Transformación Empresarial, Relaciones Laborales y Gestión en la Era Postfordista

BLOQUE VI: TRANSFORMACIONES DE LAS EMPRESAS Y DE LAS RELACIONES LABORALES Y GESTIÓN

Trayectoria laboral

El modelo de trayectoria biográfica laboral está experimentando una profunda transformación que rompe con la situación anterior. El periodo que la sociología francesa ha llamado “los treinta años gloriosos”, que abarca desde la salida de la Segunda Guerra Mundial hasta la crisis de los sesenta, fue la época de máxima evolución de un proceso de progresiva evolución y juridificación económica y social de las condiciones de inserción personal en los mercados de trabajo. Los procesos actuales de reordenamiento de los tiempos no pertenecen ya al “círculo virtuoso del crecimiento”. El crecimiento era entonces constante y estable, el mercado estaba dominado por una demanda uniforme y la creciente producción en masa se correspondía con un consumo cada vez más profundizado y generalizado. Los ingresos salariales aumentaban y el crecimiento se producía sin desempleo aparente.

Papel de los sindicatos

La normalización del empleo asalariado de tipo industrial promueve nuevos mecanismos de integración social del individuo. Para los obreros, el propio empleo y la proximidad y cercanía de intereses con respecto a sus compañeros de trabajo se convierten en un principio de identificación que alimenta el sentido de pertenencia de clase y promueve la cohesión de grupo. Los trabajadores se organizan y negocian con los empresarios a través de sus representantes (sindicatos). Estos sindicatos negocian mejoras de sus condiciones de trabajo y de vida, a cambio de seguir contribuyendo al crecimiento económico y el mantenimiento de beneficios empresariales.

El resultado es el desarrollo del Estado de Bienestar como red de garantías públicas a través de las cuales redistribuir los recursos económicos y reconocer la protección frente a riesgos sociales como el desempleo. Este modelo se denomina keynesiano y prevé el estímulo de la demanda interna de un país con el fin de anular los efectos sociales de las crisis económicas y sostener el consumo de masas. Los países industrializados europeos desarrollan políticas que buscan el bienestar de la ciudadanía. Especialmente importante es la intervención del Estado en defensa de quien ha perdido el empleo. La pobreza ya solo afectaría a un grupo reducido de trabajadores marginales. También destacamos la Edad de Oro del capitalismo, donde los asalariados en las industrias mejoran su nivel de bienestar material y aumentan sus posibilidades de ascenso social. En las décadas de los sesenta, se profundiza la segmentación laboral entre un estrato superior de trabajadores y otro inferior. El pilar fundamental de la sociedad keynesiana-fordista es la familia nuclear.

Del fordismo al posfordismo

Hasta finales de la década de los setenta, este sistema productivo, laboral, social y económico goza de buena salud. A partir de la mitad de los años ochenta, se produce una contracción económica que se traduce en un aumento masivo del desempleo. El nuevo escenario de crisis fordista ha descrito dos tipos de rigideces estructurales propias del fordismo que impiden la adaptación de las empresas y de las grandes industrias a los cambios del mercado que se van produciendo a lo largo de los años setenta:

  • Técnico-organizativas: ya no valen la cadena de montaje, pues los mercados grandes requieren mayor diversificación de los productos y una mejor adaptabilidad en la cantidad producida.
  • Socio-institucionales: constituyen un obstáculo para las empresas porque estas no se sienten libres de adaptar los factores productivos a la variabilidad de los mercados.

A principios de los años ochenta, se implementan cambios importantes para romper estas rigideces. La innovación tecnológica es determinante para llevar a cabo estos cambios. La competencia económica se extiende. La expansión del mercado es especialmente intensa en el sector de los servicios. Esta nueva fase viene marcada por la mercantilización de actividades que, anteriormente, se realizaban en la esfera doméstica.

Ya no se trata de incrementar la producción de bienes para satisfacer un consumo de masas relativamente indiferenciado, sino de adaptarse a nuevos segmentos de consumo, ajustarse a demandas personalizadas, mejorar la atención al cliente-consumidor y ajustar la oferta en función de preferencias volátiles. La empresa posfordista se organiza alrededor de un proceso productivo más complejo e inmaterial, centrado en la innovación y en el conocimiento. El empleo ya no requiere intervención directa del trabajo humano: la nueva mano de obra debe aprender a controlar el funcionamiento del proceso productivo y de la gestión de servicios, anticipando y solucionando eventuales imperfecciones. Consiste en buscar empleados con bases sólidas y genéricas. Se insiste en el fortalecimiento de sus capacidades y competencias.

Las empresas adoptan nuevas formas para ser competitivas a través de métodos organizativos y de trabajo, como es el toyotismo. Se pasa a una producción orientada a las necesidades variables del mercado (just in time). En la empresa posfordista, la organización del proceso productivo experimenta una reestructuración radical con la deslocalización y externalización de las actividades a diversas unidades funcionales. También destacan “las empresas madre”.

BLOQUE V: MERCADO DE TRABAJO Y EMPLEO