El Consenso de Washington y su Impacto en el Sector Industrial Argentino

El Consenso de Washington: Fundamentos y Consecuencias

El discurso globalizador neoliberal, conocido como el Consenso de Washington, logró la unanimidad de los organismos internacionales y gobiernos, limitando la exploración de alternativas. Su eficacia se intensificó tras las críticas a la política keynesiana y la caída del socialismo a finales de los 80, desacreditando la intervención estatal. Instituciones como el FMI, el BM, bancos de inversión y empresas multinacionales respaldaron este discurso.

Puntos Clave del Consenso de Washington

  • Control del gasto público y disciplina fiscal
  • Liberalización del comercio y del sistema financiero
  • Fomento de la inversión extranjera
  • Privatización de empresas públicas
  • Desregulación y reforma del Estado: el gobierno debe limitarse a establecer el marco para el libre mercado.

Este discurso ignora consecuencias como el desempleo, la desigualdad, la pobreza y las diferencias educativas, contrastando con la acumulación de riqueza de un grupo selecto. Esto amplía la brecha entre países ganadores y perdedores.

Impacto del Consenso de Washington en el Sector Industrial Argentino

La Década del 80

La década del 80 fue crítica para Argentina, combinando un contexto internacional desfavorable con la situación interna heredada de la dictadura militar. La propuesta «modernizadora» apuntaba a un modelo exportador, y aunque este crecimiento no se materializó, las actividades exportadoras se beneficiaron de las políticas radicales.

La Década del 90 y el Gobierno de Menem

Con Menem, la evolución industrial fue volátil, con un crecimiento menor al del PBI. Sin embargo, en 1998, la producción industrial superaba en un 51% a la de 1989, un crecimiento cinco veces mayor al mundial. Desde una perspectiva microeconómica neoliberal, los indicadores de productividad crecieron. No obstante, desde una perspectiva macroeconómica, los resultados son controvertidos.

Las transformaciones llevaron a la desaparición de empresas, la destrucción de capital físico y el aumento del desempleo. La producción, la educación y las mejores condiciones de vida se concentraron en una porción reducida del territorio, mientras que el resto mantuvo su retraso, con la excepción de algunas economías regionales. Los regímenes de promoción industrial estimularon la actividad económica del interior, pero no alteraron los desequilibrios espaciales. La distribución de recursos del Estado hacia las provincias fue asimétrica.