Comunicación Efectiva en el Aula: Elementos, Estrategias y Dinámicas
Comunicación y Educación: La Comunicación en el Aula
Introducción
La comunicación es una relación social fundamental que se produce mediante la transmisión voluntaria de mensajes entre emisores y receptores. Es un proceso intencional que requiere de elementos clave: un emisor, un receptor, un canal y un código.
El proceso comunicativo se inicia cuando el emisor transmite información a través de un canal, utilizando un código específico. Esta fase inicial es unidireccional (la información fluye en una sola dirección).
Cuando el receptor recibe el mensaje, lo decodifica empleando el mismo código que el emisor usó para construirlo, y lo interpreta. Si esta interpretación genera una respuesta, la comunicación se vuelve bidireccional (la información fluye en ambas direcciones). Si el mensaje se dirige a un público amplio, la comunicación es pluridireccional.
Aunque parezca un proceso simple, la comunicación requiere un estudio interdisciplinario.
Mapa Conceptual y Desarrollo
La comunicación y la educación son campos complementarios. La educación, como proceso comunicativo, es sinónimo de diálogo, participación y reflexión colectiva. Su raíz etimológica, «educere», sugiere que la comunicación busca extraer lo que reside en el interior de una persona para convertirla en un ser social.
El centro escolar puede considerarse un escenario comunicacional donde los estudiantes desarrollan su personalidad y aprenden a «sacar lo que está dentro de cada persona». Ni la escuela ni la sociedad deben equiparar comunicación con información. Puede existir comunicación sin un intercambio de información, pero sí podemos identificar la comunicación con una interrelación que puede ser:
- Biológica: Interacción del bebé con su cuidador para satisfacer necesidades básicas.
- Personal: Vínculo intersubjetivo con el otro.
- Cultural: Asimilación de pautas de comportamiento, normas, códigos, etc.
- Trascendental: Integración de lo aprendido.
- Consigo mismo: Desarrollo personal y de la identidad.
Gemuncio afirma que la comunicación es un complemento para el aprendizaje a lo largo de toda la vida. Sin comunicación, no hay aprendizaje. Prieto refuerza esta idea argumentando que es muy difícil aprender de alguien con quien no existe comunicación.
Para lograr una comunicación didáctica efectiva, el docente debe considerar los siguientes aspectos en su expresión verbal:
- Voz: Control, tono, potencia y pronunciación clara.
- Contacto visual: Captar y mantener la atención de los receptores, evitando una mirada fija.
- Movimientos y expresión corporal: Asegurarse de que los gestos acompañen y refuercen la información.
- Disposición de los alumnos: Es necesaria una zona común amplia para facilitar la interacción.
Fundamentalmente, debe existir una actitud positiva, basada en el sentido común, la creatividad y los valores éticos.
El Aula como Espacio de Comunicación
El aula es el espacio físico donde se desarrolla el proceso educativo-comunicativo y se manifiestan sus resultados relacionales, educativos e instructivos. También es el lugar donde surgen conflictos y barreras en la comunicación. La acción comunicativa es una de las funciones más importantes que desempeña el docente en el aula.
Parsons describe la comunicación como un proceso influenciado por las condiciones del aula, entendiéndola como un sistema compuesto por profesores y alumnos donde se adquieren normas, valores y actitudes, además de conocimientos académicos. Bernstein destaca como principios fundamentales de la comunicación el poder (que permite clasificar a personas y grupos) y el control (que regula las relaciones en el aula).
Evolución de la Pedagogía y la Comunicación en el Aula
Con el tiempo, el aula y la docencia han evolucionado. Anteriormente, seguían los principios de la Pedagogía Tradicional, que no consideraba necesario el trabajo en pequeños grupos. Esta pedagogía se basaba en una actitud directiva, reforzada por la sanción y el aislamiento del alumno. La llegada de la Pedagogía Nueva, y el reconocimiento de la importancia del trabajo en grupo, transformaron la mentalidad educativa.
Esta nueva pedagogía, representada por figuras como Ferreire, Dewey, Kerschensteiner y Kilpatric, es no directiva. Se caracteriza por la ausencia de un líder de grupo (profesores y alumnos se sitúan en un mismo nivel), un fuerte sentido de participación e interacción, y un ambiente cooperativo en el aula. Rivas considera la escuela como una «microsociedad», un espacio social donde se desarrollan relaciones de intercambio, modelos y procesos similares a los de la sociedad en general. Para su correcto funcionamiento, es crucial alcanzar un equilibrio de fuerzas. El educador debe integrar a todos los alumnos, para que, a través de su participación, logren alcanzar los objetivos educativos. El grupo debe mantener ciertos rasgos de identidad, como la uniformidad en la edad de los miembros, la dependencia del líder (docente), el carácter institucional y una organización estructurada.
La Clase Escolar como Grupo de Trabajo
La clase escolar actual se concibe como un grupo de trabajo que responde a medidas organizativas y sociales establecidas, en el que participan diversos miembros, socialmente organizados, para alcanzar objetivos comunes. Estos objetivos implican posibilidades de interacción y comunicación, tales como: colaboración, asimilación, acomodación, competencia y conflicto.
Interacciones en el Aula
En las diversas situaciones que se presentan en el aula, se producen interacciones entre los alumnos, condicionadas por:
- La experiencia personal y las características individuales (psicológicas, sociales, etc.) de cada uno.
- La posición que ocupan dentro del grupo o clase.
- Las interacciones que establecen con sus compañeros.
De igual modo, se establece una interacción entre cada alumno y el profesor. Para optimizar la comunicación entre ellos en el aula, es esencial que el docente fomente un clima en el que:
- Se expresen los sentimientos a través de mensajes claros.
- La comunicación sea concisa y directa.
- Se reconozcan las necesidades de los demás sin emitir juicios.
- Se sea consciente de las consecuencias de las acciones.
- Se puedan negociar soluciones de manera constructiva.
A todos estos aspectos, se debe añadir la escucha empática. Esta implica prestar atención al interlocutor mientras habla, evitar interrupciones innecesarias y aceptar sus argumentos o críticas.