Funcionalismo Meritocrático vs. Teorías de la Reproducción: Desigualdad y Educación
Diferencias: Análisis Funcionalista Meritocrático y las Teorías de la Reproducción
La época (años 50-70) del dominio del funcionalismo tecnológico es también la del funcionalismo meritocrático y del debate sobre la igualdad de oportunidades en relación con el acceso y el éxito escolar. Con la prolongación de la escolaridad obligatoria y la generalización de los estudios secundarios en varios países en los años 60 y 70, las estadísticas revelan las discriminaciones sociales en relación al éxito y al fracaso escolar, en abierta contradicción con las hipótesis funcionalistas de la meritocracia. Según estas, el éxito o el fracaso escolar dependía del rendimiento escolar de cada alumno evaluado imparcialmente:
“Llegados a este punto, es imprescindible que la existencia de un criterio común de evaluación del rendimiento sea una realidad dentro del sistema. Es necesario que exista en realidad una igualdad de oportunidades y que el profesor actúe “imparcialmente” premiando el mejor rendimiento de cualquier alumno”. (Parsons, 90)
Bourdieu y Passeron, con fuentes en Weber y Veblen, hablan de capital cultural desigualmente repartido. Reconocen que la cultura escolar no es neutral, sino que coincide con la cultura de la clase dominante. Esta se impone mediante la acción pedagógica como si fuera universal, reforzando y produciendo activamente las desigualdades y desventajas de los alumnos de las clases desfavorecidas. Se consideraba que, para poner fin a la desigualdad económica y social, se debía actuar políticamente enfrentándose a sus raíces socioeconómicas, en lugar de creer en la posibilidad de conseguirlo indirectamente con la reforma exclusiva del sistema de enseñanza. Ni la escuela es responsable de las desigualdades sociales, ni puede acabar con ellas por sí sola. En el caso español, Moncada comentaba el desajuste entre el mercado de trabajo y la cantidad y tipo de diplomas. Apuntaba que la cantidad de jóvenes con estudios medios y superiores es mucho mayor que la cantidad de empleos disponibles.
Para los representantes de estas posiciones críticas con el funcionalismo, una de las principales funciones sociales del sistema escolar en las sociedades capitalistas es transmitir la estructura social y económica de generación en generación. Esto se logra mediante la selección de alumnos, la definición de cultura y reglas, y la enseñanza de ciertas destrezas cognitivas. Las Teorías de la Reproducción comparten postulados en torno a concepciones opuestas al optimismo de las políticas reformistas de la igualdad de oportunidades. Parten de supuestos contrarios: la escuela, lejos de contribuir a la democratización de la sociedad y de ser igualitaria, es un medio de reproducción de la estructura social y de las desigualdades y jerarquías sociales.
El Enfoque de las Teorías de la Reproducción
El enfoque de las Teorías de la Reproducción cuestiona los supuestos sobre movilidad e igualdad de oportunidades. Para este enfoque, la herencia social es decisiva en el rendimiento y las oportunidades académicas. Por ello, cuestiona algunos de los presupuestos centrales de los estudios sobre movilidad y aumento de oportunidades educativas y sociales, que presuponen la existencia de una sociedad abierta de individuos en competencia meritocrática.
La tesis del funcionalista Parsons, según la cual el sistema escolar actúa como medio de socialización para la selección y legitimación social según los méritos y capacidades individuales, también tiene huellas en las formulaciones de los teóricos de la reproducción. Contrariamente, para ellos, la socialización escolar consiste en procesos de diferenciación e internalización acordes con las distribuciones jerárquicas de la sociedad. La influencia de estas concepciones de Durkheim y Parsons aparece en la concepción del sistema educativo, entendido prioritariamente como medio de integración y de consenso social en la construcción del progreso social y el orden moral:
“La escuela no es básicamente el lugar de la formación, sino el lugar de la división: división entre mano y cerebro, estudio y trabajo, capaces e incapaces, merecedores y no merecedores. Someter al alumnado a la lógica del examen cuenta infinitamente más que todo lo que puede suponer este concreto currículo o aquel otro”.