Definicion de literatura marginal

Tema 8

CRÍTICA SOCIOLÓGICA

La crítica sociológica es la disciplina que estudia de forma sistemática las relaciones entre la literatura y la sociedad, no deja de plantear problemas sobre su delimitación.

En el siglo XIX se pueden fechar los primeros intentos de sistematización de explicación sociológica de la literatura. Se suele citar a Madame Staël y su obra
De la literatura considerada en sus relaciones con las instituciones sociales; o a H. Taine, que en su Filosofía del arte, sostiene que la clave para comprender el arte está «en el ambiente general, en el tono de las costumbres y del espíritu público”

En Rusia, en el siglo XIX, encontramos a Belinski, Chernichevski, Dobroliubov, Persinev y Plejanov.

La gran diferencia del marxismo respecto de los acercamientos anteriores es la utilización de una teoría.
Si todo lo anterior no pasa de ser un conjunto de observaciones de sentido común, con el marxismo se dispone de un aparato conceptual específico para abordar las relaciones entre literatura y sociedad, o para definir la literatura.

1. Crítica sociológica y sociología de la Literatura

La obra literaria, aparte de producto de la conciencia, es objeto de consumo, y por tanto es susceptible de estudio sociológico. De aquí, la distinción entre una crítica sociológica y una sociología de la literatura. Si la crítica sociológica toma la sociedad como “punto de partida” y elemento de la génesis de la obra, la sociología de la literatura toma a la sociedad “como meta de llegada”.

La crítica sociológica corresponde a lo que históricamente ha sido la teoría marxista de la literatura, de la que se encuentran unas notas en los estudios de Marx y Engels. Hay que considerar al húngaro Lukács como el máximo exponente de lo que puede ser una teoría marxista de la literatura. La crítica sociológica marxista inspira también importantes contribuciones a la crítica de la ideología literaria, o a la fusión de estructuralismo y marxismo en el magnífico ejemplo de la obra de Lucien Goldmann.

La sociología de la literatura se parece a un estudio del mercado literario, y su máximo representante es Escarpit.

2. Teoría literaria de K. Marx y F. Engels

Los fundadores del marxismo no elaboraron una teoría acabada sobre el arte y la literatura, aunque tienen consideraciones sobre el arte y la literatura a lo largo toda de su obra.


R. Wellek opina que las teorías literarias de Marx y Engels no están estrechamente vinculadas a sus teorías económicas, sino que tienen su origen más bien en el pensamiento de los hegelianos de izquierda, particularmente en Arnold Ruge.

Marx estudia en Bonn con A. Schlegel, Homero y Propercio. Entre sus favoritos están Shakespeare, Dickens y George Sand.

Friedrich Engels empieza su labor crítica vinculado al grupo Joven Alemania y después a los hegelianos de izquierda. Al conocer a Marx en París, empieza la colaboración de ambos autores.

2.1. Obra en colaboración

Fruto de la colaboración entre Marx y Engels es la obra La ideología alemana (1845-1846), donde se declara la determinación social de toda cultura.
En esta misma línea, puede encontrarse alguna alusión en el Manifiesto comunista.

2.2. Obra de Marx

Marx escribe una Introducción a su obra Para la crítica de la economía política. Este texto plantea un problema crucial para la teoría marxista: la contradicción entre la dependencia del arte respecto de una sociedad y el carácter perdurable del arte clásico.  Un ejemplo es el arte griego. Marx supone un desarrollo autónomo para las distintas formas de la conciencia. Así, el arte griego sólo es posible en un determinado desarrollo social, y este arte “presupone la mitología griega, la naturaleza y las formas sociales mismas ya elaboradas por la fantasía popular de manera inconscientemente artística”.

Que el arte griego está en relación con la base social no ofrece dudas. Pero el problema está en por qué hoy, cuando las condiciones sociales son distintas, es posible un goce estético producido por este arte. La respuesta de Marx, relativamente convincente, consiste en decir que el arte griego representa una etapa infantil del desarrollo humano y que nos gusta en tanto en cuanto nos fascina como estadio que no puede volver.

Ferdinand Lassalle publica un drama que envía a Marx junto con una nota sobre la idea trágica. Marx y Engels escriben separadamente sendas cartas a Lassalle y critican su drama y su concepción del teatro.

2.3. Obra de E. Engels

Después de morir Marx, Engels escribe una serie de cartas contestando a consultas sobre problemas literarios. Es en las teorías que se desprenden de estas cartas donde encuentran su base conceptos que son clave en la crítica sociológica, en relación sobre todo con la definición del realismo


y con la literatura de tendencia política explícita.

Carta a Minna Kautsky

La primera de estas cartas es 1a dirigida a Minna Kautsky; en ella trata el problema de cómo dotar de contenido ideológico a una obra, sin caer en la literatura de tendencia descarada, pues la tendencia ha de surgir de la situación y acción mismas.

Para Engels son ejemplos de literatura de tendencia las obras de Aristófanes, Dante, Cervantes o Schiller.

En esta carta se encuentra también una descripción de lo que es el tipo, concepto fundamental dentro del realismo marxista posterior.

Carta a Miss Harkness

Engels dirige una carta a Miss Harkness, donde comenta su novela City Girl, en la que atrae “su realista verdad”. Afirma que el relato no es suficientemente realista, pues realismo significa, para Engels, además de la fidelidad en los detalles,reproducción fiel de caracteres típicos en circunstancias típicas.

Encontramos otra vez su opinión acerca de la literatura de tendencia y el realismo. Engels entiende que para la obra de arte lo mejor es mantener ocultas las opiniones del autor.

Un ejemplo de esto es Balzac, quien, a pesar de sus tendencias políticas conservadoras, no puede ocultar la admiración que le causan los representantes de las masas populares, y no oculta la necesidad del ocaso de la clase a la que van sus simpatías, la nobleza aristocrática.

Veinte años antes que Engels, Dostoyevski, trata la cuestión del realismo de los personajes, de la base real de la invención literaria. Afirma queen sus novelas y cuentos, los escritores tratan de escoger tipos sociales y representarlos de manera imaginativa y artística, tipos que en la realidad se encuentran rarísimamente y que, no obstante, son casi más reales que la realidad misma.

Matices de la relación entre cultura y base económica


Conviene referirse a dos precisiones que hace Engels con respecto a la relación entre cultura y base económica. En primer lugar, al considerar los hechos artísticos, no puede olvidarse la tradición en la que se sitúan.

En segundo lugar, aunque la base económica influye en las manifestaciones culturales, no puede negarse una influencia a su vez de éstas sobre aquélla. Es decir, existe acción recíproca sobre la base de la necesidad económica, que en última instancia se impone siempre.


En el resumen del pensamiento de Marx y Engels que de forma muy esquemática acaba de trazarse, se encuentran los grandes tópicos de la teoría marxista de la literatura: relación entre el arte y la vida social; problema de la apropiación artística de la realidad; cuestión de la literatura de tendencia, es decir, del uso de la literatura como arma política.

3. Desarrollos de la teoría marxista

A fines del siglo XIX, dejando aparte los escritos de Lenin y Trotski, por sus intereses más políticos que teóricos, son Plejanov y Lunacharski quienes hacen las propuestas más interesantes de una teoría marxista de la literatura antes de Lukács.

3.1. Plejonov

Basándose en la concepción marxista de la historia, el materialismo histórico, Plejanov intenta construir una teoría científica de la estética que se interesa fundamentalmente por localizar el “equivalente sociológico” de la obra particular. Éste consiste en el conjunto de ideas, concepciones, actitudes propias de una determinada posición de clase que se reflejan en la obra misma.

Por el triunfo de la revolución de 1917 en Rusia sus ideas tuvieron una gran influencia en el desarrollo de la teoría marxista en los años 20 y 30.

A partir de la obra de Plejanov, se va a justificar y desarrollar una tendencia marxista de la crítica literaria en los años 20 y 30, en la que todo el trabajo del crítico se limita a determinar el “punto de vista de clase” del autor. Es decir, se olvida lo estético, y se cae en un sicologismo vulgar, que concede a la pertenencia a una clase casi un valor biológico. Esta tendencia será la predominante en el período estalinista, que culmina en Zdanov.

3.2. Lunacharski

Resultan importantes las Tesis sobre los problemas de la crítica marxista, de Lunacharski. Allí, reconociendo a Plejanov como su fundador, señala el carácter sociológico de la crítica marxista; se adhiere al principio según el cual una obra literaria refleja siempre, consciente o inconscientemente, la psicología de la clase que el escritor representa; advierte el interés del crítico marxista por el contenido y por la forma, y no olvida la necesidad del factor evaluativo.

Hay que incluir en el grupo de investigaciones marxistas de esta primera época, la obra del clásico de la teoría literaria marxista inglesa, Christopher Caudwell.


4. György Lukács (finales XIX-XX)

El pensamiento del húngaro Lukács, miembro del Partido comunista que estudia filosofía e historia del arte, constituye el más completo y sistemático desarrollo de la teoría marxista de la literatura, siguiendo el tipo de investigaciones iniciadas por Plejanov, y sus propuestas tienen, sin duda, el carácter de clásicas.

4.1 . Obras

Entre sus obras más importantes para la teoría literaria, pueden citarse: La forma dramática; Historia y desarrollo del drama moderno; Teoría de la novela; La novela histórica; Balzac y el realismo francés; Ensayos sobre el realismo; Thomas Mann; Aportaciones al estudio de la estética.

4.2. Contexto Teórico

Cesare Cases asocia el pensamiento de Lukács con el período de la III Internacional. Su pensamiento sigue siendo el edificio conceptual más coherente producido por el marxismo en teoría de la literatura.

Las raíces de sus teorías pueden encontrarse en Marx y Engels, Aristóteles y sus conceptos de mímesis y catarsis; Lessing y su defensa de los géneros literarios; Hegel, de donde el esfuerzo por convertir el arte en algo igual a la ciencia.

También se puede ver la influencia de Lenin y su teoría del reflejo, como teoría del conocimiento, útil para definir las relaciones entre estructura y superestructura: la superestructura es un producto de la estructura, pero a su vez la refleja, y lo que interesa no es tanto el momento de la génesis como el del reflejo.

4.3 Teoría estética

Según Lukács, el arte refleja directamente las relaciones entre los hombres dentro de un determinado modo de producción. De aquí se siguen dos corolarios:

1. El arte no corresponde automáticamente al punto de vista de clase. Al ser reflejo, este reflejo será tanto más válido cuanto menos se atenga a la superficie, y cuanto más llegue a la esencia de la realidad reflejada. Dado que esta esencia            es el proceso de desarrollo de la sociedad, el verdadero arte es normalmente “progresivo”. Los orígenes de clase y los prejuicios políticos del artista pueden influir en él, pero, si es un verdadero artista, la obra estará en contradicción con las ideas del hombre. Así se rechaza todo determinismo en la crítica sociológica.


2. Al ser superestructura, el arte acaba con la estructura que lo sustenta. Pero, en el mejor arte, el reflejo de una determinada fase del desarrollo histórico-social puede dar las líneas generales de esta fase de una manera tan persuasiva que la memoria colectiva de la sociedad se complace en evocar el pasado propio.

4.4. El realismo literario

Para Lukács, la gran literatura es esencialmente la literatura realista, y la tarea del crítico consiste en medir las obras particulares de acuerdo con el proceso histórico-social que reflejan, examinando hasta qué punto captan la esencia de este proceso y saben representarla no abstractamente, por reflexiones y discusiones, sino a la manera propia del arte, es decir, a través de la capacidad de hacer visibles concretamente en el comportamiento de los personajes las fuerzas y las tendencias inmanentes a la sociedad.

Si no se da esta síntesis entre individual y universal, en medio de los que se sitúa lo particular, los personajes o son esquemas abstractos de ideas (simbolismo) o son degradados a cosas sin ninguna relación con la vida humana (naturalismo).

4.5. Estudio de la literatura europea

Sobre la base de sus principios estéticos, Lukács ha construido un voluminoso conjunto de estudios sobre autores y obras de diversas literaturas europeas. La teoría literaria se enriquece entonces con una teoría de la historia literaria.

De los estudios sobre Luckács se desprende un florecimiento del realismo en la época en que la burguesía tiene un papel progresista en la evolución, mientras que después, cuando ya no tiene tal papel progresista la burguesía, falta la perspectiva histórica indispensable para configurar el mundo actual, razón por la que la literatura se refugia en posiciones antirrealistas. Así, de la decadencia de la burguesía se sigue la decadencia de la literatura, que Lukács identifica con la literatura realista.

Por otra parte, la llegada de los regímenes socialistas debería permitir el surgir de un nuevo tipo de realismo: el realismo socialista.

Con Lukács la crítica sociológica se desprende de todo el determinismo y relativismo propios de una crítica mecanicista, y se convierte en auténtica investigación social, investigación sobre las mediaciones entre base y superestructura literaria. Por otra parte, la importancia concedida al factor histórico puede explicar la evolución de los géneros literarios.

La caracterización que hizo de la novela histórica tiene la cualidad de clásica, y de una u otra manera es el punto de partida para los modernos estudios del género.


5. Otras investigaciones inspiradas en el marxismo

5.1. Escuela de Frankfurt

En el seno del Instituto para la Investigación Social, creado en 1923 en la Universidad de Frankfurt, se desarrolla una labor centrada en el campo de las ciencias sociales, inspirada en el marxismo, pero que prefiere ser calificada de teoría crítica, frente a la teoría tradicional.

Walter Benjamin (finales XIX-XX)


Es el más convencido defensor del arte como negación del mundo y anticipación de la utopía. Quizá por eso se interese más por la poesía lírica -sede natural de la manifestación de la utopía a través de la palabra- que por la narrativa, que se fija demasiado en el mundo como para no aceptarlo. La concepción de la literatura como negación tiene que llevar lógicamente a un mayor interés por las obras de vanguardia, donde la ruptura es más evidente. De ahí que Benjamín se interese especialmente por Baudelaire, Kafka o Brecht. De ahí también un interés por el arte técnicamente reproducible (fotografía, filme, cerámica), que significa un progreso sustancial en cuanto es una democratización del arte. Uno de sus trabajos más conocidos es el que trata de La obra de arte en la edad de la reproducción mecánica.

Theodor W. Adorno (S. XX)


Para Adorno, y así lo manifiesta en su Teoría estética, la mejor poesía lírica tiene un carácter social, en cuanto que evoca la imagen de una vida libre de la constricción de la praxis dominante, de la utilidad y de la ciega auto-conservación. Este liberarse de la praxis dominante es social, porque implica la protesta contra una situación social que cada uno experimenta como hostil, extraña, fría y opresora. En esta protesta, la poesía expresa el sueño en un mundo en que las cosas marcharán de otra manera.

LITERATURA Y SOCIEDAD

1. El Estructuralismo Genético de Lucien Goldmann:

Lucien Goldmann unirá el estructuralismo y la crítica sociológica para confeccionar su estructuralismo genético.

La idea base del estructuralismo genético es que los verdaderos sujetos de la creación cultural son los grupos sociales. El sociólogo de la literatura parte a la búsqueda de una homología de estructura entre la ideología de grupo y el pensamiento de la obra. Para esto se sirve del concepto de visión de mundo: conjunto coherente de problemas y respuestas que se expresa en el plano literario por la creación, a través de las palabras, de un universo de seres y cosas.


El papel del escritor consiste en llevar esta visión al máximo de conciencia, y darle, en el plano de la imaginación, una representación estructurada. El crítico empezará por aislar en los textos cierta visión del mundo, y después intentará insertar la estructura de esta visión en una estructura más amplia, reconocida en las tendencias de un grupo social. Es decir, se trata de relacionar las estructuras de la obra y las estructuras sociales.

Cinco son las premisas de las que parte el estructuralismo genético:


1. La relación entre vida social y creación literaria, dada en las estructuras mentales constituidas por categorías que organizan la conciencia empírica de cierto grupo social y el universo imaginario creado por el escritor.

2. Las estructuras mentales (o estructuras categoriales significativas) son fenómenos sociales

3. La relación entre estructura de la conciencia de un grupo  social y la del universo de la obra es una homología más o menos rigurosa

4. La unidad de obra, su carácter literario, viene conferida por las estructuras categoriales, buscadas por el sociólogo


5. Las estructuras categoriales no son conscientes ni inconscientes, sino que son no conscientes, y por eso no cabe apelar a un estudio psicológico del escritor o a una indagación de sus intenciones. Solo cabe una investigación de tipo estructuralista y genético.

Existen cuatro elementos decisivos que influyen en la homología estructural entre la historia de las estructuras reificadoras  y la de las estructuras novelescas, a cada uno de estos periodos que vamos a enumerar les corresponde una peculiar creación cultural:

1. Desde hace siglos, en las sociedades occidentales, productoras para el mercado, la reificación actúa como proceso psicológico permanente

2. Hasta principios del siglo XX la economía liberal mantiene aún la función esencial del individuo en la vida económica

Se corresponde a la estructura reificadora de la sociedad occidental: los objetos tienen importancia pero sólo en su relación con los individuos.


3. A principios del siglo XX el capitalismo entra en su etapa imperialista y tiene como consecuencia la supresión de toda importancia esencial del individuo y de la vida individual dentro de las estructuras económicas, y a partir de ahí, en la vida social.

Se corresponde culturalmente a la desaparición progresiva del individuo como realidad esencial, y la paralela independización creciente de los objetos.



4. Después de la Segunda Guerra Mundial, se desarrolla una intervención estatal en la economía, con la consiguiente creación de mecanismos de autorregulación. Encontramos la ausencia de organismo capaz de regular de manera consciente tanto la producción como la distribución, lo que extraña en la conciencia de los individuos, y la conciencia individual se convierte en Homo Economicus, para el que los otros hombres se convierten en objetos semejantes a los demás. Se da con todo ello una pasividad de las consciencias individuales y la eliminación del elemento cualitativo en toda relación.

Esto se corresponde el principio de una forma nueva caracterizada por la aparición de un universo autónomo de objetos.

2. Literatura y política

V. Lenin (1870-1924) y la literatura:


En la línea de Marx y Engels, Lenin desaprueba la “literatura para obreros” de corte populista pues es necesario que el obrero aprenda a comprender cada vez mejor la literatura para todos.

Con sus análisis ataca al capitalismo y describe la situación que hace posible una revolución. Por eso, la clase obrera puede aprender en Tolstoi (lo considera un grande por su interpretación de ideas y estados de ánimo de millones de campesinos rusos)  a conocer mejor a sus enemigos y a darse cuenta de la debilidad de las soluciones humanistas que propone.

En su artículo La organización del Partido y la literatura de partido encontramos el valor de la literatura como arma ideológica. Hace unas importantes observaciones sobre el funcionamiento social de la obra, independientemente de las intenciones del autor, ya que no siempre corresponden a la significación objetiva de sus escritos. En el momento en que un escrito llega a las masas su significado se determina según las relaciones de las fuerzas sociales.

Los gustos literarios de Lenin se inclinan hacia el arte tradicional de tipo realista, pues citándolo: “si una cosa es hermosa, hay que conservarla, tomarla como modelo, partir de ella, aunque sea ‘vieja’”

Leon Trotski (1879-1940) y la literatura como arma revolucionaria:


En su obra Literatura y revolución, intenta fijar el papel de la literatura dentro de la lucha revolucionaria. Para Trotski el arte expresa una determinada concepción del mundo que tiene su génesis en la sociedad, la fuerza del arte reside en el carácter objetivo de su necesidad histórica.

Plantea la posibilidad de un arte proletario:
En primer lugar, es cierto que cada clase dominante crea su propia cultura y, por consiguiente, su propio arte, y de ahí paree deducirse que el proletariado tiene que crear también su cultura y arte propios.
En segundo lugar, la historia muestra que la formación de una cultura nueva alrededor de una clase dominante exige un periodo considerable de tiempo, y no alcanza su plena realización hasta el momento precedente a la decadencia política de dicha clase.
En tercer lugar, el papel histórico del proletariado se fija en una etapa corta, que durará décadas, pero no siglos, de transición a una sociedad sin clases.

De todo esto se deduce que “no sólo no hay una cultura proletaria, sino que nunca la habrá y que en realidad no hay motivos para sentirlo. El proletariado ha conquistado el poder precisamente para acabar para siempre con la cultura de clase y para abrir paso a una cultura humana


Antonio Gramsci (1891-1937)


La preocupación por los problemas de la literatura es una constante en sus pensamientos, que no es redactado en un cuerpo sistemático, sino que está constituido en fragmentos redactados en diversas ocasiones.

Para Gramsci en la literatura se encuentran las actitudes del autor ante la realidad y el principio de que en la obra de arte no se debe buscar más que el carácter artístico no excluye en absoluto la búsqueda de los sentimientos y de las actitudes ante la vida que circulan en la obra de arte.

Fiel al espíritu de Marx y Engels, no ve una relación mecánica entre arte y política, las perspectivas del literato han de ser necesariamente menos precisas y definidas que las del hombre político. De ahí la incomprensión del político que vive al día y que encuentra al artista atrasado “superado por el momento real”.

Gramsci ve la posibilidad de utilizar viejos métodos en una crítica de carácter marxista: “el tipo de crítica literaria debe fundir la lucha por una nueva cultura, la crítica de las costumbres, de los sentimientos y de las concepciones del mundo, como la crítica estética o puramente artística”.

Bertolt Brecht (1898-1956)


El alemán se interesa por una concepción de la literatura como una praxis trasformadora de la realidad. La literatura debe juzgarse desde el mundo que tiene como objeto, y debe ser realista, pero realismo no quiere decir mera fotografía, sino una acción crítica sobre la realidad. El elemento crítico es el decisivo para el dialéctico, es en él donde reside el compromiso. 

La forma tiene también una gran importancia “la descripción del mundo en perpetua transformación exige sin cesar nuevos modos de expresión”

Mao Tse-tung (1893-1976)


Según Mao el propósito de su foro de Yenán sobre arte y literatura, es asegurar que el arte y la literatura encajen bien en el mecanismo general de la revolución, se conviertan en un arma poderosa para unir y educar al pueblo y para atacar y aniquilar al enemigo, y ayuden al pueblo a luchar con una sola voluntad contra el enemigo.

Las obras artísticas y literarias, como formas ideológicas, son producto del reflejo en el cerebro del hombre de una existencia social determinada. No existe en realidad, arte por el arte, ni arte que esté por encima de las clases, ni arte que se desarrolle al margen de la política o sea independiente de ella.

Mao admite en la crítica literaria dos criterios: el artístico y el político. Se inclina por la primacía del político, cuanto más reaccionario sea el contenido de una obra y cuanto más elevado sea su calidad artística, tanto más se puede envenenar al pueblo, y mayor razón existe para rechazarla

Jean-Paul Sartre (1905-1980)


Su pensamiento sobre la literatura está motivado por el papel que desempeña el artista en su existencia social, en su obra ¿Qué es la literatura? Resume su pensamiento respondiendo a tres preguntas fundamentales:


¿Qué es escribir?:


en primer lugar diferencia entre el arte de la palabra (literatura) y las otras artes, donde frente a pintores y escultores, el escritor se las tiene que ver con las significaciones de las palabras, que no tienen ni los colores ni la piedra.

Distingue entre prosa “imperio de los signos” y poesía que al refugiarse en la actitud poética considera las palabras como cosas y no como signos. L prosa es utilitaria, escribir es descubrir un aspecto del mundo y, por tanto cambiarlo, el escritor comprometido sabe que la palabra es acción. El estilo debe dar valor a la prosa pero lo importante es el tema del que se va a tratar, y después se decidirá qué forma emplear. Aunque a veces ambas elecciones se dan juntas, el escritor debe comprometerse enteramente en sus obras.

¿Por qué escribir?:


uno de los principales motivos, según Sartre es la necesidad de hacernos sentir esenciales en relación al mundo. No hay arte nada más que por y para otro, por ello es necesario el lector. La lectura es la síntesis de la percepción y la creación. Y puesto que es necesaria la lectura, se escribe ara llamar al lector y que preste su colaboración en la existencia objetiva de la obra, en su producción. 

¿Para quién escribir?:


en principio, el escritor se dirige a toda la sociedad, pero en realidad, en una sociedad dividida en clases, sólo se dirige a algunos hombres. Y aquí está el papel ideológico de la literatura en una determinada sociedad. Sólo en una sociedad sin clases- sociedad utópica- la literatura acabaría de tomar conciencia de ella misma.

3. Sociología de la Literatura: Robert Escarpit (1918-2000)

La sociología de la literatura no se asocia a una ideología especial, y se parece bastante a lo que puede ser un estudio de mercado, aunque los resultados de sus investigaciones puedan ser utilizados por la crítica sociológica.

Escarpit en su Sociología de la literatura dibuja el programa de las futuras investigaciones agrupables bajo el epígrafe de sociología de la literatura. Según él, el hecho literario se manifiesta en tres modalidades: libro, lectura y literatura.


Define libro como “publicación no periódica que contiene 49 o más páginas”, lectura (sólo calculable mediante la estadística), y literatura como “toda lectura no funcional, es decir, la que satisface una necesidad cultural no utilitaria”

Fija los campos de investigación sociológica de la literatura en los tres siguientes:

– La producción (el escritor en el tiempo: edad, generaciones; el escritor en la sociedad; orígenes, funcionamiento, el oficio de las letras)

– La distribución (el acto de publicación, circuitos de distribución)

– El consumo (la obra y el público; la lectura y la vida)

TEMA 9: LA PSICOCRíTICA

→Fundamentos para una crítica psicoanalista

Desde sus primeros compases, el psicoanálisis ha descubierto en la producción literaria un material de primera mano para sus investigaciones, puesto que no en vano el territorio de la ficción se nutre directamente de la conciencia de unos autores y de los personajes que lo habitan, arrastrando siempre situaciones problemáticas y complejas. Por ello, parece acertado atender a los vínculos que han mantenido el psicoanálisis y la literatura desde que Freud planteara las primeras relaciones entre el mundo de los sueños y algunas producciones literarias.

Sigmund Freud

         En la obra de Freud puede percibirse un interés de sus hipótesis. Bastaría con recordar que a él se deben denominaciones como “complejo de Edipo” o “narcisismo” que demuestran la atención a la literatura. En su análisis sobre la interpretación de los sueños es donde perfila la existencia del inconsciente, como ámbito en que se manifiestan los deseos, las represiones, los impulsos latentes, los instintos en suma del individuo, pero siempre disimulados en otras imágenes o alusiones que remiten indirectamente al deseo del individuo.

         En el Chiste y su relación con lo inconsciente, Freud determina los mecanismos que regulan la comicidad y el humor, algunos de los cuales pueden ser aplicados al análisis de la obra literaria; los resortes de brevedad, intensidad contraste suscitan una suerte de placer estético tanto en un chiste como en una pieza literaria cómica. Freud llama la atención sobre las “técnicas de ahorro” que gobiernan esos procedimientos, señalando que de ellas depende la absorción de la idea comunicable por parte de la conciencia del receptor.

Las primeras obras que analiza Freud, ya de un modo completo, son La señora juez y Gradiva, en la que identifico las obsesiones y sueños que sufría el protagonista, enamorado de es una vecina, aunque él se empeñara en reprimir ese deseo; demostraba, de esta manera, que la estructura argumental de la obra y las ideas que pone en juego son similares a las que rigen la conformación de una trama de imágenes oníricas. Lo que busca Freud es señalar que la vida anímica poesía menos libertad y arbitrariedad de lo que solía creerse.

         De 1908 es su principal trabajo dedicado a la literatura: “El poeta y la fantasía” sobre el fondo de unas disquisiciones preliminares dedicadas a la potencia de la fantasía, considera después la que llama literaria. Aquí es donde se plantea la cuestión del origen de la creación literaria y de las recreaciones que ocurren en el interior del creador. Freud propone tres actividades a las que compara la creación poética:


  • El juego de un niño, en el que se crean mundos muy similares a los que el poeta pone en pie, aunque a éste lo guíe la seriedad como base de desarrollo. Sin embargo, el niño opera con objetos reales en lo que se proyecta fantasía, mientras que el poeta trabaja solo con irrealidades a las que pretende otorgar avisos de realidad.
  • La propia fantasía, que, como el juego, representa una huida de la realidad más inmediata, la externa, un marco de realización de deseos que conduce al placer de la suposición de su cumplimiento. La fantasía en el adulto no es más que la sustitución del juego del niño. Los deseos que ser quieren ver satisfechos o se refieren al yo del individuo o son eróticos. En todo caso, en la creación literaria ocurre una liberación de fuerzas muy parecida a la que propicia el ejercicio de la fantasía.
  • El sueño, ligado al ámbito de la noche, para Freud la poesía seria semejante a esos sueños nocturnos e incontrolables desde el plano de la razón.

Freud, en El tema de la elección del cofre, plantea un análisis de tipo comparatista, aplicado al drama de Shakespeare El mercader de Venecia. Freud estudia el episodio en que Porcia elige pretendiente mediante la argucia de ofrecerles tres cofres en uno de los cuales se encuentra su retrato; aquel que elige el de plomo es el que triunfa en la prueba y el que puede casarse con Porcia. Fred rastrea este motivo en otros textos literarios y en el ámbito de la mitología, deduciendo que la elección del pretendiente comportaba, también, la elección de la muerte precisamente para superarla, en lo que significaría la sublimación del deseo amoroso.

En los últimos trabajos, Freud se ocupa del análisis de los caracteres literarios, planteando la posibilidad de realizar psicoanálisis de personajes para establecer una tipología de su conducta y de sus móviles de actuación; hay, así, héroes que arrastran sentimientos de culpabilidad, otros que se consideran excepciones o que persiguen el triunfo.

Carl G. Jung

Jung pensaba que en los sueños no solo se manifestaban los deseos o las frustraciones, sino una memoria ancestral, materializada en una compleja red de símbolos o de “arqueotipos”, en los que se encarnan los contenidos de una conciencia cultural.

Jung postulaba que la única relación que podía mantener el creador con su obra se producía en ese nivel del “inconsciente colectivo”, donde los arqueotipos se encargan de establecer certeras relaciones entre el ser humano y el mundo del que procede, actuando como fuerzas que gobiernan la creación artística y al mismo creador.

         Ello es lo que determina que Jung piense en el símbolo como manifestación de todo ese proceso cultural que, como pensamiento vivo, precisa plasmarse en los signos concretos que conforman las obras de arte.

Northrop Frye

Una de las aplicaciones mas conocida de la teoría de los arqueotipos simbólicos e imaginarios a la literatura la ha diseñado Frye, mediante un método que ha llegado a conocerse como “mitocrítica”. Frye parte del hecho de que una obra de arte es una obra “muda”, primero porque nada puede decir de sí misma y segundo porque el poeta tampoco es capaz de expresar todo aquello que podría poner en juego en su creación.


De alguno manera, el discurso poético necesita del crítico para poder existir, para poder expandir su significación e influencia en la red de signos que constituyen una cultura, por tanto si la creación literaria conlleva un “silencio”, el crítico debe procurar llenar ese vacío abriendo el mundo de significados de que esa creación es portadora. No se permite al individuo vincularse al entorno que puede conocer, precisamente, a través de esa obra, puesto que una estructura literaria puede remitir a un componente de base mitológica y religiosa.

Gaston Bachelard

         La obra de este crítico francés gira sobre el valor del simbolismo de la imagen en las obras literaria, representada no en un nivel inconsciente, sino en el plano de la conciencia. El habla de dos ejes en la determinación del control de la imaginación:

  • El de la inspiración formal, al que se deben los hallazgos novedosos que la obra puede plantear.
  • El de la imaginación material, cauce que penetra en el interior del individuo en busca del fondo de imágenes y de ideas con que materializar el texto.

La originalidad de Bachelard consiste en distribuir esas figuraciones simbólicas de acuerdo a los cuatro elementos (aire, fuego, tierra y agua), para señalar que su aparición lo que pone de manifiesto son los complejos de culpabilidad de la cultura de la sociedad misma.

La PSICOCRíTICA de Charles Mauron

Mauron se desentiende de los instrumentos del psicoanálisis, acercándose, a los métodos de una crítica literaria. Son efectivas sus aportaciones al género dramático y sus mejores análisis se circunscriben a la obra de Racine y al sentido de la comicidad de Moliere.

         El acuerdo con el estructuralismo lo evidencia el hecho de que Mauron no busca temas o símbolos directamente. No es la soledad de una palabra o de una metáfora en lo que Mauron se fija, sino en el tejido, en el sistema de relaciones que se establece entre las palabras o las imágenes cuando se superponen varios textos de un mismo autor. Al eliminarse las particularidades de cada uno, los elementos resultantes constituyen la manifestación del inconsciente del autor, puesto que conforman la red de motivos que le ha impulsado a acometer una determinada creación literaria.

TEMA 10: CRÍTICA LITERARIA FEMINISTA

A lo largo de la década de 1970, comienza a construirse una nueva forma de acercamiento a los textos, con el objetivo de leerlos y de interpretarlos desde unas valoraciones “genérica” distintas a las hasta entonces empleadas, a fin de configurar orientaciones culturales puramente femeninas.

         La crítica feminista debe enmarcarse en el conjunto de ideas inscrito en la obra de dos escritoras, Virginia Woolf y Simone de Beauvoir. Ambas coincidían en la necesidad de desmontar, por una parte la cultura patriarcal a la que debían enfrentarse las mujeres que deseaban escribir, y por otra, en fijar las bases de una “estética feminista” que permitiera explicar porque un texto producido por una mujer constituía una forma de discurso diferente al creado por un hombre.


La cultura feminista

Woolf y Beauvoir anticipan un proceso que se concreta ya en eficaces líneas de actuación en la década de los 60. Una de las primeras exigencias de estas propuestas es la desaparición de los arquetipos tradicionalmente asignados a la mujer; la subjetividad, el acercamiento a la naturaleza, la compasión o la ternura, reclamando los contrarios como principios desde los que se debía proceder a una conquista de un nuevo papel y a la definición de una identidad propia.

         El riesgo de estas iniciativas se puso de manifiesto al construirse unos ámbitos de significación, en ocasiones demasiado herméticos para conseguir los cambios radicales que se propugnaban; el análisis de las características femeninas propiciaba la aparición de nuevos tópicos referenciales que no definían ninguna realidad concreta, sino que creaban líneas demasiado abstractas para ser ciertas.

Política y movimientos feministas

El feminismo se opone a la tradición, de ahí que en sus filas se hayan alineado movimientos radicales de muy diverso molde, al amparo de una larga línea de lucha, iniciada en los Estados Unidos fundamentalmente, que reclamaba igualdad de derechos, de salario, de acceso al trabajo, a la vez que exigía modelos educativos, legisladores y judiciales que garantizan esa igualdad.

         En un principio, cabe hablar de un feminismo “liberal”, preocupado por una actuación directa en las esferas políticas y sociales, desde las que se procura conseguir una revisión de las categorías culturales establecidas por el peso de la tradición.

         Los cambios más drásticos los instiga el “feminismo radical”, alzado sobre la crisis que supuso en los EEUU el derrumbe de los derechos civiles tras la guerras y escándalos políticos de la década de los 70. En líneas generales, uno de sus objetivos sería el de la destrucción de todos los presupuestos sociales sobre los que se asientan las relaciones humanas; en vez de “lucha de clases” se habla de “dialéctica de sexos”, como modo de descubrir una opresión ancestral que mantiene su vigencia.

Una manifestación de estas ideas cuaja en el llamado “feminismo socialista”, aplicado a desmontar las relaciones de poder que encubren bajo pares de términos como supremacía machista y capitalismo. Se trata de un movimiento que afecta tanto a la sociedad inglesa como a la americana.

Por último, debe hacerse mención de la “critica lesbiana” que impulsa los cambios más radicales de los últimos años en el análisis de la relación “cultura/persona”. Por un lado, intentan demostrar que la heterosexualidad es un código de valores impuesto por sistemas políticos. Por otra parte, las lesbianas han intentado desprenderse del rotulo de “perversión” con que hombres y mujeres heterosexuales han calificados su homosexualidad.

Los objetivos de la crítica feminista

         Una de las preocupaciones comunes a todos estos proyectos de afirmación política y social consistirá en la determinación de una nueva línea de interpretación textual, que potencia esa perspectiva feminista, aplicada al descubrimiento de estereotipos y tópicos negativos para la mujer.


Un nuevo modelo de “lectura”

         Se trata de aprender a leer textos de otra manera, llamando la atención sobre los elementos de dominio masculino que en ellos se reflejan, poniendo además en evidencia las lagunas con que en la historia literaria se ha excluido a las mujeres escritoras. Éste es el objetivo del estudio de Kate Millet, Sexual politics, centrado en los malos tratos que sufrían las mujeres en la ficción pergeñada por Henry Miller, simple reflejo de la opresión de las mismas en la sociedad patriarcal.

La “ginocrítica”

“Ginocritics” fue un término propuesto por Elaine Showalter en 1979 y desarrollado en posteriores trabajos. Centrada en imágenes, temas, estructuras y géneros, la indagación de esta corriente aspira a identificar las características específicas de las mujeres escritoras y a construir una red de ideas a cuyo amparo se pueda analizar la literatura femenina.

         Showalter insiste en la necesidad de distinguir dos tipos de crítica feminista. En el primer caso se incide en la importancia de los códigos sexuales, desplegaos en contextos históricos y políticos; la segunda de las orientaciones es la que se plasma en esa dimensión “ginocrítica” que reclama la concepción de una trama femenina para acceder a la literatura realmente creada por mujeres. Showalter lo que busca es separar la crítica que llama andocéntrica de la genocéntrica; por ello, considera necesario revisar el “canon” masculino literario desde cuatro perspectivas: la biológica, la lingüística, la psicoanalista y la cultural.

La “escritura femenina”

Helene Cixous pretende definir la noción de “ecriture feminine”. Habla de una decapitación de lo femenino como consecuencia del domino que los hombre han ejercicio al controlar los modelos económicos; al varón le asiste el deseo de apropiarse de la cabeza de la mujer por lo que ella representa, tanto por su inteligencia como por su voz. No es tanto la voz, en cuanto a categoría sexual, sino el estilo lo que debe reconocerse en ese proceso de la escritura lo que implica la superación de los modelos sociales de carácter bisexual.

Critica feminista angloamericana

         Tres son las pensadoras fundamentales que permiten caracterizar este grupo:

         Annete Kolodny abrió esta serie de indagaciones. El punto de partida de esta pesquisa consiste en averiguar qué es lo que distingue la literatura escrita por mujeres de la producción de los hombres. Ello solo puede averiguarse si se establecen esquema comparatistas que posibiliten la confrontación de los esquemas de ideas, de las actitudes generales ante el mundo y de las líneas de desarrollo estilístico, que caractericen ese modo de escribir, que pueda ser llamado femenino.

  Elaine Showalter es una de las figuras pioneras de estos estudios en EEUU. El propósito principal consiste en otorgar a las obras creadas por mujeres una categoría especifica, una identidad propia, que las diferencie de las articuladas por los hombres. De ahí que la critica feminista tenga que hacer un  esfuerzo especial por alejar cualquier perspectiva masculina: ellas no hablan de ni para los hombres, sino de los modelos femeninos que subyacen en los textos creados específicamente por mujeres.


Ésta es la orientación que debe la critica feminista a la deconstrucción; si el texto se elimina como cambio referencial, lo que importa considerar es el grado de “experiencia” que esa obra refleja; deben desmontarse las facetas masculinas para buscar una nueva visión antropológica, psicológica y social

         Myra Jehlen se preocupa por las que llama “lecturas apreciativas y políticas”. Denuncia la Laborde las criticas feministas que se centran solo en las mujeres, cuando éstas, por muy radicales que sean, están obligadas a convivir con los hombres. Ello no significa que tenga que aceptarse la concepción machista, basta con reconocerla para poder rechazarla.

Critica feminista francesa

Ya se indico que la filosofía y la sociología posteriores a la Segunda Guerra Mundial comienzan a perfilar las líneas esenciales de lo que se ha llamado feminismo marxista, que puede tener su punto de partida en El segundo sexo de Beauvoir. La mayoría de los argumentos de Beauvoir han sido admitidos por los movimientos posteriores que se han ocupado de estas cuestiones, matizada la dimensión redentora que se concede al socialismo como movimiento político.

         Procede examinar las líneas maestras del pensamiento de Luce Irigaray. Pretendía desmonta el discurso filosófico sobre el que se asienta el poder masculino; aplicaba nociones de psicolingüística y de psicoanálisis, si bien la defensa de esta obra le valió la expulsión de la escuela lacaina de Vincennes.  Los fundamentos de este estudio no pueden ser más radicales; el padre de la psicología, Freud, se había dejado guiar, autorizándolos, por comportamiento de clara misoginia a la hora de abordar cualquier cuestión centrada en la mujer; se trata de articular otra red de perspectivas para que esas observaciones puedan ser dirigidas hacia cuestiones como la diferencia sexual o la misma definición de lo femenino. A partir de esta base, se realiza un recorrido retrospectivo por los grandes pensadores de la filosofía occidental. Su pretensión es la de construir la imagen de un “especulo” el instrumento de ginecología con que se examina la vagina de la mujer, una suerte de espejo cóncavo en que se refleje todo aquello que no está a la vista, lo que Irigaray llamado los secretos de la cueva, revelados porque los hombre se sirven de un instrumento masculino para poder penetrar en el cuerpo de la mujer, explorarla y dominarla.

Por último, Julia Kristeva, desde concepciones estructurales y semióticas, plantea la necesidad de construir una suerte de lingüística feminista, que se ocupe de analizar los usos del lenguaje por parte de los “sujetos hablantes”, a fin de verificar las estructuras de dominio que subyacen en determinados registros o niveles idiomáticos.

TEMA 11

LA WELTLITERATUR Y EL CANON LITERARIO

                El canon clásico es el sistema de reglas o de sugerencias que hay que seguir para conseguir una obra perfecta, lo mejor de lo que haya producido una civilización literaria a lo largo de su historia. Este concepto se vincula a principios del siglo XIX con el ideal de Weltliteratur, la literatura del mundo que nacía del convencimiento  de que la poesía es propiedad de toda la humanidad, en cuanto las obras mejores expresan valores que son válidos siempre y para todos los ciudadanos del mundo. Evidentemente, no existe un acuerdo sobre cuáles son las mejores obras de la literatura, y esto depende de las circunstancias históricas, sociales y culturales de quien debe efectuar esta selección, pero también de su gusto individual.


El contexto tiene un peso determinante en la selección de los textos que formarán parte del canon. Las obras maestras son las que han sido consagradas por la tradición, las que han mantenido su importancia en el curso de la historia.

EL MULTICULTURALISMO Y LA CRISIS DEL CANON

                El cambio en la composición de la población que accedía a la universidad fue determinante para la redefinición de la función del estudio de las disciplinas humanísticas. En los años setenta la burguesía negra pudo matricular a sus hijos en la enseñanza superior; muy pronto, a los afroamericanos se añadieron estudiantes de otras etnias. El movimiento que ha cuestionado la formación del canon, el multiculturalismo, ha conllevado, como hemos visto, la revisión del viejo concepto de Weltliteratur,  y nos ha enseñado que las obras que siempre hemos considerado como portadoras de valores fundamentales, aparecían así porque nos confirmaban en nuestros valores, reflejando las creencias de nuestro mundo y nuestra sociedad. La necesidad de discutir los criterios por los que las obras se juzgan como pedagógicamente válidas ha sido propia del área anglosajona. El canon italiano, por su parte, ha sufrido muy pocas revisiones y ha seguido incluyendo fundamentalmente obras consagradas por la tradición reaccionando solo muy poco, a los estímulos proporcionados por el multiculturalismo o al cambio de la realidad social del país.

EL MUNDO COLONIAL Y LOS PRIMEROS MOVIMIENTOS DE LOS INTELECTUALES NEGROS

                Desde los años treinta, algunos críticos y artistas de países colonizados pusieron en marcha movimientos culturales que, por un lado, empujaban hacia la independencia, y por otro, analizaban los componentes negativos de la colonización también en el plano cultural. En el mundo angloparlante americano, una de las primeras manifestaciones de una nueva actitud de reivindicación de la gente de color fue la del movimiento de la Harlem Renaissance, que se afirmó en los Estados Unidos entre los años veinte y treinta del siglo XX. Era una corriente literaria y de pensamiento que tuvo su epicentro en Harlem, centro urbano con una gran concentración de población negra. El ser negro empezó a ser objeto de creación artística. El primer intelectual que pensó en la negritud como categoría especifica fue W. E. B Bois, denunciaba la situación escandalosa de los negros en los Estados Unidos, insistía en la necesidad de desterrar de la mentalidad de los blancos y los negros la imagen del negro que no es plenamente humano.   

Las primeras formulaciones de la negritud nacieron alrededor del grupo que dio vida a L’Etudiant noir, se consideraba que los intentos precedentes estaban todavía demasiado influidos por la mentalidad europea. L’Etudiant noir reivindicó la necesidad de proponer una vía independiente para la construcción de la identidad negra. En este movimiento influyeron muchos factores; entre ellos recordemos las tesis de Lévy-Bruhl, fue el primero en sugerir la distinción entre intuición africana y razón europea.


Para Sartre, la negritud es una fase de autoconciencia mediante la cual el poeta negro intenta despertar en sí y en sus lectores negros lo que queda de la herencia africana. Uno de los objetivos principales del movimiento de la negritud fue el de denunciar la condición de opresión en que vivían los negros en el mundo; a esto se añadía el deseo de afirmar algunos rasgos propios de la raza negra vistos por primera vez no ya como defectos, sino como características de un patrimonio cultural que había que reivindicar y defender. La negritud representó un ataque directo al canon estético europeo, que se consideraba como universal y al que los intelectuales negros empezaron a contraponer nuevas obras. Se dieron muchas críticas contra la negritud, atacaron sobre todo el planteamiento de Senghor, su conceptualización de las características de la raza negra que él veía no como inferior sino como distinta de la blanca.

Fanon, por su parte, ofrece un análisis completo de la relación entre colonizador y colonizado, invita a todos los pueblos sometidos a que afirmen a toda costa su propia independencia porque los ciudadanos de un Estado que haya sido colonizado podrán reencontrar su propia identidad una vez que hayan sido liberados de la ocupación militar de la potencia extranjera. Así comienza una fase crítica que pretende analizar los elementos negativos de la colonización en el ámbito cultural. Si hoy para nosotros puede parecer obvio que el dominio de un pueblo sobre otro sólo puede ser negativo, no debemos olvidar que la colonización de los siglos XIX y XX se acompañó de una acción de propaganda que pretendía convencer a colonizadores y colonizados de que aquella ocupación militar en realidad era buena para las colonias.

                 Por lo que se refiere al mundo africano de habla inglesa, la producción creativa de novelas se adelantó a la escritura crítica y poética. Esta escritura sigue inmediatamente a los procesos de independencia, presentan contenidos muy críticos hacia el mundo de los colonizadores y no sólo pretenden denunciar a los europeos y su sed de dominio, sino también reivindicar la dignidad de las culturas tradicionales. Tras la independencia será necesario reformar las instituciones académicas. No solo se presentaba la literatura inglesa como modelo absoluto de excelencia en las letras, sino que sus géneros, temas, se ofrecían como los únicos aceptables, es decir, como los necesarios para que un texto se reconociera como literario. Las obras tradicionales africanas que no respondían a estas características no eran consideradas literatura sino folklore.

EL PROBLEMA DE LA LENGUA

                Una de las primeras cuestiones afrontadas por los intelectuales de las antiguas colonias fue la de la lengua. El colonialismo tuvo un enorme impacto cultural: las poblaciones sometidas renegaron de sus propios valores e intentaron identificarse con la cultura de los colonizadores. Cuando los colonizadores se retiran de las colonias dejan una situación muy comprometida porque han puesto en crisis, ante todo, la lengua, uno de los rasgos fundamentales de toda comunidad. Uno de los debates ejemplares a este respecto ha sido el que ha tenido lugar entre Thiong’o y Achebe. Achebe sostiene que, dada la obvia presencia de la lengua inglesa en muchos países colonizados, es deseable que la lengua escrita nacional sea el inglés. Thiong’o afirma que utilizar la lengua de los dominadores significa volverse cómplices de ellos.

Sociedades enteras se enfrentan al problema de la elección de una lengua oficial. En el mundo poscolonial se pueden distinguir al menos tres tipos de grupos lingüísticos:


-Los grupos monolingües son sociedades en que se usa una única lengua, los territorios en que los colonos europeos consiguieron aplastar totalmente a los indígenas. Es el caso de Estados Unidos, de Nueva Zelanda y Australia en que se habla mayoritariamente el inglés.

                -Las sociedades disglósicas son las bilingües, la lengua hablada antes de la llegada de los colonizadores se siguió usando durante la ocupación y hoy ha vuelto a enseñarse en las escuelas junto con una de las lenguas europeas que sobrevive porque ya forma parte del patrimonio. Es el caso del Magreb donde casi toda la población habla tanto el árabe como el francés.

                -Luego están las comunidades criollas y poliglósicas, conviven distintas lenguas que cruzándose se modifican recíprocamente. A este propósito nos detendremos en el caso del Caribe. Se trata de un sistema intercultural en que conviven una gran variedad de lenguas coloniales, huellas de lenguas africanas llegadas con los esclavos a las que hoy se añaden otras como el chino fruto de las oleadas de inmigrantes. Éstas se influyen mutuamente dando lugar a una rica variedad de lenguas y dialectos.

                El criollo nace, según Glissant, entre los esclavos de las plantaciones. La nueva lengua se habría formado mezclando la lengua hablada por los colonos con palabras originarias de alguna lengua africana. En las distintas colonias nacieron diferentes lenguas marcadas por una doble necesidad: la de ser medios de comunicación, pero también códigos que no podían ser completamente descifrados por los amos. Para Glissant, la lengua criolla nunca se ha independizado del francés.

LOS ESTUDIOS POSCOLONIALES

                Se trata de un área disciplinar que abarca desde la crítica literaria a los que hoy se denominan cultural studies, un sector de la investigación y de la crítica cultural que nació en el mundo anglosajón. El término poscolonial se emplea para referirse a áreas geopolíticas que habían conseguido su independencia de los poderes coloniales después de la segunda guerra mundial y que, por lo tanto, llevaban poco tiempo como estados autónomos. El término se ha empleado de forma menos específica en la teoría literaria para designar las obras literarias artísticas y cinematográficas producidas en países colonizados en el pasado y que consiguieron cierto nivel de autonomía.

                Otro campo de aplicación de los estudios poscoloniales ha sido el hecho de que el poder colonial generó un sistema de representación. Dos de los críticos más importantes en este campo son Said y Jameson. El texto que podría considerarse fundador de ese horizonte crítico es Orientalism, de Said. Investiga la manera en que Occidente ha construido la imagen del otro, bautiza este procedimiento como orientalismo. El planteamiento de Said se diferencia del de Jameson sobre todo porque este último funda su análisis en presupuestos marxistas. Mientras el enfoque tradicional contraponía en bloques rígidos colonizadores y colonizados, blancos y negros, buenos y malos, esta nueva teoría poscolonial tema en consideración todas las figuras intermedias que no forman parte ni de un grupo ni de otro. Estos nuevos habitantes del mundo rompen la dialéctica que oponía los unos a los otros porque participan en ambas realidades. Location (posicionamiento) es el sitio desde el que se habla, las experiencias, la procedencia geográfica, y también la actitud, la lengua. Cualquier persona al decir cualquier cosa habla desde su punto de vista, desde su location.


LA DESCOLONIZACIÓN

                En esta fase el mundo ya no estaría dividido entre colonizadores y colonizados, se caracteriza por la escritura de autores emigrantes que han reflexionado sobre las cuestiones de lo posmoderno a partir de su location en una cultura cada vez más mestiza. La descolonización ya no afecta a los que fueron colonizados, sino a todo el sistema cultural del mundo. Hoy hace falta un proceso de descolonización que se una obra de autocrítica radical encaminada tanto a releer el pasado como a pensar juntamente el presente y el futuro.

LOS ESTUDIOS POSCOLONIALES Y LOS ESTUDIOS LITERARIOS

                Los estudios poscoloniales han servido para que aparezcan algunos conceptos que han cambiado el modo de entender la misma literatura hacia una nueva Weltliteratur. El abandono del prejuicio de la superioridad occidental ha permitido que se leyeran, publicaran y tradujeran las obras literarias del mundo poscolonial. Las novelas fueron medios de propaganda tanto para los que querían afirmar el dominio europeo sobre el resto del mundo como para los que querían oponerse a él. Said llega a decir que no es posible pensar la novela europea de entre los siglos XIX y XX independientemente del colonialismo.

EL DEBATE SOBRE LAS IDENTIDADES SUBALTERNAS

Spivak intenta leer los textos producidos en situaciones de contacto entre grupos dominantes y grupos subalternos exponiendo los malentendidos derivados de tales encuentros. Para algunos estudiosos, los malentendidos son inevitables  y a menudo productivos. Yue Daiyun explica que cuando los miembros de un grupo entran en contacto con otro grupo cultural no dejan de pensar desde dentro de su propia cultura, y por lo tanto perciben los elementos extraños desde su propia perspectiva. Spivak sostiene que en la representación de la relación colonizador – colonizado, los estudiosos han ignorado totalmente la cuestión femenina. Las mujeres de los colonizadores estaban sometidas a sus hombres pero debían ser vistas como dominadoras por las clases subalternas.

                El movimiento llamado deconstrucción ha llevado a cuestionar la unidad de cualquier identidad colectiva. De Bhabha nos detendremos sólo en dos cuestiones fundamentales de su discurso: el concepto de mímica y el de híbridez. Los análisis de Bhabha arrancaron de su interés por una relectura de las obras de Fanon. El deseo del dominado de ser él el dominador crea inevitablemente un desequilibrio. Los intentos de imitar al dominador, según Bhabha, no borran en el dominado la conciencia de su propia identidad, el deseo de parecerse al poderoso colonizador no llega a ser nunca el ser idéntico. El colonizador repite las palabras que oye de los colonos pero a menudo el resultado de esta acción no es el de empezar a hablar la lengua imperial, el resultado es una deformación creativa. Bhabha sostiene que el acto mimético del colonizado es esencialmente irónico. Un esclavo aprende unas palabras de francés, las utiliza con los otros trabajadores de la plantación y de ellos nace una forma de criollo. Si aplicamos las sugerencias de Bhabha, esto demuestra que el esclavo ha aprendido una lengua nueva y que la utiliza según las reglas que no son las que el amo impondría. La nueva lengua que parece parodiar al francés, parecer aceptar una diferencia entre el colono y el colonizado.


LA LITERATURA POSCOLONIAL COMO RELECTURA

                Muchos autores de las literaturas emergentes sienten que pueden acudir libremente tanto a la literatura occidental como a las tradiciones locales, sin preocuparse por los malentendidos. Los colonizadores bautizaron las localidades de sus dominios con nombres originarios de sus patrias con el único fin de destacar negativamente la diferencia entre las nuevas tierras y la madre patria, aquellas elecciones desaparecerán cuando otros hayan vivido en aquellos territorios y hayan usado aquellos nombres y los hayan enriquecido con nuevos significados. El modo en que se ha producido en las colonias la apropiación de la cultura europea no siempre ha sido considerado correcto.

                Bhabha lee la creatividad de las culturas poscoloniales como la capacidad de reinscripción, es decir, la capacidad de asignar nuevos significados a todos los elementos que proceden de las distintas tradiciones insertándolos en un nuevo contexto cultural que necesariamente cambia el significado de éstos. El modo más común de pensar en la híbridez es precisamente el de las lenguas y culturas criollas nacidas de la fusión de elementos procedentes de las distintas lenguas y culturas que la ocupación colonial ponía en contacto. Bhabha habla del sujeto nacido del encuentro de varias culturas como de un sujeto híbrido. La cultura criolla se presenta como un valor positivo. La tesis de Glissant es que todo el mundo se criolliza, todas las culturas están en contacto con todas las demás y no pueden resistirse a las influencias. En el mundo existen dos grupos de culturas: las culturas atávicas que se criollizaron hace mucho tiempo y que hoy tienden a considerarse entidades aparte, y las culturas compuestas en que la criollización se ha producido más recientemente y se reconocen a sí mismas como mestizas. La criollización sigue produciéndose, se quiera o no, y en un determinado momento. Según Glissant, ésta se produce sólo cuando se consigue entender que los elementos que entran en contacto poseen igual valor, si algunos elementos son devaluados respecto a otros, la criollización no tiene lugar.

LA LITERATURA COMPARADA Y LOS ESTUDIOS POSCOLONIALES

                La literatura comparada es uno de los pocos lugares en que es posible un encuentro entre las culturas. Se formó un conjunto de textos reconocidos como clásicos y alrededor de ellos la crítica y la historiografía literarias han establecido los criterios que puedan adaptarse a tales obras y al mismo tiempo, derivar de ellas. El movimiento del multiculturalismo ha contribuido a explicitar que los criterios en los que se basa el canon son ideológicos.

                Los puntos de llegada de los estudios poscoloniales son estímulos de gran interés para la literatura comparada. Uno de éstos es la propuesta de Said de buscar el componente imperialista en las novelas europeas. Lo que los estudiantes y los docentes han pedido no ha sido la eliminación del canon literario o de toda clasificación, sino la explicitación de los criterios con los que hay que realizar tal clasificación. El multiculturalismo y los estudios poscoloniales también invitan a ocuparse de las literaturas minoritarias, expresión de grupos minoritarios dentro de las literaturas nacionales, se trata de escritores inmigrados y emigrantes.


A lo largo de toda su historia, la literatura comparada ha intentado afinar unos instrumentos que le permitieran comparar sistemas culturales diversos, gran parte de la nueva literatura mundial se escribe en un mundo poscolonial. Son estas obras literarias las que parecen proponerse como lugares comparatistas, rezuman desplazamientos, patrias lejanas e imaginadas, que narran el nacimiento de una identidad criolla y que buscan caminos hacia la reconciliación de lengua y tradiciones, del presente y del pasado. Son estas novelas las que muestran la mejor síntesis entre la nueva Weltliteratur y el objeto de investigación de la literatura comparada.

Tema 12: Teorías sistémicas e historicismo de fin de siglo

→La teoría de los polisistemas

         Como consecuencia del estructuralismo de la década de 1970, varias direcciones criticas se suceden en este final de centuria, acogidas todas ellas bajo el rotulo de teorías sistémicas, como posible eco de la Semiótica de la Cultura planteada por Lotman.

         El concepto de sistema implica una nueva valoración de la realidad llamada literatura, entendida como conjunto de elementos interdependientes, en donde el sentido de cada uno de ellos viene dado por la relación que manifiesta frente a los otros. Ello implica es portador de un significado que pueda aislarse de esa serie de factores que permiten ser en cuanto realidad textual. Las vías de análisis trazadas por las sociologías literarias han contribuido eficazmente a concebir la literatura como una actividad esencial en el cuadro de sistemas que construyen la identidad de una sociedad determinada.

Es notable el interés de esta teoría en aquellos ámbitos en los que conviven sistemas lingüísticos y literarios diferentes, pues posibilita una rápida descripción de las interferencias que pueden producirse entre lenguas, literatura y culturas.

El polisistema

         Rescatando conceptos del estructuralismo de Praga y algunas de las formulaciones semióticas de Mukarovsky, Even-Zohar articula la noción de polisistema. Según el investigador israelita, un “polisistema” es un sistema de sistemas que se entrecruzan hasta formar una red, un todo estructurado que asegura, revelándola, la independencia de los elementos que lo integran. Es decir, se trata de dibujar una “estructura abierta”, plural y múltiple por las relaciones que propicia; se proyecta, en suma, la dimensión diacrónica en el ámbito sincrónico a fin de reflejar el enfrentamiento que suele darse entre los distintos componentes de un polisistema.

         Para ellos, Even-Zohar diseña un estrato central y otro periférico a los que denomina “centro” y “periferia”; como pueden cruzarse redes de relaciones muy distintas, puede ocurrir que exista más de un centro, aunque, si ello pasara, siempre uno de ellos se convertiría en dominante del otro o de los demás.

         Los fenómenos literario se desplazan del centro a la periferia y viceversa, caso éste que permitiría que el elemento periférico se convirtiera en un elemento canonizado u oficializado por una serie de adaptaciones.


La canonización textual

         La historia literaria solo ha dado cuenta de la parte homogénea del sistema, aquella que ha adquirido una estabilidad porque ha sido aceptada por esa polivalente red de relaciones significativas; de ahí que se pueda hablar de una literatura canonizada.

         Ocurre, así, que bastantes fenómenos son ignorados por la valoración crítica; la literatura infantil, o la de consumo o las traducciones de textos o las mismas derivaciones de oralidad que continuamente se producen. Ninguno de estos casos alcanza la categoría necesaria para “centrarse”, por el contrario, continuamente desechados hacia la periferia.

         Porque el concepto de literatura canonizada advierte sobre el valor normativo que esto textos van a adquirir y que van a configurar un espectro de condiciones de otros usos literarios. Esta línea de investigación ha de intenta comprender como funciona la literatura en el seno de la sociedad y no empeñarse en afirmar la existencia de unos modelos literario a cuya luz tuviera que aplicarse todo lo demás.

         De esta manera, la teoría de los polisistemas previene sobre la aceptación de normas estéticas por parte de círculos dominantes que arropan su poder o apoyan su influencia en ese practica literaria concreta de que van a servir y a la que van a intentar sacar el mayor partido posible.

         Un buen método de investigación tiene que velar por distinguir entre el nivel del texto y el del repertorio. Para trazar un modelo de análisis, Even-Zohar distingue entre dos tipos de canonicidad:

  • La estática, referida al nivel de los textos y revelada en el momento en que éstos penetran en un determinado centro que los catapulta hacia esa significativa valoración de su importancia sistémica, como si encerraran las claves del pensamiento de ese tiempo que los ha destacado por encima de otras producciones.
  • La dinámica manifestada en el valor de los modelos convertidos en principios de génesis de otros textos.

Los elementos de polisistema literario

         La red de relaciones que integra un polisistema coordina una serie de elemento, que apuntan hacia la función pragmática que toda literatura ha de poner de manifiesto. Porque aquí habría que incluir un nuevo modelo de creación que insistiría en las actividades reguladas por estas relaciones sistémicas. Es evidente que el conocido paradigma de la comunicación resulta superado por la inclusión de nuevas perspectivas, altamente sugerentes en la apreciación del fenómeno de la literatura; y ello siempre que no haya preferencia de unos factores sobre otros, porque en esta concepción circular de los polisistemas, todos dependen de si en la misma medida.

  • Productor, es el emisor, a fin de potenciar el carácter de actividad socio-cultural que desempeña la literatura.
  • Consumidor, un término lógico que quiere ampliar el valor de simple lectura con que ahora se limita el fenómeno de recepción.
  • Productor, la producción más importante de la literatura corresponde a los modelos de realidad que han sido construidos y posibilitados por esos textos.


  • Mercado, concepto que engloba todos los aspectos involucrados en la venta y compra de esos productos literarios.
  • Institución, integrada por los elementos que explican el funcionamiento de la literatura como actividad socio-cultural.
  • Repertorio, es decir ese conjunto de reglas y materiales que intervienen en la creación y en la recepción de un determinado producto.

La historia de la literatura

Una de las aportaciones más importantes de la teoría de los polisistemas afecta a la re-escritura a que es urgida la historia literaria, más o menos oficial que solo ha sabido apreciar los productos que responden a los principios dimanados de los centros. Para ello, es preciso determinar, en una dimensión diacrónica, las relaciones que se establecen entre los polisistemas, a fin de reflejar el dinamismo con que la literatura funciona en la cultura y en la sociedad.

El Nuevo Historicismo

         El punto de partida de esta tendencia hay que situarlo en el número especial de 1982 de Genre, editado por Stephen Greenblatt, con el común denominador de vincular esos textos tempranos en el espectro más amplio de los discursos y prácticas culturales de este periodo, a fin de rechazar dos nociones sobre esta producción literaria:

  • Que los textos eran autónomos con respecto a ese marco de producción.
  • Que reflejan el pensamiento de una clase literaria.

Frente a estas perspectivas, Greenblatt señalo la necesidad de configurar un nuevo Historicismo basado en el hecho de que las sociedades isabelina y jacobina constituyeron contradictorios ámbitos en donde diversas referencias culturales se entremezclaron con sus respectivos códigos.

Stephen Greenblatt

La propuesta de Greenblatt se extendió con rapidez y el Nuevo Historicismo quedó concebido como una doctrina. La idea capital del trabajo se refería a que el modo en que el arte y la sociedad se interrelacionaban no podía ser explicado de una forma teórica, de donde el fracaso de las direcciones marxista y posestructuralista. Por ello Greenblatt ha afirmado que, en su concepción, el Nuevo Historicismo ni puede ser otra teoría. Él prefiere enfocarlo como un mecanismo de prácticas de lectura, dirigidas a explicar porque los textos representan modelos de conducta social y transmiten códigos dominantes en esos marcos culturales en que se inscriben. Habla de la necesidad de reconstruir la identidad cultural de la que provenían los textos analizables. De ahí, la importancia de reparar en instituciones como la iglesia, la corte, la familia, la administración de las colonias, o de fijar puntos de referencia de autoridad incontrovertibles, tales como Dios o la Biblia.

Admitida la validez de este planteamiento, el crítico tiene que darse cuenta de que esos poderes no se contentan con ver reflejado su pensamiento en unas obras determinadas, sino con crear unos modelos de conducta negativa que sirvan de ejemplo para marcar las ideas que deben rechazarse.


→Louis A. Montrose

         Los discípulos de Greenblatt aceptaron sus sugerencias, de modo que el Nuevo Historicismo se ha ido articulando como una serie de preguntas y problemas, renunciando a la pretensión de formular un paradigma que sirviera para interpretar obras literarias.

         Montrose insiste en la necesidad de replantear las relaciones entre textos y el sistema cultural en los que se articulan. Para lograrlo, es preciso que los críticos rechacen la concepción formalista. Lo que se debe explicar, en cambio, es como los textos representan culturalmente constructos formales de conocimiento y autoridad que se convierten en códigos prácticos de comportamiento.

         Tal forma de actuar permite captar mejor la visión individual que esos creadores logran inscribir en sus producciones, pues existe un amplio marco social en el que, como contraste, se refleja, a la par de explicar las vías de información de ese pensamiento particular del escritor. Lo que se debe hacer es insertar los mecanismos de individualidad, aquellos que intervienen en el proceso de creación literaria, en su correcto planteamiento; para facilitar la comprensión de este fenómeno él propone el término de subjetivización.

         En otro orden, Montrose se ha preocupado también por la forma en que el texto puede criticar los modelos de autoridad o afirmarlos, a fin de evaluar si la literatura constituye una trama de ideas que pueda defenderse de esas presiones sociales o culturales.

         Montrose cree que la investigación debe facilitar esa serie de conocimiento para propiciar análisis que permitan valorar la pluralidad de perspectivas con que esos códigos intervienen en la construcción de los textos y del propio dominio cultural al que pertenecen. No cree que el Nuevo Historicismo pueda dar respuesta a los diversos problemas que plantean tanto la creación literaria, como su enseñanza.

Jonathan Goldberg

         Goldberg parte del aserto de Greenblatt acerca de la presencia social del mundo en el texto literario. Se diferencia de él en que no repara en las técnicas con que una serie de instituciones dominan la conducta individual; a él le interesa reflejar la construcción del discurso político para afirmar una autoridad moral.

         Goldberg avisa sobre el modo en que una producción literaria reproduce estas estructuras de autoridad regalista, mediante amplias líneas de contenido que divinizan esa figura regia y le asientan en una suerte de sustancia espiritual.

Hayden White

         Lejos ya de un ámbito histórico concreto, se cierne sobre las conexiones que deben plantearse entre la historiografía y la teoría narrativa, por una parte, y el problema general de la representación en la ciencias humanas, por otra.


Analiza White la relación que se establece entre el discurso narrativo y la representación histórica que pretende reflejar. Cualquier narración supone una forma discursiva que no puede ser objetiva simplemente porque pretenda reconstruir unos hechos reales, en cuanto procesos de desarrollo; no es la historia la que avanza por una línea temporal que pueda recorrerse, cortarse o desplegarse; lo que avanza linealmente en el discurso que él construye con esa finalidad y en el que implica postulados ideológicos, modelos políticos o paradigmas culturales. A eso de refiere White cuando sostiene que la “forma” que se da a la historia es el verdadero “contenido” de ese proceso; que es en realidad la propia “materia” de la historia.

TEMA 13

El canon en un contexto de crisis.

            La crisis que la teoría y la crítica literarias atraviesan en sus modelos epistemológicos ha provocado un creciente interés por el estudio del canon literario. Determinadas líneas teóricas, sobre todo las teorías sistémicas, ofrecen respuestas interesantes a los interrogantes más comunes que se plantean al respecto en la ciencia literaria.

            Son tiempos de desconcierto en la crítica literaria y desde hace unos diez años se está generalizando una crisis. Hablar de crisis no tiene que implicar necesariamente  un problema de valor, es más como la crítica actual ha vuelto a plantear los viejos problemas de la estética y ha puesto en primer plano la cuestión hermenéutica, o el propio desafío que ha hecho de la metafísica post heiddegerniana. Da cuenta de la crisis la gran polémica que ha adquirido el estatuto mismo de la «teoría». La enumeración de los problemas a los que atendía Jenaro Talens obliga a los estudiosos de la teoría literaria a situarse frente a los nuevos sentidos de la relación literatura-ciencia, literatura-ideología, literatura y cultura de masas, literatura y medios de producción, etc.

El canon solo puede entenderse en su globalidad en este contexto de crisis de los sentidos tradiciones de la teoría y de los lugares tradiciones de la crítica. En cierto modo la proliferación de estudios, sobre todo en revistas norteamericanas evidencia que la revitalización que en ciertos sectores se hace del «canon» ha actuado como reacción de la institución literaria a la creciente crisis de los modelos epistemológicos en que se basó la crítica y la consiguiente revisión de sus categorías centrales, como la de «autor», «texto», «interpretación lectora», «valor»…. El vendaval que la deconstrucción, los estudios de crítica feminista y los cultural studies han promovido en el mundo académico norteamericano ha sido tan fuerte que ha hecho emerger con aire polemista una vieja cuestión de la teoría: la del «canon». El debate que suscita el concepto literario del canon en la actualidad debe estudiarse dentro del contexto de crisis que la teoría y la crítica literarias atraviesan en sus modelos epistemológicos.

            El debate actual en torno al canon surca otro tipo de derroteros en el contexto de crisis que hemos evocado, para revivir una nueva versión de la querella entre antiguos y modernos.


Barnheimer habla de una autoconciencia de las profundas transformaciones de la teoría y la Literatura Comparada desde el informe de Levin, y sitúa el problema del canon como crucial en el nuevo horizonte teórico, en la medida en que la política del multiculturalismo se basa en gran parte en la revisión del canon desde la demanda ética de reconocimiento de la marginación cultural de grupos étnicos, geopolíticos y sexuales. Del informe propiamente dicho elaboró una tesis de los puntos en que cifra los objetivos de la nueva teoría en la edad del multiculturalismo, para el programa de graduados en Literatura Comparada.

1. La Literatura Comparada debe tener como foco de atención las prácticas discursivas, y las producciones culturales complejas, sin limitarse a los textos literarios

2. El conocimiento de varias lenguas extranjeras es la razón de ser del comparativista. Al menos dos literaturas han de ser estudiadas en su lengua original y para los estudios de literaturas antiguas europeas se deben conocer las lenguas clásicas.

3. Deben mitigarse las viejas hostilidades hacia la traducción

4. La Literatura Comparada debe comprometerse activamente en el estudio de la formación del canon y de una nueva concepción del mismo. Debe prestarse atención al rol de las lecturas no canónicas sobre los textos canónicos, lecturas nacidas desde varias perspectivas contestatarias, marginales y subalternas.

5. Deben reorganizarse los centros de atención restado privilegio a las perspectivas eurocéntricas y angloamericanas, ampliando el campo de estudio a las literaturas no contempladas tradicionalmente.

6. La Literatura Comparada debería incluir comparaciones entre los medios de comunicación de masas. El libro ya no es soporte exclusivo de nuestros estudios

Lo que más interesa como contexto al debate del canon es que un programa así sitúa como objetivo central la reevaluación del canon literario tradicionalmente consagrado y da prevalencia a las literaturas y los discursos anti-canónicos.

            No haber tenido en cuenta lo mucho que sobre el canon tienen que decir las teorías sistémicas obedece no sólo a la incomunicación histórica y cierto carácter doméstico del debate americano, también a que el eje que ha pivotado la renovación de la crítica americana ha sido  predominantemente francés. En cierto sentido el debate sobre el canon, por no haber integrado estadios teóricos europeos más evolucionados y seguir el debate de renovación norteamericano anclado en el horizonte francés, resulta un punto anacrónico, aunque inevitable y seguramente provechoso en un contexto académico en el que esa renovación de los estudios literarios ha sido más tardía.

1. Algunas líneas de debate norteamericano en torno al canon

            En la Universidad de North Carolina el fenómeno de convertir en objeto de enseñanza los propios conflictos en torno al Canon es una muestra de la enorme resonancia de tal cuestión en el mundo académico.

            El debate norteamericano en torno al canon genera una polémica de gran resonancia social. La irrupción de las teorías sobre la deconstrucción, de los estudios de crítica feminista y de los estudios culturales suponen el punto de partida de un nuevo planteamiento acerca del canon literario.


R. Hughes en su libro La cultura de la queja sitúa tal debate en el más amplio del conflicto generado por los llamados «multiculturalismos» y los conflictos fronterizos entre todos ellos y la cultura americana tradicional, aunque tienen en tal debate enorme relevancia el sentido «terapéutico» con que ciertas voces como la de Allan Bloom reclaman el Gran Canon literario, de los grandes autores como modo de contrarrestar la alarmante pérdida de tradiciones que han definido la cultura tradicional americana. Las referencias de Bloom al canon se teñían de ese valor terapéutico de los grandes textos literarios en la construcción de los fundamentos de las creencias y prácticas sociales.

            Causa fundamental de las dimensiones sociales que ha adquirido la discusión del canon en Norteamérica es el polémico canon realizado por Harold Bloom. La posición manifiesta de Bloom representa el surgimiento de un neofundamentalismo teórico que basa sus postulados en la vuelta a unos universales estéticos y antropológicos como fundamento de la canonicidad. Todo el manifiesto de Bloom arranca de un sentido polemista de defensa de la supremacía de la Estética y de la gran construcción artística individual frente a la Ideología. [… ] La idea que Bloom quiere del Canon se separa explícitamente de toda ordenación institucional y del propio sentido como nació en los textos bíblicos de ordenación de una ortodoxia, para incidir en lo que el Canon es como Arte de la Memoria literaria. 

            La oposición entre estética e ideología, entre individualidad e Institución revela bien la defensa interior a un dominio de tradición literaria ajeno a toda ideología, y se piensa que a sí mismo como no ideológico. La exposición de Bloom es una defensa de lo literario frente a toda contaminación ideológica e insiste en un sentido de «empresa individual» donde un autor entra en el canon exclusivamente por su fuerza estética. Esta argumentación parece guiada por un sentido de defensa contra las escuelas interpretativas.

En contraposición a esto luego veremos lo que dice Lotma, que ha pensado que la estética de la diferencia domina unos cánones, en tanto que otros vienen dominados, a lo largo de la histórica, por una estética de la identidad, que configura precisamente las épocas canonizables, en términos de códigos poéticos.

Para Talens la idea misma de canon se somete al trazado de una selección y de una historia , y toda historia no es la ordenación de un pasado sino la reconstrucción del pasado desde los intereses del presente.

            Mignolo hace una interesantísima indagación en la formación del canon a través de las fronteras culturales y en el proceso de Idealización que llevó a cabo al concepto de Literatura Universal en el siglo XVIII, uniformando las prácticas multirregionales.

Kermode abarca la cuestión del canon desde un sentido pragmatista. El canon es una contigüidad con el presente y con el futuro y no la perpetuación simple de un pasado, si fuese esto último, más que asegurar dificultaría la propia canonicidad. La comunidad profesional legitima o no los actos interpretativos por medio de la estructura jerárquica de sus instituciones. En la comparación que hace entre el canon y la Tora prueba que en la canonicidad es enormemente importante la relación estrecha entre el cuerpo de los textos y las necesidades de la Institución para preservar sus valores y por medio de las cuales los protege.


El conservadurismo de Kermode se apoya en una especie de sanción de utilidad del canon para preservarla del funcionamiento mismo d la institución académica y la perpetuación de una conservación dobre los textos dentro de los hábitos comúnmente aceptados y consensuados por una comunidad interpretativa. Sólo al final del ensayo, Kermode muestra su alarma por la posible ruptura de este consenso, en virtud de los ataques que se hacen a la propia idea del canon.

Dentro del debate norteamericano en torno al canon existen otras muchas posiciones opuestas a la defendida por Bloom motivadas por la presente ruptura de una ideología uniforme en los modelos epistemológicos literarios. Si bien el debate norteamericano resulta todavía incapaz de ofrecer soluciones reales al problema del canon, determinadas líneas teóricas ofrecen respuestas interesantes a los interrogantes más comunes que se dan en este campo.

            La utilidad de las teorías sistémicas radica en que no han caído en la circularidad a la que remiten finalmente los debates entre ateos y creyentes sobre la existencia del Dios-canon, sino en la medida en que han convertido la cuestión del canon en un desafío epistémico, independiente del lugar vocacional en que cada cual se haya ubicado.

2. El canon en las teorías sistémicas

Las teorías sistémicas son las que mejores pautas proponen para el estudio del canon.

2.1. Steven Töstöy agrupó bajo el nombre de «teorías sistémicas» diferentes corrientes que, sin contacto entre ellas, han desarrollado el concepto de sistema literario, entre las que incluyó la Semiótica de la Cultura de I. Lotman. La mirada al ámbito literario como polisistema o conjunto complejo de esferas de actividad de diferentes órdenes y estratos comunicativos es la hipótesis básica que proporcionaría unidad a las «teorías sistémicas».

El canon literario supone la asunción y defensa de algunos principios epistemológicos aplicables tanto a la idea de Literatura como a la de canon literario, entre ellos: la imposibilidad de una definición o consideración estética de ambos fenómenos, la llamada a una consideración interrelacionada de diferentes sistemas y códigos que los rigen, etc. Todos estos supuestos desembocan en la solidaridad e interdependencia que hay entre el concepto de canon literario y el de polisistema.

            La imposibilidad de definir el canon como un hecho estático encuentra un primer argumento en la teoría de la Historia literaria que desarrolló Tyanianov. Para él la noción de «función» se propuso como un intento de superar la dicotomía sincronía/diacronía en los estudios literarios y está relacionada con una perspectiva teórica sobre la historicidad esencial del sistema literario. La literatura es definida como una construcción verbal dinámica y a partir de este hecho, el dinamismo de la construcción es interdependiente del concepto mismo de función. Tynianov entiende la literatura como «entidad». Será muy difícil leyendo el estudio de dicho autor sobre esta época de la literatura rusa definir qué es lo literario, pues ni siquiera el principio estético de la «belleza» era admitida generalmente, incluso fue combatida por el ideal estético de Nekrassow, cuyos versos anti-estéticos fueron sentidos como «nuevos» y revolucionarios.


De ahí que la literatura le parezca un término demasiado vago que propende a una definición esencialista, y propone hablar de «hecho literario». Con el «hecho literario» pretende crear un nuevo objeto de estudio, aquél que deduce de la propia consideración de la evolución de los sistemas que es inherente a su funcionalismo dinámico. Es más, su estudio sobre la «Evolución literaria» plantea que el enfoque causalista esquematizado de la literatura aísla la serie literaria desde el punto de vosta donde se coloca el observador de modo que si estudiamos la serie literaria previamente aislada de las series vecinas, culturales, extraliterarias, nos condenamos a una idea de «tradición» resultado de un punto de vista que ha creado un objeto ficticio y lo ha defendido como una entidad, cuando solo es un punto de vista propio del observador.

Para Lambert el valor de las teorías ha de ser operacional y ha de validar de ese modo sus hipótesis, lo que para la cuestión de los cánones es crucial. Una de sus principales aportaciones de las teorías sistémicas al debate del canon es si vinculación entre sistema e Historia.

El propio objeto literario tiene demostrado un carácter evolutivo cuyas relaciones de producción, transmisión y recepción no son estables.

Junto al relieve de la historicidad esencial de todo canon a las teorías sitémicas debemos una concepción interrelacionada de  sistemas y códigos que intervienen en la consideración de lo literario, de ahí que sea común hablar de «Polisistemas». La elección de este término es más que una convención terminológica.

En este despliegue es fundamental la contribución de J. Mukarovsky, cuyo desarrollo de los conceptos norma estética y valor estético como hechos sociales es muy pertinente a la idea misma de la canonicidad literaria, puesto que el canon se dirime como norma estética y ésta necesariamente se dilucida en la relación entre factores extrínsecos e intrínsecos y en los términos de una intersubjetividad.

Dada la heterogeneidad de factores que intervendrían en la propia concepción del canon resulta anacrónico el intento de definir un canon, como se ha hecho por Bloom, en términos exclusivamente literarios.

2.2. La contribución de la teoría de los polisistemas de I. Even-Zhoar a una teoría del canon literario ha tenido en cuenta buena parte de los presupuestos que hemos mencionado. Para él a manera de conciliar la heterogeneidad de los objetos literarios y el carácter sistemático y funcional de la teoría ha sido concebir que los sistemas no son iguales sino jerarquizados, estratificados en el interior de un polisistema. En la heterogeneidad del campo de estudios literarios tradicionalmente se ha considerado un centro extrasistémico. La teoría de los Polisistemas quiere intervenir en la relación entre el canon y lo que llaman «repertorio», es decir, sobre los propios procedimientos de selección, manipulación, ampliación y supresión. Even-Zohar se refiere a algunos formalista como Sklosvki, como uno de los primeros en conceptualizar la estratificación literaria.

La afirmación más importante de la teoría de los polisistemas: un canon no puede estar constituido por obras literarias sin que intervenga simultáneamente el modelo o «repertorio» que otorga a aquéllas su lugar en la cultura. Una cultura no la configuran los textos sino la relación entre textos t códigos en un devenir histórico.


Lo que si constituye un universal es la tensión entre culturas canonizadas y no canonizadas. Even-Zohar advierte que hay ideologías oficiales que afectan a un conjunto amplio de naciones o de culturas y que se perpetúan por medio de sistemas educativos centralizados que hacen difícil apreciar el rol de las tensiones dinámicas que operan en su seno para mantenerse.

            R. Sheffy objeta sin embargo que hay ciertos cánones muy sólidos capaces de perdurar a lo largo de siglos y convertirse en ítems de larga duración. El problema está en admitir tales pervivencias no contradicen la movilidad del reertorio.

            La idea central de la teoría de los polisistemas es que donde más fuertemente se muestra la canonicidad no es en los textos sino en el repertorio, concebido como el conjunto de normas y elementos que gobiernan la producción de textos y su uso, afecta por tanto a la producción como al consumo. La familiaridad que un lector tiene con un género, el conjunto de conocimientos, perjuicios, acuerdos, presuposiciones, sin las cuales no se daría la comunicación literaria, pertenecen al ámbito del repertorio.

Obviamente el contexto preciso para un Repertorio es la Institución, como conjunto de factores implicados en el mantenimiento de la literatura como actividad socio-cultural y que incluye el circuito de productores, críticos, editores, instituciones educativas, medios de cultura de masas. (Esquema de los apuntes sakai).

            La literatura no puede definirse ni al nivel de los textos, como suma de ellos, ni al del repertorio, sino en el conjunto de tal sistema. Por ello Even-Zohar establece la diferencia entre canonicidad estática y dinámica. La primera se refiere al nivel de los textos y la segunda al del repertorio o modelos definidos por él.

            De haber sido tenidas en cuenta estas ideas, la teoría en torno al canon tendría un perfil mucho más matizado del que tiene.

3. I. Lotman y el canon literario