Programa reformista de carlos III
Tema 4: Las políticas públicas en los siglos XVII y XVIII en España: arbitristas e ilustrados: Carlos III y su papel en la acción social. Inglaterra: Las leyes de pobres y su evolución.
¿CONTINUIDAD O CAMBIO?
El siglo XVII, situado entre el Renacimiento y la Ilustración, siempre obtuvo muchas críticas (salvo en la literatura y el arte barroco). “La crisis del siglo XVII” es un tópico muy discutido en la historiografía actual. Fue un siglo con una alta complejidad. Pero también fue un siglo para la actividad que fragua el cambio de mentalidad.
En España concretamente, es el siglo de la decadencia del Imperio español por las derrotas en las grandes guerras europeas que trajo consigo la bancarrota.
En materia de política de asistencia a la mendicidad y a la pobreza, aparentemente, el siglo XVII se nos presenta como una mera continuidad del anterior. La Iglesia sigue manteniendo un protagonismo de relieve (superior al del Estado) en materia de beneficencia. Se mantiene en vigor la distinción entre los pobres verdaderos y los pobres fingidos, con la consiguiente persecución de estos últimos.
Es llamativo que prácticamente desaparezcan las polémicas sobre la pobreza ( se diluyen las grandes polémicas sobre la pobreza que caracterizaron el siglo anterior), y la considerable disminución de disposiciones legales adoptadas en este nuevo período, en relación al anterior, respecto a vagabundos, huérfanos y expósitos (recién nacidos abandonados), pobres, hospitales, etc.
De alguna manera, pueden admitirse las hipótesis de que haya desaparecido la preocupación por el tema, o que se reduzca el alcance del mismo problema. Buena muestra de los análisis directos sobre la pobreza, es que se asocia la cuestión a más elementos que la mera discusión sobre el paliativo concreto (sean Albergues, Casa de Misericordia, o lo que fuere) más efectivo para atenuarlo.
Es necesario examinar el tratamiento de la pobreza como una de las profundas modificaciones que se operan en el ámbito político y de las mentalidades.
Transformaciones estructurales: el nacimiento del Estado moderno
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El sistema económico, el desarrollo de la burocracia, los cambios en el derecho, la nueva concepción del poder político, todo ello en los siglos XVI y XVII, denotan transformaciones decisivas para la historia contemporánea.
Los cambios se acumulan en el sentido de estar fraguándose el nacimiento del Estado moderno en nuestro país. Se produce, en efecto, una racionalización del Estado y de la economía. Desde mitad del siglo XVI asistimos al tránsito de economía feudal a una economía dineraria.
El dinero genera una nueva concepción de la riqueza, asociada al capital; y junto con las facilidades recaudatorias de éste, se implantan nuevos sistemas fiscales que favorecieron igualmente la unificación política.
El Estado se expansiona considerablemente desde el siglo XVI. Su actividad es importante en el ámbito de las obras públicas, de carácter militar, sanitario, etc. Pero lo importante es que en esa incesante actividad que el Estado realiza o impulsa, no hay una mera actuación.
En el ámbito de la asistencia social, la intervención del Estado se realiza en tensión:
- Por una parte con los sectores eclesiásticos, que siguen considerando la asistencia social un eficaz instrumento para la edificación moral de la sociedad.
- Por otra con los poderes locales, deseosos de seguir controlando y protagonizando la beneficencia.
Conclusión: La intervención estatal en materia de asistencia social no sigue una evolución lineal, sino un incremento con oscilaciones y retrocesos.
Cambios de mentalidad: la felicidad política y la valoración del trabajo, pilares de la nueva concepción de la pobreza.
En este cambio de mentalidad, se empiezan a cuestionar a las élites intelectuales conformadas por la aristocracia.
– Del bien común a la felicidad política:
La felicidad se desprende de connotaciones religiosas o morales, que existían con la noción de bien común, y requiere la intervención civil para que el individuo pueda lograrla. Se mira a la felicidad como fin del sentido de la vida de los individuos, es decir, la felicidad como criterio propio del individuo.
– La valoración del trabajo:
El trabajo en su sentido renacentista, comienza a contemplarse en su carácter creativo, innovador. El trabajo independiente se vincula a un estado de felicidad. Pero simultáneamente, se hace del trabajo una esfera propia del intervencionismo estatal. Al poder público le corresponde actual a favor de los trabajadores. * Valoración del trabajo, trabajo como proyección de la persona y ahí entra la creatividad y la autorrealización de cada personas.
– Los saberes de la época recogidos en la Enciclopedia.
– La nueva concepción de la pobreza:
La nueva concepción de la pobreza se ve como algo no deseable debido al injusto reparto de los bienes y por ello, la organización se plantea la organización de la pobreza para eliminarla desde la comunidad política.
La pobreza deja de ser contemplada como un ideal ético, mientras que crece el intervencionismo estatal en la materia. Pero ese intervencionismo se vincula a uno de los nuevos fines del Estado moderno: la introducción de una política de justicia social, que solo le incumbirá al propio Estado. Los monarcas toman medidas con el lastre de una sociedad desconfiada y anticuada. El Estado asume la responsabilidad en la salud, en la economía y seguridad y va cobrando un gran protagonismo en el aspecto social a lo largo del siglo XVII.
La pobreza se considera consecuencia del mal gobierno de los hombres, y así, queda convertida en un asunto público y civil.
LOS PROBLEMAS SOCIALES EN LOS PENSADORES ESPAÑOLES DEL SIGLO XVII
A finales del siglo XVII se inicia el reinado de Felipe III (en 1.598), y es entonces cuando comienza a afianzarse la convicción de que los problemas existentes en la sociedad española afectan a toda la vida económica y social del país.
La crisis económica del siglo XVII se vincula no sólo a situaciones directamente económicas, sino a un importante factor ideológico: la conciencia de crisis generalizada. La situación de España plantea urgentes problemas.
El siglo XVII es el de los “arbitristas”, personajes influyentes de la época que desde el análisis de la crisis plantean soluciones porque les duele la situación en la que se encuentra el país, es decir, aquellos que proponían distintos remedios para curar los males de la Monarquía. No pretendían ordenar la caridad o regular la pobreza como ocurría en el siglo precedente. Ahora se busca formular las causas para arbitrar los remedios efectivos.
SANCHO DE MONCADA
: los remedios de la Monarquía.
Sancho de Moncada fue una de las figuras más relevantes del pensamiento arbitrista. Su obra, Restauración Política de España ejercía una notable influencia en todo el pensamiento político-económico español del siglo XVII y buena parte del XVIII.
Sancho de Moncada apuesta por el apoyo del estado a la industria manufacturera para no depender tanto del comercio exterior, concretamente, de la importación.
Para Sancho de Moncada, la causa de los males de la sociedad española procedía de la abundancia de los metales preciosos llegados desde América. La protección de las manufacturas españolas frente a las extranjeras, permitía la industrialización del país y proporcionar abundantes empleos.
Pero el proteccionismo de Sancho de Moncada se dirige especialmente al trabajo, pues a los trabajadores es a quienes ha de atender preferentemente el Estado. Eran las resistencias de la estructura social del país, donde se encontraban las causas de la crisis social. El programa de Moncada se centraba en:
- La atención preferente a la manufactura.
- El fomento de la industrialización.
- La política proteccionista.
- La eliminación del paro forzoso.
- El impulso de la inversión y política de pleno empleo.
CAXA DE LERUELA
: la ganadería y el comercio exterior como bases de la prosperidad.
Caxa de Leruela atribuyó la abundancia de vagos en el Reino al abandono de la agricultura y confió el despegue de la economía no en la industria, sino en la abundancia de ganados.
A diferencia de Moncada no fue proteccionista, sino que vio en el comercio con el extranjero una fuente de enriquecimiento y disminución de los mendigos.
Para Caxa de Leruela la causa del hambre en la sociedad española y de su propio retraso, se debe a la ociosidad de los sectores nacidos para el trabajo. Por ello propugna que el poder se ejerza en beneficio de los vasallos y no de la república ni del príncipe.
MARTÍNEZ DE MATA
: fomento del consumo y proteccionismo para la producción nacional.
Para Martínez de Mata la principal preocupación de un príncipe consistía en que nadie quedara sin empleo. Para conseguirlo nada mejor que fomentar el consumo y el gasto, pero de mercancías producidas en España. El proteccionismo a los productos españoles, permitiría incrementar los puestos de trabajo y reducir las situaciones de pobreza.
ÁLVAREZ DE OSORIO
: la agricultura y la industria como bases del bienestar.
Para Álvarez Osorio la causa de los males sociales se encuentra en el abandono de la producción industrial y el exceso de personas dedicadas al comercio. Consideraba tanto a la agricultura como a la industria imprescindibles para el bienestar de la población. Su receta para solucionar la decadencia será, por tanto, el fomento del trabajo.
FERNÁNDEZ NAVARRETE
: plantea soluciones para salir de la crisis.
Fernández Navarrete vinculará la situación de decadencia a diversos factores. De un lado, a los mayorazgos a los que atribuye la principal responsabilidad en la situación de la estructura social española.
Y por otra parte, la poca población dedicada al trabajo. Él tenía más confianza en la agricultura que la industria como fuente de empleo y riqueza. La entrada de productos extranjeros e, incluso, la entrada de pobres de otros países, no hace sino agravar la situación de decadencia y malestar de la sociedad española.
DE LA CARIDAD TRADICIONAL A LA ASISTENCIA PÚBLICA: LA ILUSTRACIÓN (s.XVIII)
El siglo XVIII, un siglo reformador y antesala de la Revolución liberal. La Ilustración es el primer movimiento controlado dentro de la monarquía y trajo consigo: el progreso, la libertad y la razón. Mostró como la pobreza y la ignorancia son obstáculos para el desarrollo y sobre todo, se le da un gran peso a la educación y a la cultura, hay curiosidad e interés por entender el medio en el que se vive, aparecen filósofos y pensadores que se plantean ¿cómo entender el mundo, la realidad? En definitiva, durante la Ilustración habrá un importante esfuerzo educativo y en formación profesional.
Algunos de estos pensadores son: Jerónimo de Feijoo, Pedro Rodríguez de Campomanes, Francisco Cabarrús y Juan Meléndez Valdés.
La política de la Ilustración, y específicamente el reinado de Carlos III (1.759-1.787), va a suponer un período de intensa reforma y modernización en España. Con la implantación de la dinastía borbónica, la vida política va a cambiar en breve plazo.
Las medidas adoptadas para fomentar la prosperidad nacional, afectaron a todos los ámbitos:
- Se emprendió una activa política de obras públicas, mejora y saneamiento de las ciudades y dotación de equipamientos básicos.
- Impulso a favor de las artes, letras y ciencias.
- El laicismo y el ánimo regeneracionista alienta la acción ilustrada.
El apoyo prestado a las instituciones capaces de difundir las luces fue importante, tanto en las Universidades, como en el fomento de la educación, los periódicos y las Sociedades de Amigos del País.
Un instrumento para las reformas: las Sociedades Económicas de Amigos del País
El instrumento más adecuado para la necesitada movilización de la población fue pronto articulado: las Sociedades Económicas de Amigos del País.
En 1.774 Campomanes en una circular invita a las autoridades locales a fundar sociedades económicas. Estas agrupaban a noble, intelectuales y clérigos de espíritu reformista. También admitían a mujeres. No admitían distinciones de rango o posición social, buscaban impulsar el desarrollo social en el territorio y con las poblaciones de los lugares en los que estaban. Desarrollado en cada provincia, en la primera en Guipúzcoa.
El propósito de estas era que realizan una actividad de impulso colectivo del cambio social, involucrando a la mayor parte de la población. En definitiva, adoptar cualquier iniciativa tendente a impulsar el bienestar colectivo.
La pobreza: un problema económico y una cuestión de orden social
La pobreza y su asistencia van a ser abordadas por el Estado, en función de la capacidad o no de poder trabajar. Sólo los imposibilitados para el trabajo o quienes han perdido su sustento habitual serán ayudados. Para los vagabundos se adoptarán medidas para reprimir su vagancia y obligarles a trabajar en las obras públicas y en el ejército.
La Real cédula de 1.783 (por la que se decreta la dignidad y honradez de todos los oficios) constituye un claro ejemplo de la voluntad ilustrada por liberar al trabajo de toda carga degradante.
La pobreza va a contemplarse por la Ilustración no como una cuestión de índole religiosa o espiritual, sino como un obstáculo al desarrollo económico y un riesgo potencial por posibles desórdenes sociales.
Los reformadores ilustrados: soluciones a un problema real
Todas estas innovaciones fueron impulsadas por un importante grupo de pensadores, entre los que se cuentan Jovellanos, Floridablanca, Campomanes, etc.
Los ilustrados rechazan la práctica de la limosna, por considerar que fomenta la pobreza y la ociosidad y los vicios anexos a ella. Consideran la situación de los necesitados como un problema cuya competencia corresponde al Estado.
– Primeros avances con Carlos III y primeros años de Carlos IV
La desamortización y sus consecuencias: la centralización de los procesos de asistencia social y la pérdida de influencia de la Iglesia en la política de acción social.
Los planes ilustrados inician, en efecto, la desamortización de las tierras de la Iglesia y de los municipios como el instrumento más adecuado para la reforma de la propiedad agraria. La desamortización fue abandonando el intento de reforma social, y fue sustituido por una finalidad recaudatoria para la Hacienda.
Las distintas desamortizaciones del XIX van a generar una determinada estrategia de acción social. Por una parte, va a condicionar la centralización de los procesos de asistencia social, al constituir la desamortización una operación impuesta por el Estado que determinó la quiebra de miles de municipios rurales españoles.
La quiebra de los municipios favoreció el protagonismo en la acción social del poder central. Esa centralización, sin embargo, no fue obstáculo para que simultáneamente se impusiera a los municipios la responsabilidad en las tareas de beneficencia.
Pero además, el impulso ilustrado a la desamortización, va a ocasionar otro importante efecto: la pérdida de influencia de la Iglesia en la política de acción social.
La situación social y el Motín de Esquilache
La situación social y el Motín de Esquilache jugaron un papel tan relevante como las ideas reformistas en el desencadenamiento de la nueva orientación.
En las causas del Motín de Esquilache (1.766) encontramos la protesta de la movilización popular frente a la situación de pobreza. Y, respecto a sus consecuencias, la Monarquía activa su actuación pública frente a la pobreza, tanto con medios de prevención, asistencia como de represión.
ACCIONES LEGISLATIVAS Y ADMINISTRATIVAS SOBRE LAS SITUACIONES DE NECESIDAD EN LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA
El reinado de Carlos III fue la etapa de mayor efervescencia legislativa y administrativa. Bajo su reinado se desata una guerra contra la pobreza que adopta aires nuevos.
– Acciones legislativas.
- 6 de octubre de 1.768, como primer ensayo, Real Cédula por la que se divide Madrid en 8 cuarteles y 64 barrios cuyos alcaldes poseen jurisdicción criminal en su zona. Se inicia así un minucioso control de la capital.
- 18 de noviembre de 1.777, Real Orden a instancia de Floridablanca por la que se ordena el recogimiento de los verdaderos pobres en el Hospicio de Madrid con aplicación a oficios y ocupaciones a modo experimental.
- 30 de marzo de 1.778, Real Orden en función de la cual nacen las diputaciones de caridad en los barrios de la Corte.
- A finales de los años 70 se prohíbe a cualquier mendigo estacionar en las puertas de las iglesias y conventos.
- En las dos últimas décadas, Reales Órdenes de Carlos III y Carlos IV, se dictan normas reguladoras del envío de los pobres de solemnidad a sus lugares de domicilio o naturaleza y la recogida de mujeres, niños e inválidos en las Casas de Misericordia.
– Acciones administrativas. En este apartado destacaremos fundamentalmente las aportaciones concretas de Carlos III. Aportaciones que se extienden a tres campos:
1.- Ámbito correctivo: La fundación del Hospicio de San Fernando
Se crea destinado a vagos y vagabundos en las cercanías de Madrid, y ofrece la cara represiva de los ilustrados ante la protesta social. El Conde de Aranda, adopta diversas medidas para restablecer el orden en la capital. Entre ellas, manda efectuar una redada en los barrios populares para el arresto de vagabundos y mendigos. La solución dada por Aranda será retenerlos, pero imponiéndoles trabajos menos penosos que a los condenados.
La experiencia del Hospicio de San Fernando asienta la interpretación de la preocupación social y de la beneficencia de la época ilustrada.
El Hospicio, en sus treinta y cinco años de existencia nunca fue bien: El funcionamiento expresa más la nueva valoración del trabajo impulsada por los ilustrados, que un acercamiento diferente a la suerte de los necesitados. El trabajo era un instrumento disciplinario para el sometimiento de los sectores sociales cuyos comportamientos ponían en peligro el orden social.
Como conclusión, diremos que el Hospicio de San Fernando fue un instrumento correctivo con la finalidad de controlar. En este espacio se encerraron a los creadores de conflictos junto a los pobres que eran aquellos que no trabajaban.
Ámbito asistencial: Las Diputaciones de Barrio
Las Diputaciones de Barrio fueron creadas en 1.778 como una singular institución dedicada a la asistencia a domicilio, en lugar de la tendencia a la recogida o agrupación de los asistidos.
Su ámbito de actuación se centró fundamentalmente en Madrid.
Las Diputaciones de Barrio estaban compuestas por el alcalde del mismo barrio, del eclesiástico nombrado por el párroco y de tres vecinos acomodados.
Para socorrer a los vecinos, los vocales de la Diputación debían desempeñar un activo papel en tres direcciones:
- En primer lugar, en la recaudación. Les corresponde obtener los ingresos para poder hacer funcionar el sistema de ayudas.
- En segundo lugar, el Decreto atribuye a las Diputaciones de Barrio un importante papel
- organizativo y burocrático de las situaciones de pobreza. La norma ordena el conocimiento preciso de los habitantes, sus necesidades y su urgencia; es decir, evitar posibles errores en el reparto de limosnas.
- En tercer lugar, los diputados desempeñan un papel decisivo en la distribución de las ayudas. Se notifican los ingresos; se da cuenta de las ayudas inmediatas que por razones de urgencia se han prestado; se analizan las peticiones y necesidades presentadas y se toman las decisiones pertinentes.
Las actividades de las Diputaciones de Barrio fueron:
- La asistencia médica. Se centró más en la asistencia domiciliaria que en la hospitalización.
- La ayuda a los necesitados. Se concedía todo tipo de ayudas. También en este punto las Diputaciones intentan reemplazar las formas tradicionales de asistencia: hospicios y casas de huérfanos. Existían además en casos de problemas crónicos, ayudas fijas mensuales o semanales.
- La lucha contra el paro. Quienes se negaban a trabajar, “los incorregibles”, eran encerrados en el Hospicio de San Fernando. La ayuda temporal a los trabajadores sin empleo, la creación de obras públicas para fomentar el empleo, fueron algunos de los procedimientos empleado para afrontar el paro.
- La actuación educativa. La necesidad de ciudadanos útiles y productivos, transforma los objetivos asistenciales en educativos. Paulatinamente se orienta la gratuidad de la enseñanza a todos los niños pobres.
- Asistencia y vigilancia del estado urbano. Las dos dimensiones de la actuación ilustrada ante la miseria, se proyectan también ante esta institución: el papel benéfico y el papel represivo o coactivo.
Con todas las actividades llevadas a cabo, jóvenes y adultos fueron formados. El trabajo era digno frente a la cultura de la hidalguía, de no trabajar con las manos, algo impropio.
El balance que ha de efectuarse de las Diputaciones de Barrio es positivo.
La creación de las Diputaciones de Barrio supone la creación de la formalización administrativa de la beneficencia, la cual será mantenida, con pocas excepciones, en la futura evolución de asistencia pública.
Afirmar, como ya se hizo en el XIX, que las Diputaciones eran instituciones más preventivas de la mendicidad que curativas de la miseria, constituye una descripción del objetivo de su nacimiento, más que una crítica de su concreta actuación.
En definitiva, el aspecto más crítico de las Diputaciones tal vez resida en su propio balance financiero. Su decreto de creación preveía dos fuentes de ingresos: las limosnas distribuidas hasta entonces por las comunidades religiosas, y que se volverían inútiles por la desaparición de la mendicidad, y las sumas recogidas en las colectas por los barrios.
Ámbito de previsión: Los Montepíos
Los Montepíos eran sociedades de socorros mutuos, con un objetivo y un medio para obtenerlo. Como objetivo se proponían asegurar riesgos, tales como enfermedad, accidente o incapacidad para seguir trabajando, o muerte. Para asegurar tales hechos, los afiliados alimentaban mediante una cuota mensual un fondo de reserva capaz de responder en caso de producirse alguno de los riesgos cubiertos.
En el siglo XVIII, se produce una expansión de todas las modalidades de montepíos. En primer lugar el desarrollo es de los riesgos cubiertos, y en segundo lugar, adquiere un mayor número de sectores ocupacionales. Estos espacios resurgieron la ayuda mutua entre gremios
Los Montepíos se crean por el Ministro de Carlos III, Marqués de Esquilache. Estos no desempeñaron únicamente la función de previsión; es más: hay un alejamiento de la previsión realizada por la Iglesia, aunque en la práctica se mitiga esa separación formal.