La Crisis del 30 en Argentina: Impacto en el Sector Externo y el Pacto Roca-Runciman
La Crisis del 30 en Argentina: Impacto en el Sector Externo
El descenso de la demanda global durante la crisis del 30 se debió a que la mayoría de las economías nacionales procuraron defender sus mercados de la competencia extranjera y elevaron sus barreras arancelarias. Por otra parte, la notable caída en el valor de la producción agraria impactó negativamente en aquellos países que, como Argentina, se habían especializado en exportar productos agrícolas.
SECTOR EXTERNO
¿Cuáles fueron los problemas que tuvo Argentina en el sector externo producto de la crisis?
Dada la dependencia económica argentina de los flujos comerciales y de capitales, el primer impacto de la crisis se produjo en el sector externo. La balanza comercial de 1930 fue netamente deficitaria. Entre 1929 y 1930 las exportaciones se redujeron un 36%, mientras las importaciones se contrajeron mucho menos. Esto se debió a una mayor inelasticidad del coeficiente de importaciones que dependía principalmente de la demanda interna de artículos de consumo. A esto se le sumó la desfavorable evolución de los precios relativos. El valor de los productos agropecuarios, en especial del trigo, bajó drásticamente, lo que agravó la situación.
Debido a la coyuntura internacional adversa, a la gran propensión a importar y a un poder de compra interno que se mantenía elevado, no se podía equilibrar la balanza de pagos, lo que presionaba sobre la cotización en pesos. Los bancos no disponían de la organización ni de los medios técnicos para contribuir con los billetes necesarios, y la solución hallada fue el redescuento de los papeles en la Caja de Conversión, que no se había cerrado todavía, aunque la conversión estaba suspendida.
La primera medida importante que se tomó en Octubre de 1931 a fin de atenuar el desequilibrio del comercio exterior y la fuga de divisas, fue la implantación del control de cambios. El mecanismo elegido consistió en la creación de una Comisión de Control de Cambios que tenía por objetivo fijar periódicamente el valor de las divisas y asegurar el pago de las obligaciones financieras externas, según un orden, donde primero estaba el pago de la deuda externa y luego las importaciones imprescindibles. Como consecuencia de esta medida la balanza comercial pasó de un déficit de 284 millones en 1930 a un superávit de 539 millones en 1936, en tanto que los movimientos de capital también se volvieron positivos y el nivel de reservas experimentó una saludable alza.
Pacto Roca-Runciman y el problema de las carnes
Las relaciones económicas con Gran Bretaña a fines de los años 20 habían desacelerado, por lo que los sectores más tradicionales de Argentina se manifestaron en pos de una solución a estas relaciones. En 1929 se realizó el primer intento de convenio bilateral con Inglaterra, donde se establecía un crédito por 100 millones de pesos oro para la compra de material ferroviario a cambio de carnes y cereales. Sin embargo, este convenio no fue aprobado por el Congreso.
Mientras tanto, la depresión mundial afectaba seriamente al sector ganadero, que había sufrido una baja en sus exportaciones del 25% entre 1929 y 1932. Además del volumen exportado, caían los precios. Además de esto, a mediados de 1932 se sumó a esto el hecho de que los países de la Commonwealth realizaron convenios con Gran Bretaña con mejores condiciones en la importación de carnes enfriadas, lo que disminuyó la cuota de carne argentina.
La Sociedad Rural Argentina, ante estos hechos, comenzó a presionar al Gobierno para que emprendiera una acción diplomática al respecto, por lo que el Gobierno envió a Roca a negociar el mantenimiento de la cuota argentina de carne enfriada en el mercado británico. Lo que Gran Bretaña pretendía era una asignación preferencial de las divisas, un desbloqueo de fondos congelados y una reducción de los aranceles. A cambio, estaba dispuesta a la suspensión temporal del pago de la deuda externa. Por su parte, Argentina pedía que no se redujera la cuota de carne enfriada.
Finalmente el acuerdo se firmó el 1 de Mayo de 1933, pero no ofreció demasiadas ventajas para Argentina, mientras satisfacía la mayor parte de los pedidos británicos. El Pacto aseguraba una cuota de carne enfriada en el mercado inglés (que era un 10% menor a la del año 1932, que había sido la más baja de los últimos años) e Inglaterra concedía una participación de una cuota del 15% a los frigoríficos nacionales para la exportación de carne argentina. A cambio, Gran Bretaña obtuvo diversas medidas que los favorecían, como la garantía de divisas necesarias para hacer remesas corrientes a su país, un trato preferencial a las inversiones inglesas y el compromiso de no incrementar e incluso bajar aranceles a productos británicos.
Si bien el Pacto Roca-Runciman evitaba una brusca contracción de las exportaciones de carne, no aseguraba la posición de los ganaderos. El carácter oligopólico de los frigoríficos y la falta de control estatal en el negocio les permitía a estos ejercer plenamente su poder de compra, clasificando la calidad de las reses y manejando los precios de manera arbitraria. Los ganaderos, entonces, volvieron a reclamar la intervención del Estado en su defensa (tanto los criadores como los invernadores, aunque los primeros estaban a favor de intervención estatal en la producción y comercialización y los segundos sólo pretendían un marco regulatorio). Finalmente en Septiembre de 1933 se aprobó la ley que creaba la Junta Nacional de Carnes. Si bien esta ley apuntaba a satisfacer las demandas de los criadores, también contemplaba la creación del Frigorífico Nacional de la Capital y de la Corporación Argentina de Productores de Carne. Sin embargo, los frigoríficos continuaban ejerciendo su dominio. En el mercado inglés los precios de las carnes subían, pero en el país pagaban a los ganaderos cada vez menos.
Por lo tanto, Lisandro de la Torre denunció esta situación y se llevó a cabo una investigación de seis meses a cargo de la Comisión Investigadora del Comercio de Carnes. Esta investigación arrojó como resultado evidencias de falta de fiscalización, evasión impositiva por parte de los frigoríficos y complicidad de funcionarios públicos. También se acusada a los frigoríficos se utilizar su poder para forzar una descapitalización de los pequeños frigoríficos competidores, para absorberlos o desplazarlos del negocio de la exportación. Esta denuncia terminó con el asesinato en el Congreso de Enzo Bordabehere, amigo de Lisandro de la Torre, lo que puso en evidencia la conducta ilícita de los frigoríficos.