Capitalismo rentista vs. Neo-rentismo socialista en Venezuela: análisis y alternativas
Capitalismo rentista vs. Neo-rentismo socialista en Venezuela
Victor Alvarez
(Extraído de contrapunto.com)
Bajo la consigna de “sembrar el petróleo”, el capitalismo rentista de la IV República priorizó el uso de la renta petrolera para impulsar la transición de la Venezuela rural y atrasada hacia la industrialización y la modernidad capitalista, descuidando la inversión social. Por su parte, el neo-rentismo socialista de la V República priorizó la inversión social para reducir los elevados niveles de desempleo, pobreza y exclusión social, descuidando la inversión productiva.
Tanto el capitalismo rentista como el neo-rentismo socialista son expresiones distintas del mismo modelo de acumulación extractivista, explotador del ser humano, opresor del pensamiento crítico y depredador de la naturaleza. Y así, cada vez que se derrumban los precios del petróleo se desvanece la ilusión de riqueza y la promesa de prosperidad.
Consecuencias de la dependencia petrolera
Tanto en el capitalismo rentista como en el neo-rentismo socialista, la secular tendencia a la sobrevaluación de la tasa de cambio estimula toda clase de importaciones e impide la conformación de un pujante aparato productivo que genere abundantes fuentes de trabajo bien remuneradas para los profesionales y técnicos más calificados.
Esto se traduce en un aumento desmesurado de la burocracia despótica y del funcionariado oprimido, además de ser una de las causas de la inflación estructural que sufre el país, toda vez que las remuneraciones que recibe esa abultada nómina pública no tiene como contrapartida un aumento en la producción.
Neo-rentismo socialista: ¿un modelo de dominación?
Así, el neo-rentismo socialista terminó siendo un modelo de dominación basado en el uso intensivo de la renta petrolera para financiar la inversión social y crear la base de apoyo del proyecto político, el cual se ejecuta a través de un sistema de premios y castigos para asegurar la lealtad de los seguidores, lograr la simpatía de grupos ambivalentes y castigar o disuadir a los adversarios.
El ocaso del neo-rentismo socialista
Con la reconstrucción de la OPEP, el restablecimiento de la disciplina de cuotas, la recuperación de los precios del petróleo, el pago de dividendos de los filiales de PDVSA y el considerable aumento de las regalías, el creciente ingreso fiscal petrolero cubrió holgadamente el presupuesto nacional. Pero con el colapso de los precios del petróleo y el estancamiento de la extracción del crudo en menos de 3 millones de barriles diarios, los ingresos fiscales de origen petrolero se han tornado insuficientes, lo cual sentencia el agotamiento del neo-rentismo socialista que ya no puede encubrir las ineficiencias ni la corrupción.
Replanteando el debate: más allá del Estado y el mercado
Lamentablemente, el maniqueísmo predominante encasilla el debate entre Estado y mercado y así los excesos del estatismo y la centralización burocrática y corrupta le tienden la alfombra al retorno del neoliberalismo más salvaje y depredador, sin que la gente de a pie logre realizar sus aspiraciones de emancipación y prosperidad. Lo cierto es que ni la expropiación y estatización de los medios de producción, ni la apología al libre mercado, han logrado erradicar las diferentes formas de explotación, opresión y depredación del ser humano y la naturaleza. De hecho, los intentos fallidos por construir el socialismo en el siglo XX dejaron claro que una revolución verdadera no se puede basar en el control total y absoluto de los medios de producción y de comunicación.
ttp://www.contrapunto.com/index.pp/columnistas/item/20139-la-pupila-insomne
petróleo, rentismo, neoliberalismo, trabajadores, extractivismo
Por una economía autónoma y autogestionada
* El siguiente texto está basado en las discusiones de las mesas de economía solidaria llevadas a cabo dentro del evento conocido como Autogestival 2.0, los días 22 y 29 de noviembre de 2014, con la participación de más de 136 proyectos autogestionarios de la zona metropolitana del Distrito Federal y algunos estados de México.
La economía solidaria (E.S.) la entendemos como aquella economía que a través de herramientas de práctica solidaria, como lo son las formas de decisión directas, su acción directa, la asamblea, la cooperativa, el colectivo de autoproducción, la unidad doméstica de sobrevivencia, el trueque, las monedas alternativas y un amplio etcétera, se han propuesto la construcción de instituciones autónomas, que no solo buscan las formas de sacar adelante nuestro vivir, sino de salir de la explotación que significa producir y consumir dentro del capital. La economía solidaria busca la conciencia de que los medios de producción nos pertenecen, construyendo por nosotros mismos una nueva sociedad, una autogestionada.
Resistiendo la cooptación
Si bien estos han querido cooptar bajo sus siglas a aquellos que presentan alternativas económicas mediante sus métodos jerárquicos, su clientelismo y falsas promesas, su corrupción y búsqueda del poder, en general, los practicantes de la solidaridad económica han podido permanecer al margen, no solo como una crítica a las viejas e inútiles formas de lucha, sino que ahora y a futuro se dibuja como aglutinador de perspectivas de autoinstitucionalización de prácticas realmente anticapitalistas.
Un horizonte posible
Dentro del contexto del capital extractivista-neoliberal-financiero, en donde el mundo se declara en alerta roja por la depredación, el ecocidio, la sobreexplotación animal y vegetal, la explotación de la mayoría de la humanidad por unos pocos poseedores de los medios de producción, la Economía Solidaria nos representa el horizonte a futuro.
Desafíos y perspectivas
No se ha cuestionado el papel que tienen las formas en que producimos y consumimos dentro de nuestros proyectos.
Seguimos produciendo mercancías al igual que el capitalismo, pensándolas como forma de sacar nuestro proyecto, en vez de buscar lazos solidarios con la comunidad a la que producimos. Si bien es verdad que aún vivimos en una sociedad productora de mercancías, que utiliza el dinero y por tanto dependemos de ello, no estamos dispuestos a sacrificar una parte de nuestra producción para desfetichizarla del círculo del capital, es decir una parte para el libre intercambio, para producir con un sentido de valor de uso y no de cambio, una parte para el trueque y el ejercicio de la moneda solidaria.
Superando el clientelismo estatal
A esto le apuestan los gobiernos, aún los de “izquierda”, dando migajas con sus programas y ministerios de Economía Solidaria o cooperativismo, dando pequeñísimos espacios de venta, cursillos de autoadministración que no cuestionan las formas de producción capitalista, sino que tratan de insertar a las pequeñas “iniciativas” solidarias en el monstruo de la competencia del capital, que siempre tendrá formas de comerse al débil. Programas de gobierno clientelista sin una sincera y verdadera opción por la solidaridad y el apoyo mutuo. Para que la E.S. Para diferentes iniciativas de la E.S. aceptar cualquier tipo de financiamiento ha significado la desarticulación de los colectivos.
Hacia una economía autónoma
Lograr articular proyectos y espacios y qué formas de lucha aplica para extender la alternativa (porque el capital no se dejará arrancar espacios tan fácilmente) y pasar de una economía solidaria a una Economía Autónoma.
Una economía que crea, que tome espacios y los libere para la práctica autogestionaria. Una economía en donde nadie sea dueño de los medios de producción sino aquellos que los trabajen, que no produzca mercancías con valor de cambio, sino necesidades reales y productos con valor de uso. Una que produzca orgánica y ecológicamente, sin sobreexplotación de la naturaleza incluyéndonos como humanos dentro de esta.