferencias puede producir ineficiencias en el funcionamiento de la economía, la fragmentación social puede terminar erosionando la calidad de las instituciones y del sistema democrático. La distribución de la renta puede analizarse desde diferentes ángulos o perspectivas:

  • La más inmediata se refiere al reparto de la renta o el valor añadido entre los factores productivos (trabajo y capital). Por ello se denomina distribución primaria o funcional de la renta. El valor añadido es el flujo de la renta que nace de la aportación que realizan los distintos factores productivos a la obtención de bienes y servicios durante un determinado período de tiempo, generalmente un año:
    • Una parte corresponde al pago de los trabajadores, la remuneración de los asalariados.
    • La otra parte, a la retribución del capital y al esfuerzo incorporado a la producción de los no asalariados, que se plasma en el excedente de explotación y las rentas mixtas.

El análisis de la distribución funcional de la renta siempre ha supuesto una preocupación clave en el análisis económico, sobre todo porque la eficiencia de cualquier economía está asociada a la participación de los factores en el proceso productivo. En las primeras etapas de los procesos de crecimiento económico había una distinción clara entre los propietarios de cada factor y las diferencias salariales eran más reducidas, por lo que ese reparto era indicativo del nivel de desigualdad social.

Sin embargo, con el paso del tiempo, esa delimitación ha pasado a ser menos nítida.

Existen numerosos sujetos que perciben rentas procedentes tanto del trabajo como del capital; y además, las remuneraciones de los trabajadores y los beneficios y las rentas del capital tienden a hacerse más desiguales.

Distribución Personal de la Renta

La distribución personal de la renta centra precisamente la atención en cómo se distribuye la renta disponible entre los miembros del conjunto de la población: individuos o familias.

Como la mayoría de la población sigue dependiendo, fundamentalmente, de las rentas derivadas de su aportación de trabajo, esta perspectiva descansa en la primera, la distribución funcional de la renta.

Las rentas que reciben las personas por su participación en los mercados de factores se modifican por el efecto de las transferencias, tanto de las realizadas entre particulares, como de las fijadas por el Estado a través de los impuestos y las cotizaciones y prestaciones sociales.

En general, en los países industrializados los ciudadanos muestran preferencia por una distribución más equitativa de la renta, con la que se asocia un mayor nivel de bienestar colectivo, por lo que no es extraño que traten de corregirse las desigualdades mediante la intervención pública (impuestos y redistribución de la renta).